jueves, 7 de abril de 2011

El albañil/cuento corto

Por Juan José lara.

En mi niñez apenas al divisar a mi abuelo corrìa a saludarlo. El me llevaba consigo a donde se dirigiera.

Una vez fuìmos a una casa caminando hasta los suburbios del pueblo, donde tenia una pequeña finca. En su interior

habìa un anciano gravemente aquejado de una enfermedad, que a mì se me ocurriò era asma pero debiò ser algo

peor. Su respiraciòn arenosa, caòtica y ruidosa, terminaba en violentas ràfagas de tos. Era un albañil el cuàl a la par de

haberle hecho algunos trabajos al abuelo, cultivaban alguna camaraderìa porque eran coetàneos.

Al preguntarle sobre las razones de su mal, me dijo que esporàdicamente le gustaban las farras. En medio de una en

tiempo de la liberaciòn gritò borracho "¡VIVA AREVALO!". Para que quiso màs, llegaron los esbirros y lo condujeron;

desnudo lo lanzaron a un rìo una noche, despuès de torturarlo salvajemente. Desde esa vez padeciò los quebrantos

que lo postraban.

Un dìa de tantos le preguntè nuevamente al abuelo por el anciano. Con los ojos humedecidos me dijo que habìa muerto.

Una mañana se habia sintido peor y sin decir nada, quizà para no causar molestia o apenar a su familia, tomò un autobus

hasta el hospital. Un hijo suyo que iba en el mismo transporte, lo ignorò por la mala costumbre de relegarlo, debido talvez

al mal caràcter del anciano fruto de la impotencia , por la lucha infructuosa contra su aciago mal.

Nadie se hubiera dando cuenta de su falllecimiento, si una vecina extrañada de verlo salir tan temprano, a èl que siempre

permanecìa recluido, no pregunta por telèfono al nosocomio. Casi lo entierran como XX.

El abuelo tambièn me dijo "el pueblo qu olvida su historia està condenado a repetirla.

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