miércoles, 13 de abril de 2011

El enigma de la escritora errante.

Un cadáver llega a San José, la capital de Costa Rica. Y con el mismo sigilo que desembarca es enterrado. Una lápida con un número que Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) ha descifrado en su última novela, La fugitiva. "Es una entrevista triple, un reportaje periodístico que se abre a una crónica para contar en tres dimensiones la vida de Amanda Solano, una escritora costarricense de culto, de principios del siglo pasado", aclara el escritor, que, entre 1985 y 1990, fue vicepresidente del gobierno sandinista en Nicaragua.

"No era feminista, ni militante, era femenina", explica el novelista
Este enredo de géneros periodísticos se cruza con la ficción. Porque La fugitiva (Alfaguara) es eso, una historia ficticia en femenino desde el título hasta el fin. El escritor se ha transmutado en tres mujeres que interroga cual periodista en un juego de contradicciones y complicidades para descubrir quién fue su protagonista.

Amanda Solano es, en parte, Yolanda Orreamuno, una escritora costarricense errante y diferente. "Vivió huyendo de sí misma, de la sociedad y de las fronteras porque creía que en otros países encontraría lo que el suyo no le daba", explica Ramírez. Costa Rica era la trampa en la que la libertad sexual que ejercía se condenaba con el reproche y la marginación social. El país en el que su corta carrera literaria chocaba contra la tendencia imperante.

La Solano de Ramírez huye en sus relatos del campesino como protagonista y lo pintoresco en el paisaje, y opta por la introspección y la divagación que encontró en sus escritores de cabecera: Proust, Faulkner o Steinbeck. "No era una feminista, ni una militante, era femenina", señala el escritor. Una extravagancia en una época en la que la sociedad patriarcal elegía por las mujeres.

Por eso, La fugitiva encarna la batalla de muchos en una sola. "Es la lucha del que quiere ser reconocido en la diferencia, ya se trate de un homosexual, de una mujer liberada sexualmente o de alguien que busca un camino literario diferente". Los registros que representan sus narradoras. "No son reales, pero todas tienen un correlato en la Costa Rica que conocí durante los 14 años que viví allí".

Está la anciana de la alta burguesía que trata de disimular su decadencia, representada en su barrio venido a menos, con un lenguaje altivo. Una investigadora que dibuja la época con su conversación intelectual. Y una cantante que recuerda a Chavela Vargas por el viaje personal y físico que hace hasta México para vencer la resistencia que Costa Rica manifiesta contra su lesbianismo.

Sergio Ramírez ha cargado con la historia desde los años sesenta, cuando llegó a este país del Caribe. En aquel momento trabajaba en un organismo regional centroamericano donde creó la primera editorial de Centroamérica. "El primer libro que publicamos fue La ruta de evasión de Orreamuno", recuerda. Pero no fue hasta hace cinco años que saldó sus cuentas con esta escritora.

Desde entonces, como un director de cine -así se describe-, ha estado investigando para que su "novela de época" cobrara vida. "Fui dos o tres veces a San José", relata. "En la hemeroteca nacional encontré periódicos viejos de los años 30 y 10 para poder recrear el ambiente. Meterme en esa atmósfera que aparece cuando uno ve fotografías del momento. Y entrevisté a todo el mundo, menos a mis tres narradoras". De todas estas charlas y horas de estudio ha salido la respuesta al "vínculo sentimental" que unía sin respuesta a Sergio Ramírez y Amanda Solano... o al revés.

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