miércoles, 6 de abril de 2011

Cáncer de mama: mitos.

Aunque suele tomarse como sinónimo de muerte, hoy el 90% de los casos de tumores pequeños puede ser curado

Cuando se habla de cáncer es muy común que se lo relacione directamente con la muerte. "Ese es el primer mito sobre esta enfermedad, porque en general la mitad de los pacientes con cáncer, no sólo con cáncer de mama, se curan. En tanto, las mujeres que tienen un tumor de mama sumamente pequeño y que no presentan compromiso ganglionar pueden tener un 90% de tasa de curabilidad", afirma el doctor Carlos Silva, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Británico.

Las estimaciones mundiales indican que una de cada ocho mujeres desarrollará cáncer de mama en algún momento. Esta cifra, que representa el 11% de la población femenina, es la primera razón para entender, informarse correctamente y desterrar los mitos que rodean esta enfermedad.

¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de cáncer de mama? "El cáncer es ante todo una enfermedad genética, que consiste en un crecimiento anormal y desordenado de las células, en este caso dentro de la mama", explica Silva.

"Para que se manifieste se tiene que dar cierta secuencia de alteración de distintos genes y, si se tiene en cuenta que hay más de cincuenta genes identificados en esa situación, se podrá entender que existe casi una posibilidad combinatoria por cada paciente. Por lo tanto, distintas combinaciones generan distintas formas de presentación y evolución clínica", aclara.

Si bien el cáncer de mama es una enfermedad que afecta mayoritariamente a las mujeres -99 de cada 100 casos en el mundo-, también se puede presentar en los varones. Solamente es hereditario, propiamente dicho, alrededor del 5% de estos tumores.

Al hablar de cáncer de mama es fundamental el diagnóstico precoz, enfatiza Héctor Vuoto, ex presidente de la Sociedad Argentina de Mastología y miembro de la Academia Argentina de Cirugía. "Es uno de los tumores más fáciles de detectar. Puede empezar a dar sus primeros síntomas con pequeñas partículas de calcio llamadas microcalcificaciones, que se descubren en la mamografía, con derrame de sangre o líquido por el pezón (aunque el 90% de estos derrames son de tipo benigno) o con eritemas en la piel; por último, se da la palpación del tumor."

Por esto, es fundamental, cuando las mujeres no presentan ninguno de los síntomas mencionados, realizar la consulta periódica al médico, la mamografía de rutina -cada uno o dos años, según la programación recomendada por el mastólogo-,y el autoexamen todos los meses (ver ilustración).

"Otro de los mitos sobre este tema es que la mamografía agrega radiaciones a la mama. En los Estados Unidos lo han calculado como factor de riesgo y se concluyó que hacer una mamografía anual durante 40 años seguidos equivale en riesgo de muerte a fumar medio cigarrillo en la vida. Es el estudio radiográfico que probablemente menos radiación tiene", destaca Vuoto.

Evolución
"En América latina, en general, la mujer llega a la consulta en un estadio muy avanzado. Hay que tener en cuenta que en este caso la prevención, en particular aquella que denominamos secundaria, y la información son fundamentales", aclara el doctor Silva.

El cáncer de mama comienza con los denominados estadios locales, cuando el tumor está solamente confinado a la mama y no ha tenido compromiso ganglionar o ha tenido un compromiso ganglionar no masivo. En los estadios II, el tumor tiene algo de mayor tamaño o bien hay mayor compromiso ganglionar axilar. En los estadios III, el tumor mamario es de gran volumen o los ganglios comprometidos forman una masa que no se puede intervenir quirúrgicamente en la axila. En los estadios IV, la enfermedad ya ha salido visiblemente de la mama con compromiso de otros órganos.

En la Argentina, la tasa anual de mortalidad por cáncer de mama se ubica en 20,4 por 100.000 según el atlas elaborado por Elena Matos y Doria Loria, del Departamento de Carcionogénesis del Instituto Roffo. Siguen en orden descendente el cáncer de útero (10,7), colon-recto (9,0), cáncer de pulmón (6,9), páncreas (5,5) y ovario (4,0).

"Estas tasas de mortalidad se mantienen casi en los mismos niveles desde hace 30 años, aunque en los últimos diez las curvas parecerían estar bajando en las mujeres de 40 a 49 años. Esto, a nivel de hipótesis, se podría relacionar con la detección temprana", señala la doctora Matos, epidemióloga y coautora del estudio.

