lunes, 21 de marzo de 2011

Caperucita en la zona roja.

Todas las prostitutas le decían Caperucita, porque siempre usaba esa capa roja con capucha para cubrirse la cabeza, ya que el frío era insoportable para todas, por eso en cada cuartucho donde trabajaban las muchachas había un calentador de carbón que despedía un humo intenso y asfixiante.

En pleno desierto mexicano, este pueblo miserable de mineros de carbón, tenía su pequeña zona roja, para recibir a los mineros los fines de semana, que salían de la mina con muchas ganas de abrazar mujeres, beber alcohol, y con algo de dinero.

Las muchachas, así les decían los hombres rudos, esos topos humanos, que eran explotados en jornadas extenuentes por poca paga; ellas siempre estaban dichosas que llegara el día sábado para atender a sus clientes y obtener unos cuantos pesos para enviar a casa.

Ese día, en el bar donde era el prostíbulo disfrazado, era un sábado por la noche, un grupo de cantantes de música norteña amenizaba el baile, y las 8 meretrices bailaban con sus hombres de siempre, muy apretaditos los dos, con las manos de ellos en las nalgas de ellas.

La combinación de música norteña y bastante alcohol, hacía estragos en los mineros, se caían al suelo de borrachos y sus muchachas los levantaban penosamente, con grandes esfuerzos.

Ellas ganaban más dinero si ellos se emborrachaban más, y bailaban algunas piezas, pues éstas también se cobraban; y si además ellos pedían el servicio completo con alguna de las muchachas, las ganancias eran mayores.

Esa noche, ese sábado maldito, el tres de mayo, día de la Santa Cruz, la caperucita roja resultó herida en el rostro, un minero borracho y celoso le rompió una botella de cerveza Modelo en plena cabeza y con los restos le marcó la cara, con tremenda cortada en la mejilla izquierda.

Todo fue porque la caperucita roja se ocupó con otro minero borrancho antes de Julián, éste la buscó como loco en los cuartuchos de atrás, al encontrarla la agredió con la botella de cerveza Modelo y la dejó con la cara cortada enmedio de un charco de sangre.

Caperucita roja estaba desnuda y herida, sus compañeras le pusieron su capa con capucha roja y se la llevaron a la clínica rural más cercana, donde un practicante le cosió la cara como si fuera una muñeca rota.

Llorando le dijo caperucita al practicante: yo al que quiero es al Julián, al otro no, lo hice por dinero, pero mi Julián no entiende razones. Igual, lo seguiré amando...Es el amor de mi vida.

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