viernes, 15 de abril de 2011

Las mujeres y sus cuerpos.

A sus 81 años, Margo Glantz (México DF, 1930) no ha dejado de viajar. Acaba de llegar a Lima, procedente de Argentina, para participar en el Festival Eñe. Pero Glantz es, sobre todo, una de las grandes escritoras de México. Académica y ensayista, su producción está volcada en el cuerpo femenino con obras como Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador y Saña, en el que aborda la temática de la violencia. Ayer, impecable, recibió a Público en la capital peruana.

¿Por qué le interesa el cuerpo y el viaje?

Para viajar necesito el cuerpo, y para mí las experiencias sensoriales siempre fueron importantes. Por otro lado, el cuerpo está constreñido por ideales y por visiones desde fuera. Sobre el todo el femenino. Lo que he pretendido es conocer ese cuerpo, desde la literatura y desde la enseñanza, ya que son dos ámbitos desde los cuales, cuando se trata de analizar ciertos aspectos de la realidad consiguen que esta se vuelva más evidente y compleja.

Ha escrito libros sobre la moda. ¿Cree que vivimos una dictadura del cuerpo?

Lo que yo veo ahora es que la mujer fustiga su cuerpo de la misma forma que lo hacían las mujeres en el siglo XVII o XVII, cuando intentaban reprimirlos. En la actualidad, la mujer tiene ese oscilar entre la anorexia y la obesidad, terrible.

"Las mujeres pensamos que no tenemos derecho al acceso a la escritura"
Sin embargo, no cree en la literatura femenina.

Creo que hay una escritura de mujeres diferente a la de los hombres. Pero también sostengo que, al menos en Occidente, hemos logrado no ser consideradas una raza aparte. Creo que las mujeres todavía estamos colonizadas. Las mujeres pensamos que no tenemos derecho al acceso a la escritura.

Ha conocido a escritores mexicanos como Octavio Paz, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco ¿Cómo fue su relación con ellos?

Fui muy amiga de Monsiváis, también de Carlos Fuentes cuando éramos jóvenes. Fue una generación muy importante porque coincidió con un momento de ruptura que también se dio en otras artes como la pintura. Por otro lado, fue una generación en la que tampoco hubo muchas mujeres. De hecho, ellos veían a la mujer como un objeto sexual. Ellos, como escritores, veían a la mujer como un objeto.

¿Por qué le interesa la violencia, como en Saña'?

Porque la saña es un ingrediente fundamental de la vida. Todas las acciones humanas, si no son hechas con encarnizamiento, no se logran. Tampoco la literatura. La saña también puede ser mala, como muestran los campos de concentración alemanes. Quizá haya sido el pintor Bacon el que mejor haya definido la figura de la saña porque en él todo es brutal. Es el artista que mejor captó el nazismo.

¿Tiene preparado algún próximo libro?

Ahora estoy escribiendo sobre mis viajes y sobre India. Me interesa mucho India en ese sentido de la violencia. No hay otro país en el que se vea tanto la mutilación del cuerpo humano, la miseria, la enfermedad Hay una violencia cotidiana, aunque en ella también hay belleza. Violencia y belleza pueden confluir.

¿Lee a escritores jóvenes?

No estoy muy al tanto. Además, las generaciones nuevas son muy prolíficas. En México pasamos un momento en el que toda la producción literaria gira en torno al narcotráfico. Pero hay escritores interesantes como Yuri Herrera, Valeria Luiseli y Guadalupe Nettel, que escribe sobre el erotismo vinculado a las excreciones como la orina, etc. Eso sí me parece interesante.

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