Cirugía
El tratamiento del cáncer de mama siempre comienza con una cirugía para extirpar el tumor. En la actualidad, casi en el 80% de los casos se puede conservar la mama, aunque todavía existe entre un 20 y 30 % de los casos que requiere realizar la mastectomía, que es la extirpación quirúrgica de toda la mama.

El doctor Vuoto señala: "Si el tumor es infiltrante también hay que examinar los ganglios de la axila. Antes se realizaba siempre el vaciamiento y ahora se investiga el ganglio centinela, al sacar los primeros ganglios que reciben el drenaje de la glándula mamaria; si están libres no se hace nada más, pero si están comprometidos habrá que hacer el vaciamiento axilar".

Un capítulo que ha comenzado en los últimos veinte años es el de la cirugía oncoplástica, que consiste en aplicar a la oncología los principios de la cirugía plástica. Utilizando estas técnicas, las incisiones se realizan en los sitios de menor alteración cosmética y se preserva la mayor cantidad de piel de la mama que permite realizar reconstrucciones con mejores resultados.

Así, las mujeres que deben ser sometidas a una mastectomía tienen la posibilidad de reconstrucción mamaria a través de implantes con expansores o con tejidos propios.

Radioterapia
Generalmente, después de la cirugía continúa la radioterapia, que es la utilización de radiaciones de alta energía que destruyen la capacidad de crecer y reproducirse de las células alteradas, asegurando o disminuyendo la posibilidad de recaída.

En este caso, uno de los mitos es el temor a las quemaduras. "Históricamente se utilizaban equipos de rayos X que causaban grandes lesiones de piel, después pasamos a la etapa de los aparatos de cobalto, si bien había menos lesiones de piel, se seguían viendo. Ya por los años 80, con la aparición de los equipos denominados aceleradores lineales, se ha mejorado la calidad de administración de la radiación y la paciente no sufre ningún tipo de quemaduras", coinciden los doctores Bernardo Dosoretz, director de Vidt Centro Médico (unidad académica asociada a la Facultad de Medicina de Buenos Aires), y Jorge Chiozza, especialista en oncología y radioterapia.

A esto agregan que un tema de fundamental importancia para el mundo de la radioterapia es la tecnología de última generación para irradiar la mama y puntualmente la mama izquierda. "En las mujeres jóvenes que vienen ya con quimioterapia realizada, donde en algunos esquemas se utilizan drogas que pueden generar toxicidad cardiaca, hoy se dispone de tecnología de avanzada, como es la radioterapia tridimensional que permite irradiar el volumen mamario sin generar toxicidad, es decir, sin daño en el corazón o en los pulmones. Ese fue uno de los grandes cambios que tuvo la radioterapia en los últimos diez años."

Quimio y hormonoterapia
La quimioterapia es otra de las modalidades terapéuticas empleadas en el tratamiento. Su objetivo es destruir las células tumorales con el fin de lograr reducir la enfermedad, empleando una diversidad de fármacos.

Sobre este tema, el jefe del Servicio de Oncología del Hospital Británico señala: "La realidad es que la quimioterapia ha contribuido y contribuye a curar a muchos pacientes. Hay una visión de la quimioterapia en el pasado, cuando los efectos colaterales eran difíciles de controlar. Otra visión es la del presente donde las nauseas y los vómitos o las infecciones se pueden controlar con medicamentos específicos. Por otra parte, si bien algunas drogas provocan caída del cabello, no todas lo hacen y la caída del cabello es siempre reversible. Por supuesto, esto no quita el efecto psicológico por esta pérdida".

En general, los esquemas de quimioterapia que se utilizan para las pacientes con cáncer de mama son totalmente ambulatorios. La paciente va al centro de salud, recibe la medicación y vuelve a su casa.

En los tratamientos hormonales u hormonoterapia, la medicación altera la producción o impidiendo la acción de los estrógenos, y es administrada por vía oral, por lo que la paciente no requiere ningún tipo de traslado.

Entre las nuevas drogas en uso, se cuentan los inhibidores de la aromatasa ( letrozole , anastrazole y examestano ) y algunos tratamientos incluyen anticuerpos monoclonales ( trastuzumab ), que pueden utilizarse solos o en combinación con quimioterapia.

"En diversas partes del mundo existen turnos de noche para hacer quimioterapia, porque en realidad la gente quiere trabajar el día anterior y el día posterior, con lo cual nosotros recomendamos a las pacientes que, dentro de lo posible y si no están en contacto con focos infecciosos importantes, trabajen. Cuanto menos se altere la vida del paciente es mejor", agrega Silva.

