lunes, 11 de abril de 2011

La boda de la princesa Maya.

Cuando llegó el gran día de la ceremonia matrimonial, la princesa Maya fue ataviada con un vestido blanco de algodón, largo y amplio de la cintura para abajo. La blusa era escotada, con algunos diseños bordados en muchos colores, que representaban a la naturaleza; sus flores y sus animales. Dos cintas rojas completaban su elegante atuendo: una banda en la cintura y otra en la cabeza deteniéndole su cabellera negra.

Su nombre maya es Nicté-Ha. Ella es una mujer de belleza exótica, morena con ojos verdes, alta y corpulenta. Tiene una sonrisa cautivadora que muestra una perfecta dentadura blanca.

Nicté-Ha nació en el seno de una familia acomodada, por ello recibió estudios universitarios hasta el grado de maestría.

El día que les entregó a sus padres los títulos que ellos deseaban colgar en la sala de su casa, Nicté-Ha abandonó el hogar paterno y se fue a vivir a la Península Maya de Yucatán. Allá adquirió ese bello nombre y se olvidó del suyo, del verdadero, ese que suena tan elegante y aristocrático.

Mediante una serie de rituales de iniciación se pudo convertir en una sacerdotisa, curandera y sanadora mediante el uso de las energías cósmicas.

El día que nos conocimos sufrí una emoción indescriptible, solo sabía que ella tendría que ser mi esposa algún día. Me enamoré súbitamente de ella y se lo dije abiertamente.

El destino nos tenía preparada esa cita sin querer; yo venía por un camino montado en la bicicleta y la encontré caminando en sentido contrario a mi. Fue una especie de aparición de un ser extraordinario frente a mi. Le pregunté por una curandera de la región que tenía que entrevistar para una investigación de antropología, pero desconocía sus referencias particulares, solo sabía que vivía en una pequeña población maya.

Ella sonrió y luego se carcajeó todo lo que quiso. Era ella a quien iba yo a entrevistar.

Nos fuimos hacia un manantial a refrescarnos y a conversar sobre las plantas medicinales de la región. Estuvimos conversando por espacio de muchas horas, sin ella dar muestras de cansancio o fastidio por tantas preguntas mias. La sonrisa la mantuvo todo el tiempo y en sus ojos había dulzura y en su voz melodiosa un susurro encantador.

Llegó a un punto la entrevista en que ya no quería yo saber más de las cosas antropológicas de la región, deseaba saber algo más sobre ella. La interrogué todo lo que quise y me dijo lo que yo quería escuchar de sus labios. Era una mujer libre, sin compromisos. Era una mujer sin edad definida, pero si de más de cincuenta años.

La tomé de las manos y la miré largamente a los ojos, encontré en ellos bondad y sinceridad. Nos fuimos a su casa del pueblo, yo tomé la bicicleta con una mano y con la otra la suya. Nos fuimos en silencio pero en paz.

Estuve en su casa varios días, los suficientes para completar la investigación solicitada por la Universidad. Satisfecha esa parte formal del estudio, enseguida me volqué de lleno a enamorarla. No me dijo nada acerca de mis lances seductores, solo se sonreía conmigo y entrecerraba esos bellos ojos verdes.

Le propuse matrimonio, y le dije: vengo por ti en un par de meses y nos casamos.

La comunicación fue vía telefónica a una caseta instalada en la única tiendita del pueblo, así que conveníamos horas y días para hablarnos y ponernos de acuerdo con lo de la boda. Fijamos la fecha de la boda para el 19 de septiembre, era el día de su cumpleaños, por cierto.

El día de la ceremonia nos trasladamos toda la comitiva de invitados, la mayoría eran sus invitados. Muchos indígenas mayas, la mayoría mujeres curanderas y sanadoras, y un chamán quien haría la función de casamentero. De mi parte, no quiso ninguno de mis amigos ni mis parientes cercanos asistir. Así que mis informantes locales, los que me ayudaban en la investigación como intérpretes fueron mis testigos.

La ceremonia de nuestro casamiento fue en el marco de la zona arqueológica de Tulum, un sitio frente al Mar Caribe. En la parte superior de la pirámide principal, el chamán construyó una gran hoguera, en la cual depositó todos los elementos esenciales para santificar una unión como la nuestra: chocolates, azúcar, anis, aguardiente de caña, enciensos, mirra, sándalo, copal, etcétera; todo eso ardió durante la ceremonia.

