martes, 12 de abril de 2011

Terminemos con el no puedo o no merezco.

Llega envuelta en un largo chal que armoniza con el marco oriental del restaurante. Vicki Subirana conoce ya la carta y delega en su interlocutora la elección del menú. "Me gusta todo", concede. Cuando llegan los entrantes (samosas, rollitos de langostinos, ensalada de vermicelli etcétera), la conversación gira sobre dos líneas que se cruzan; su aventura biográfica y su método educativo, la llamada pedagogía transformadora.

Un método probado en Nepal, adonde Subirana llegó para quedarse hace 20 años. Aunque no llegó de golpe. Hubo tres viajes previos y un tiempo de decisión y de metamorfosis.

La pedagoga llevará su método educativo a la escuela pública de Nepal
En el primer viaje quería conocer a los refugiados tibetanos. "Sentía empatía hacia ellos por el genocidio sufrido", evoca. Entonces era maestra de párvulos en Ripoll (Girona), el lugar en el que nació hace 51 años. Y viajaba a Italia o Estados Unidos para formarse como pedagoga. En Nepal entró en crisis. "Decidí que lo mío era establecer escuelas". Ahora Iciar Bollaín dirige una película inspirada en su vida, Canción de Katmandú. Y ella misma escribirá la continuación de su biografía Una maestra en Katmandú, que Aguilar reeditará en unos meses.

Tiene una vida de novela. Mientras corría alrededor del Monkey Temple -un ejercicio que practica allá donde va-, descubrió que su sitio estaba allí. "Apenas había ONG y luché sola contra una realidad que defendía otros valores", evoca. Su madre le recomendó que fuera al psiquiatra. "Yo aposté por mi felicidad", sostiene.

Bebe cerveza y envuelve con soltura el pollo en las hojas de pandan al servirse. "El director de la escuela de niños refugiados me ayudó a montar un parvulario", relata. "Eran refugiados, lo que llamaban la escoria", dice. Pero no conocía sus costumbres y fracasó. "No me había preparado para la derrota ni lo desconocido", revela. Puso en pie entonces una pedagogía más activa que les permitiera aprender sin sufrir.

"Me daba miedo europeizarlos y que cometieran nuestros errores, o dejarles en la incultura y que no tuvieran oportunidades". Aquellos niños estaban entrenados en el sometimiento y se les negaba la opción de soñar, dice. "Tenían que acabar con los tres no: 'No puedo, no debo, no merezco...". Para difundir sus ideas creó Eduqual (en sus inicios Amigos de Vicki Sherpa).

Ahora el Gobierno de Nepal le ha encargado llevar su método a la escuela pública. El proyecto (en el que colabora España) consiste en formar primero a maestros españoles que, en una segunda fase, impartirán la pedagogía a docentes y niños nepalíes durante un tiempo. Subirana está en Madrid por esta razón, pero irá pronto a Nepal para ver a sus dos hijos adolescentes. "Me necesitan", dice.

Al final confiesa que le ha gustado que hubiera gambas. En Nepal el pescado es de importación y escasea. "En educación todo está obsoleto. Los contenidos son de hace 40 años y la mente del niño actual es científica y tecnológica: todo te lo cuestiona. El aprendizaje exige que la mente esté enfocada a algo", señala. Es esencial que el niño sepa cómo funciona su mente. Después de cada clase es útil preguntarle: "¿Cuánto rato has prestado atención? ¿Qué te ha distraído? ¿Qué has aprendido? Sobre el concepto. Sobre ti. ¿Cómo lo aprenderás (si no lo ha hecho)?". Son estrategias que, repetidas, llevan a la madurez.

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