Antecedentes familiares
Según la Sociedad Americana del Cáncer, de los Estados Unidos, en aquellos grupos con determinados factores que pueden indicar un síndrome hereditario -es el médico quien debe determinar si existen-, hay que realizar la mamografía de control diez años antes del cáncer más joven que se haya presentado en la familia, con un piso de 25 años.

En ausencia de esos antecedentes, la primera mamografía se debería realizar a los 40 años de edad y a partir de los 50 años en forma anual. Lo importante es saber si hubo un cáncer de mama en la familia a una edad joven, por debajo de los 35 años y allí es donde los controles mamográficos, más el examen mamario, tienen que comenzar más temprano.

Una respuesta multidisciplinaria
Cuando una paciente debe enfrentar el diagnóstico y tratamiento de cáncer de mama, es importante que cuente con un equipo multidisciplinario que le ayude a abordar el tema de manera integral. Así, desde hace diez años funciona la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Tornú-Fundación Femeba, integrada por médicos, enfermeros, psicólogos y voluntarios.

"El objetivo es aliviar el dolor y el control de síntomas en todos los planos del paciente (físico, emocional, social y espiritual) y su familia", señala Noemí Díaz, coordinadora del área de psicología, que agrega que los cuidados paliativos no se circunscriben al final de vida. "Tratamos de ayudar a las personas a encontrar las propias respuestas ante la angustia, la ansiedad y las rutinas que se alteran ante un diagnóstico inesperado".

"Vivo cada día como si fuera el último"

Edith Rodríguez , de 73 años, está casada, tiene tres hijos y cinco nietos. Hace 28 años recibió el diagnóstico de cáncer de mama e inmediatamente le realizaron una mastectomía radical, más 70 aplicaciones de cobalto.

"En ese momento lo acepté con todas las fuerzas y con todas las ganas de seguir adelante. A pesar de no haberme sometido a una cirugía estética reparadora, solucioné perfectamente mi problema con una prótesis de siliconas que tiene el mismo peso, medida y tacto de un seno, de modo que una la siente incorporada al cuerpo", cuenta Edith.

"Conozco una cantidad de mujeres operadas de cáncer de mama hace muchos años y que realizan sus actividades con total normalidad -continúa-. Solamente en un caso una persona me dijo que, antes de ser sometida a una operación, prefería irse al otro mundo entera y realmente se fue al otro mundo."

En 2002, Edith sufrió una recaída de la enfermedad, que se extendió a los pulmones. "La perspectiva que recibió mi familia en ese momento fue un plazo muy breve de sobrevida, yo no hice ningún caso de eso y comencé el tratamiento de quimioterapia y ahora las últimas tomografías dan muy buen resultados. Yo vivo cada día como si fuera el último, pero no con pesar sino con plenitud. Me entrego con toda felicidad a disfrutarlo."


Alejandra Rey tiene 45 años y es mamá de Lola, de seis. "Todo indicaba que lo mío era apenas un tipo de quiste que jamás se maligniza. Hace dos años y medio fui a la consulta sola y cuando mi médico llamó al laboratorio y pidió el resultado de la biopsia, se demudó: era cáncer", recuerda Alejandra.

"Trató de utilizar palabras vanas como para minimizar el impacto, pero ya había dicho "carcinoma" y entonces pensé que me iba a morir, pero que antes me iba a quedar pelada. Muy pocos meses antes había muerto una amiga del mismo mal, y un año antes, un amigo, José, también de cáncer de mama. Y, entre lágrimas, pregunté a mi médica: "¿Cuánto voy a vivir". Y después: "¿Puedo alzar a mi hija?

"Lola tenía apenas cuatro años, ¿cómo explicarle que tenía cáncer? Traté de esconder el tratamiento, el dolor que sentía, la soledad más profunda en la que me había sumido a partir de la novedad, pero ella se dio cuenta de todo. Y me lo hizo saber un día en que estábamos mirando tele. Le dije: "Lolita, la verdad es que pasamos un fin de semana estupendo, ¿no? Me alegro". Y ella. "Yo también me alegro, mami, pero de que te hayas curado".

"Tuve que someterme a los rayos, engordé varios kilos y actualmente tomo tamoxifeno, medicación que trae otros compromisos, por los que ya me operaron dos veces. Lo peor de mi experiencia fue decirles que tenía cáncer a mis amigos y familia: siempre, siempre debía consolarlos yo, lo que era una enorme ironía", concluye Alejandra.

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