jueves, 14 de abril de 2011

Cerebro/ F.Campbell.

Crónicas cerebrales

En memoria de

Daniel Catán

En sus todavía productivos años el doctor Arturo Rosenblueth decidió volver a México para promover la investigación científica en un centro del Politécnico después de que conoció la gloria al lado de Norbert Wierner y su concepción de la cibernética, como puede constatarse en un hermoso libro: The Human Use of Human Beings.

Es difícil que no haya estado en la mente de Ranulfo Romo este ejemplo de fe en el propio país y en los jóvenes que se van formando en el estudio del cerebro, es decir, en la neurofisiología, cuando en 1989, después de haber estudiado e investigado en París, Friburgo (Suiza) y John Hopkins (Baltimore), se incorporó a la UNAM y participó en la creación —con el apoyo del Instituto México Howard Hughes— del Instituto de Fisiología Celular.

Ranulfo Romo cuenta en su conferencia de ingreso a El Colegio Nacional el 9 de marzo del periplo que emprendió y consumó como estudiante e investigador en el extranjero.

Cree Ranulfo Romo que la labor científica es una actividad humana muy compleja. Desde muy pequeño gozó del privilegio que significa observar la naturaleza con libertad y sin límite de tiempo. Nació en una zona (Guadalupe de Ures, Sonora, 1954) de clima muy riguroso.

Estando en primer año de medicina en la UNAM, cuando tenía 19, tomó un curso de neurología y neurocirugía, impartido por un investigador del sistema nervioso: el doctor Marcos Velasco, a quien le pidió que lo aceptara en su laboratorio y asistir a sus experimentos.

Estudió con Jacques Glowinski en París, con Wolfram Schultz en la Universidad de Friburgo, Suiza, y con Vernon Mountcastle en la Universidad de John Hopkins. “En ese momento yo ya sabía que mi lugar estaba en el estudio de la neurobiología de la percepción, además no había perdido la convicción de regresar a mi país.”

En México “persiste un limitado apoyo a la investigación, pero mi experiencia y mi sentimientos me hacen perseverar en la idea de que también se puede hacer ciencia de excelencia desde México”.

A lo largo de la narración que va construyendo Ranulfo Romo se da uno cuenta de cómo los diferentes experimentos lo han llevado a entender que, por ejemplo, la memoria de trabajo es un estado mental que nos permite hacer consciente eventos del pasado y traerlos al presente, y significa un proceso útil para reflexionar y tomar una decisión.

Es difícil encontrar a un ser humano al que no le interese y fascine el funcionamiento del cerebro. Por eso las neurociencias empiezan a tener una muy buena divulgación y los trabajos de los neurólogos se nos pueden presentar de manera inteligible: en forma de una narración como lo es la conferencia del sonorense.

El estudio de Ranulfo Romo ha sido el primero en demostrar las relaciones causales entre la actividad neuronal y la experiencia consciente: el cerebro representa las sensaciones y las convierte en percepciones, memorias y toma de decisiones.

Sus hallazgos son piezas fundamentales para el entendimiento del cerebro humano y “del que en pleno siglo XXI ignoramos casi todo”.

A diferencia del resto de la economía, la naturaleza en su infinita complejidad se ha encargado de preservar sus secretos, quizá porque en el cerebro radica la razón de la inteligencia, la maldad o el amor, justamente lo que nos hace diferentes del resto del Universo y por ello tan incomprensibles.”

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