miércoles, 23 de marzo de 2011

Prisionera en su propia casa.

Nacira Jalil, de 28 años, no tenía libertad y estaba sola. La mujer, de origen marroquí, se pasó desde mediados de 2008 hasta el 25 de marzo de 2010 encerrada por su marido en un habitáculo de cinco metros cuadrados, desde donde solo podía acceder al baño y al comedor de su piso, en Viladecans (Barcelona). Solo salió de su cárcel durante seis meses, en los que vivió en Alemania con la tía de su esposo y su primo, Mohamed Koubaa. A su vuelta, la situación se agravó.

Que ella aceptase el cautiverio no exime de culpa al marido, según la sentencia

"No teníamos ni idea de que vivía en el piso", asegura uno de los vecinos
"No existe duda alguna de que el acusado mantuvo a su esposa, al menos desde que esta volvió de Alemania, en una situación objetivamente de encierro dentro de la propia vivienda familiar", sentencia la Audiencia Provincial de Barcelona. El tribunal condena a Mohamed Koubaa a cinco años y medio de prisión por un delito de detención ilegal, con el agravante del parentesco.

La prisión de la mujer incluso tenía rejas. "Las ventanas estaban protegidas por barrotes y las puertas de salida se cerraban con llave, de cuyas llaves disponía el marido, que no las dejaba a su esposa", sostiene el tribunal. Al irse, Mohamed cerraba "siempre" a cal y canto, "dejando dentro a su mujer". Y lo hacía con "independencia del tiempo" que previese que iba a estar fuera, "de lo que no informaba a su mujer".

Del relato del tribunal se desprende que Nacira estaba sometida siempre al férreo control de su esposo y su familia, que lo era de ambos. La sentencia estima que es una mujer inmadura que al ser liberada explicaba que solo quería que su marido la tratara bien y tener hijos con él. "No sé por qué, hay algo de mí que no le gusta a mi marido", declaró a los agentes.

La sentencia constata que la mujer "solo salió de casa en contadas ocasiones y en todas acompañada del marido o de algún amigo de este, permaneciendo el resto del tiempo en la vivienda". Pero además era también una mujer invisible. La veintena de vecinos del bloque 46 de la calle de Fivaller no sabía que existía. "No teníamos ni idea de que vivía en el piso de abajo. Tenía una lona tapando todo el patio, del que solo se veía un trocito, que era por donde salía el calentador", relató ayer una de las inquilinas, María Pilar, que prefirió no dar su apellido. No la vieron jamás. "Solo alguna vez se escuchaba la lavadora, a las tres o a las cuatro de la madrugada", aseguró.

El fin de la situación de secuestro que da por probada la Audiencia llegó casi por casualidad, cuando Nacira contactó sin querer con el trabajador del locutorio de al lado, propiedad de su marido. Ella preguntaba por el esposo, pero respondió Tarik el Barkani, sorprendido porque Kou-baa estaba fuera de viaje desde hacía días.

Eso fue a mediados de marzo del año pasado. Tarik, junto a su madre, empezó a auxiliar a Nacira y a darle "algunos alimentos a través de la ventana", tal y como recoge la sentencia. Cuando él dejó el trabajo y Nacira fue consciente de que ya no volverían a tener trato con ella, la mujer "pidió ayuda a Tarik para salir del piso".

El tribunal recoge que su relación con "el mundo exterior" hizo que se "replanteara su posición, se rebelara contra su propia aquiescencia y dejara de aceptar la privación".

El 24 de marzo, el empleado del locutorio acudió a los Mossos d'Esquadra y les explicó la insostenible situación en la que vivía Nacira. Pero cuando le pidieron que lo denunciase formalmente, él se echó atrás. No quería problemas. El tribunal afea que los mossos pidiesen una denuncia para seguir adelante: "Craso error del agente que tal le dijo porque el hecho susceptible de constituir delito acababa de ponerlo en conocimiento de quien tenía obligación de perseguirlo". Y critica también que entrasen en el domicilio de la mujer sin autorización judicial, ya que "había tenido noticias con anterioridad" para intentar solicitarla.

Tarik no denunció por escrito, como le pidieron. Pero, según asegura él, intentó que otros lo hicieran. Acudió a dos personas, ambas de origen español, del inmueble donde vivía Nacira. Este periódico habló ayer con una de ellas, que admitió que el hombre se presentó en su casa y les contó la situación de la mujer. "Me quedé asombrado", admitió, pero negó que Tarik le pidiese que denunciase. El vecino solicitó no ser identificado por temor al condenado, que lleva desde entonces en prisión preventiva.

Al día siguiente de la revelación de Tarik a los mossos, se compincharon para rescatar a la mujer. Tarik avisó a Nacira de que unos agentes iban hacia su casa. Ella entonces se puso a "golpear la persiana" y "a gritar, para llamar la atención de los policías en demanda de auxilio". Los mossos "rompieron" la puerta principal, "posibilitando que la mujer saliera por ella".

Nacira entonces pasó a vivir en un piso de acogida de la Generalitat. Durante el juicio contó que su marido, además de encerrarla, la había abofeteado.

El condenado, unos días antes de ingresar en prisión preventiva, se dedicó a denunciar un "montaje" por parte de la que era su esposa. Incluso lo achacó a una cuestión de celos. El abogado que se encarga de su defensa pidió la libre absolución.

La Audiencia solo absuelve al hombre de los maltratos y de los delitos contra la integridad y obstrucción a la justicia. Pero es tajante en la detención ilegal. Que Nacira, "objetivamente encerrada", aceptase su cautiverio por "razones educacionales, socioculturales, familiares, de interiorización del dominio patriarcal o como se las quiera calificar" no exime de culpa a su marido.


Mujeres, pobres e inmigrantes
- Sentencia ejemplar en Almería. Un marroquí de 30 años fue condenado a cinco años y un día de prisión por haber dejado encerrada bajo llave, en su domicilio, a su mujer durante dos horas y media. La Audiencia Provincial de Almería le impuso ese castigo ejemplar porque consideró al marido autor de un delito de detención ilegal con el agravante de parentesco con la víctima. Ocurrió en Campohermoso (Níjar) en octubre de 2008.

- Un año sin salir de su casa en Zaragoza. Un senegalés de 50 años fue detenido el pasado enero en la localidad zaragozana de Ejea de los Caballeros como supuesto autor de los delitos de detención ilegal y de malos tratos, tras haber retenido a su esposa en su domicilio durante más de un año. La mujer fue rescatada por la policía en estado de aturdimiento. El caso sigue bajo investigación judicial.

- Encerrada porque no era virgen. A finales de 2009, un juzgado de El Vendrell (Tarragona) ordenó el ingreso en prisión de un marroquí de 29 años por presuntas torturas y prolongado encierro porque su mujer, de 18 años, no llegó virgen al matrimonio, en contra de lo que los padres de la joven le habían asegurado. La chica huyó por una ventana.

- Paquistaní retenida un mes contra su voluntad.

En 2010 la Policía Nacional

y la Policía Local de Logroño liberaron a una mujer de 25 años y origen paquistaní tras pasar un mes encerrada contra su voluntad por sus familiares. Familiares de la víctima, entre ellos los padres y el marido, fueron detenidos.

- Fauzia: cinco años

de enclaustramiento.

La bereber de 31 años Fauzia

pasó encerrada cinco años

en su domicilio de la localidad tarraconense de Cunit. Los servicios policiales y de asistencia social de la comarca del Penedés estudiaron la situación de Fauzia y otras similares y concluyeron en que la pobreza es un nexo común entre estas víctimas..

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