lunes, 21 de marzo de 2011

Mitos sobre la longevidad.

Una nueva investigación asegura que ni la ansiedad ni el pesimismo acortan la vida y que, sin embargo, la clave para llegar a viejos está en nuestra infancia


Los investigadores han seguido la vida de 1.500 individuos durante varias décadas
Para llegar a viejo con buena salud, relájese, sonría, deje de preocuparse, no trabaje tan duro... ¿De verdad seguir esos consejos nos proporcionará una larga vida? Un estudio pionero realizado por investigadores de la Universidad de California, Riverside, asegura todo lo contrario. Los investigadores, que han seguido la vida de 1.500 individuos durante varias décadas, aseguran que existen muchas creencias comunmente aceptadas sobre la longevidad, muchas de ellas relacionadas con nuestro carácter o con la forma en la que nos enfrentamos a los inconvenientes cotidianos, que no son ciertas.

Ni llevar una existencia relajada ni el optimismo desmedido nos harán llegar a viejos, mientras que, aunque parezca asombroso, la forma en que hemos disfrutado de nuestra infancia marcará nuestro futuro.

«Es sorprendete cuán a menudo los supuestos comunes se equivocan», afirma Howard S. Friedman, que ha dirigido el estudio durante 20 años. El ambicioso informe, llamado «El proyecto de la longevidad», recupera y completa los datos recogidos por el fallecido psicólogo de la Universidad de Stanford Terman Luis e investigadores posteriores sobre más de 1.500 niños que tenían 10 años de edad en 1921.

Los niños fueron seguidos a través de sus vidas y se recopiló información acerca de su historia familia, sus relaciones, sus hobbies, si han tenido mascotas, su éxito laboral, niveles de educación, si han hecho el servicio militar y otros detalles.

Cuando Friedman y su equipo comenzaron la investigación en 1991, tenían previsto pasar seis meses examinando los predictores de la salud y la longevidad de sus participantes, pero el proyecto continuó durante dos décadas. «Probablemente, nuestro hallazgo más sorprendente reside en que las características de la personalidad y las relaciones sociales desde la infancia pueden predecir el riesgo de morir unas décadas más tarde», asegura Friedman.

Los más prudentes, los más saludables
«Llegamos a una nueva comprensión sobre la felicidad y la salud», dicen los investigadores. «Una de las conclusiones que más asombran a la gente, incluidos nosotros, es que los participantes que eran más alegres y tenían más sentido del humor de pequeños vivieron vidas más cortas que los menos propensos a las bromas. Los inviduos más prudentes y persistentes fueron los que se mantuvieron más saludables y vivieron más años».

Según el estudio, parte de la explicación reside en que los niños más felices tendían a tomar más riesgos con su salud a lo largo de los años y se preocuparon menos por cuidarse. Estas son otras interesantes conclusiones:

-El matrimonio puede ser bueno para la salud de los hombres, pero no importa en el caso de las mujeres. Los hombres casados -con matrimonios largos- parecen vivir hasta los 70 años o más, mientras que menos de un tercio de los hombres divorciados alcanzan esa edad. Los hombres que nunca se casaron sobrevivieron a los que se volvieron a casar y a los divorciados, pero no vivieron tanto como los casados con un matrimonio largo.

-Divorciarse es mucho menos dañino para la salud de las mujeres. Las mujeres que se divorcian y no vuelven a casarse viven casi tanto como las casadas de «larga duración».

-Trabajar menos y no estresarse no asegura una vida larga y saludable. A los sujetos más involucrados y comprometidos con su trabajo les va mejor. Los hombres y mujeres productivos viven más tiempo que sus compañeros más relajados.

-Comenzar el colegio demasiado pronto -incluso antes de los 6 años- es un factor de riesgo de mortalidad. Tener tiempo de juego suficiente y ser capaz de relacionarse con otros niños es importante para los más pequeños.

-Tener mascostas no implica más años de vida. Mejoran el bienestar, pero no son un sustituto de los amigos.

-El estrés psicológico de haber luchado en una guerra no es necesariamente una amenaza para la salud.

-Las personas que se consideran amadas y cuidadas tienen un mayor sentido del bienestar, pero eso no les ayuda a vivir más años. El beneficio más claro de las relaciones sociales viene de estar involucrado con los demás.

Friedman cree que el estudio puede servirnos para cambiar nuestros hábitos poco a poco y encaminarnos hacia una vida más larga.

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