viernes, 15 de abril de 2011

La muerte prematura de Esperanza.

Esperanza fue el fruto de un amor apasionado, vivió poco, apenas un mes y medio. Nació antes de tiempo, con poco peso, en forma prematura. Era una linda niña, que al mes se fue a la incubadora de la terapia intensiva.

Murió hoy 14 de abril a las dos de la tarde.

Según los médicos el diagnóstico fue inanición severa, no fue alimentada correctamente, le falto que la madre la nutriera como es debido,

Quise ser un padre amoroso y me esforcé por serlo todo el tiempo, pero no fue suficiente.

Esperanza se llamó la criaturita, pero no logró sobrevivir a las condiciones de vida que le impusieron las circunstancias que rodearon su nacimiento.

El día que nació, el 23 de febrero, como todo padre me emocioné hasta el extremo, al grado de soñarla crecer y madurar como toda niña sana.

La niña nació con problemas congenitos del corazón, le fallaba insistentemente su corazoncito y tenía pequeños paros respiratorios. Pero salía adelante con apuros.

Estoy ahora apesadumbrado como es natural cuando se muere un hijo deseado. Eso no tiene nombre.

Es la segunda vez que pierdo una hija deseada, Sofía la que ahora tendría veinte años, murió en el vientre de Fernanda en el lejano Chile. Ni siquiera pudo nacer a la vida, murió por que su corazón tenía una malformación que le impedía seguir luchando por la vida.

A mis hijas muertas las une la falla de su corazón, tierno corazón.

A Sofía la enterré en el camposanto de Santiago, y a Esperanza la tengo conmigo en sus cenizas. Es todo lo que me quedó de esa criatura. Un puñado de ceniza, que atesoraré toda la vida.

La vida es así, inesperada y voluble.

Esperanza te llevaré en mi corazón, en ese corazón fuerte a pesar de todos los golpes de la vida.

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