Nicté-Ha y yo estuvimos hincados frente a la hoguera, viendo hacia el horizonte marino, azul turquesa del Caribe mexicano. En tanto, las mujeres cantaban en maya, dulces melodías y hacían sonar los hombres los caracoles. El humo sagrado de la hoguera nos envolvía todo el tiempo con sus aromas exquisitos. Nos colocaron unos collares de flores rojas y nos levantamos a danzar alrededor del fuego.

Yo vestía para la ocasión un elegante traje blanco de lino, que terminó oscurecido por el humo y un poco dañado de las rodillas por tanto tiempo que estuve hincado ahí.

El chamán habló seria y largamente conmigo en maya, no le entendí nada, pero alcancé a comprender sus buenas intenciones para que nuestra unión fuera duradera y dichosa, quiero suponer que eso me trató de decir.

Después de varias horas de la fiesta encima de la pirámide, asunto que comenzó a las 6 de la mañana para poder ser bendecidos por los primeros rayos del Sol, nos fuimos a comer al banquete preparado por las mujeres del pueblo. Había cochinita pibil en abundancia, tortillas de maíz, y varias cajas de cerveza Modelo.

Comimos y bebimos rodeados de afecto del pueblo entero, todos fueron invitados a la comida. El benefactor de todo ese banquete fui yo, así como de los músicos que amenizaron la fiesta hasta el anochecer.

Al terminar todo el fandango con la boda y la comida, dispusimos Nicté-Ha y yo irnos a un hotel elegante de la zona, que mis amigos me regalaron como obsequio especial. Yo lo agradecí mucho, porque quería descansar y ducharme de un modo adecuado a mis costumbres urbanas, mientras que Nicté-Ha no estaba interesada en eso, ella quería seguir las ceremonias previas a la consumación del matrimonio.

Mi ahora esposa, no me dejó entrar en la suite contratada para ponerla a su modo, y prepararla para nuestra primera noche juntos.

Mientra tanto me fui a tumbar sobre unos sillones de plastico a la orilla de la piscina. Y quedé profundamente dormido al instante.

Horas después, mi amada fue por mi, y me llevó de un modo amable hasta la habitación. Al entrar observé que sobre nuestra cama matrimonial había cientos de pétalos de rosa y claveles rojos y blancos, formando una alfombra vegetal multicolor. Y el ambiente estaba cargado de olores a inciensos y mirra. La música era especial para ejercicios de relajación en yoga.

Y empezó la ceremonia previa al acto amoroso, ella rezó, cantó y dijo muchas cosas en maya. Yo tirado desnudo sobre los pétalos de las flores, pero ella seguía ataviada con su hermoso vestido blanco y sus fajas de color rojo en la cintura y en su cabeza.

Nicté-Ha, cante y cante, dichosa con la boda y preparándose para hacer el amor conmigo por vez primera.

Perdí la noción del tiempo con tantas ceremonias y rituales sin fin.

A la mañana siguiente Nicté.-Ha estaba desnuda acostada a mi lado izquierdo, con una sonrisa amplia pero dormida.

No bebí alcohol pero no recuerdo haber hecho el amor con mi amada esa noche, podría jurar que no pasó absolutamente nada entre ella y yo.

Dormí como un niño recién nacido, desperté cada tres horas y tocaba su hermoso cuerpo con ternura, eso si sin abrir los ojos. Esa noche, fue su noche, la de mi esposa. Yo estuve ahí, si, pero como mera figura decorativa.

Cuando ella me cuenta lo ocurrido esa noche, nos reímos mucho, porque me quedé dormido ipsofacto, ni siquiera en el acto.

Ella quiere que repitamos el ritual de esa noche: flores, inciensos , mirra y todo la parafernalia del suceso anterior.

Pero existe un pequeño inconveniente, yo me volví a casar y no pienso que a mi nueva esposa le agrade esa propuesta de Nicté-Ha.

1 comentario:

  1. Hola, te cuento que mi abuela la Princesa Maya Nicte-Ha fallecio hace algunos años, para ser exactos el 25 de marzo del año 2001, luego de Yucatan se traslado a la Cd de Mexico y luego vivio en Tampico Tamaulipas donde murio en su cama junto a su familia.

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