domingo, 10 de abril de 2011

Un palíndromo singular.

Gilberto Prado Galán (Torreón, Coahuila, 1960) publicó a fines del año pasado un libro con 26 mil 162 palíndromos, lo cual lo convierte en el máximo practicante de este juego, ejercicio, especialidad, género o arte literario consistente en construir cláusulas que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. El volumen lleva por título uno de ellos de la mayor hondura poética y filosófica, Efímero lloré mi fe (México, Arteletra/ Ediciones sin nombre, 2010), y reúne los palíndromos que ha escrito desde sus inicios en este asombroso juego de la inteligencia.

Incluye un relato palindrómico de dos mil 711 palabras (acaso el más largo de la lengua española) y el ensayo El arte del palíndromo, en donde, además de profundizar en la historia y el desarrollo de los palíndromos desde la Antigüedad y conectarlos con ejercicios algebraicos, geométricos y matemáticos, el autor ofrece las claves y secretos para la construcción de estos imaginativos delirios literarios.

Poco antes había publicado el cuadernillo A la gorda drógala (Arteletra), una suerte de guía para la construcción de ese tipo de textos, y en este 2011 llega también a librerías Sorberé cerebros (Colofón), antología donde compila palíndromos de 54 autores, desde los clásicos de Cortázar, Monterroso, Arreola y demás, hasta los de autores contemporáneos, y también aquellos logrados por los seguidores del género en la cuenta de Twitter abierta por Prado Galán para tal fin. Conversamos sobre los secretos de esta práctica con el también integrante del Club Internacional de Palindromistas, cofradía exclusiva con sede en España.

AG: Has ganado premios de ensayo como el Malcolm Lowry y el Lya Kostakowsky. ¿Cómo fue este encuentro tuyo con los palíndromos?
GPG: Yo empecé en Torreón, en un café que se llamaba Benavides. Tenía un amigo ingeniero que se llama Héctor Matuk y él hacía palíndromos, unos muy buenos, como, por ejemplo: “Son o locos, o colonos”. Le pregunté cómo los hacía y me dio algunas claves. Se trata un poco de buscar palabras que tengan varias vocales y sin consonantes consecutivas. Suena fácil, pero a la hora de escribirlo está cabrón. Me dediqué a escribirlos por años y luego me retiré.

Creí que había hecho el mayor número de palíndromos, así como el más largo del idioma, hasta que un amigo español, David Torres, me comentó que había un palíndromo de George Perec con no sé cuanto miles de letras y de palabras. Lo busqué en Google como “1969 El gran palíndromo” y apareció desplegado en francés, es un milagro. Entonces me di a la tarea de hacer el palíndromo más largo del español, el cual aparece al final de Efímero lloré mi fe. Pero no he descuidado otros géneros. Tengo cinco vertientes, una los ensayos literarios, otra los ensayos intuitivos de pasmos cotidianos, otra los palíndromos, más la poesía y los artículos.

En 2007 publiqué los ensayos Fragmentos del asombro y en 2008 Dolor de ser isla, título tomado de un verso de Vicente Huidobro. Es un poemario surgido a partir de la muerte de mi madre en enero de 2008; tuve en aquellos meses una especie de frenesí o furor literario y empecé a escribir. Ya había escrito como nueve mil palíndromos, hice el resto en ese año hasta completar los 26 mil 162. Lo trato de analizar y sucede que te cortan la raíz, que es la madre, y entonces vienen brotes terribles de creatividad sobre-compensatoria; es un poco lo que he sentido con esa obsesión de hacer tantos palíndromos. Hice el corte de caja con 26 mil 162 porque hay un palindromista español que había hecho 18 mil, no los publicó, pero sí los puedes ver en internet. Yo rebasé esa cifra y seguí escribiendo palíndromos; no era mi objetivo rebasar los 18 mil sino agotar todas las posibilidades idiomáticas, así los fui ordenando por temas y alfabéticamente.

El palíndromo es una rara ave, milenaria, quizá no más antigua que la poesía pero de seguro anterior a la narrativa y la novela. Hay palíndromos en casi todos los idiomas conocidos, incluso en lenguas prehispánicas, en chino hay palíndromos ideográficos, los hay en sueco, en inglés, en alemán, en fin...




AG: ¿Qué opinas de los detractores de los palíndromos? Hay quien los califica de inocuos y asegura que no aportan nada.


GPG: Hay lingüistas que han demostrado que los palíndromos tienen una función como intensificadores del diálogo entre los hemisferios cerebrales. En Rusia se ha demostrado que cuando alguien inventa un palíndromo se logra un espejeo muy curioso en la electricidad del cerebro, distinto al de otras operaciones lingüísticas y otras operaciones verbales. El cerebro es un ente simétrico, hay un cuerpo calloso, hay dos hemisferios y el palíndromo reproduce la estructura del cerebro.

Entonces el juego que haces con el lenguaje, y que es abstracto, tiene una encarnación en el gestor de los palíndromos. Ahora hay quienes hablan de palindromoterapia y dicen que si escribes tantos palíndromos con la palabra tal, la sintonía muscular te va a mejorar, o si escribes palíndromos así o asa te van a ayudar, es una exploración fisiológica del palíndromo, se investiga para qué sirve ese juego especular en el cerebro.

Una de sus peculiaridades es que el palíndromo lo puede inventar cualquier mortal, aun sin preparación literaria o aunque no haya estudiado retórica. En el Club Internacional de Palindromistas en Barcelona descubrí que éramos tres escritores y los demás eran ingenieros, arquitectos, matemáticos. El palíndromo es un álgebra verbal en busca de la simetría, es evidente que el eje de simetría es la letra que no se repite, y a veces es dual... Pero también, además del carácter lúdico, el palíndromo es una incesante búsqueda de sentido, de que el palíndromo tenga sentido y que a fin de cuentas tenga algo que decir.

Puedes tener palíndromos irónicos, hoy estuve tuiteando un palíndromo que dice: “Viva letal Alá: Tel-Aviv”. Hay también sinestesias, como “Ese clarol oral cese”, o poéticos como “Se nieve: leve Inés”. Y luego hay otros más audaces desde la perspectiva chusca, como “Ese pato Lucas usa culo, ¡tápese!”, que es un palíndromo muy conocido. Y otros que les gustan a los niños, como “Omar no cazaba la calabaza con ramo” o “Acá patinará la ranita Paca”.

Cortázar decía que el palindromista tiene un ánimo festivo, lúdico y pueril, que es como un niño de 60 años. El palindromista se conserva con una aguda ingenuidad del ánimo, yo lo digo en el prólogo de esta antología, donde se me ocurrió reunir a los palindromistas que me siguen en Twitter con los canónicos: Cortázar, Monterroso, Gerardo Deniz, Cabrera Infante y con los del Club Internacional de Palindromistas de Barcelona. Así surgió la antología.

AG: Te has convertido en el mayor palindromista de México, y sin duda de los máximos en el mundo, y ya perteneces a esa suerte de cofradía internacional de palindromistas.

GPG: Sí. Soy miembro de honor del Club Internacional y debo decir que me valoran. Ahora me invitaron a presentar la antología en Bilbao en abril próximo, durante el Congreso Internacional de Palindromistas. En este mundo de los palíndromos no hay ni pizca de envidia por la sencilla razón de que hay gente que ha escrito 10 que son luminosos, como Cortázar. Hay quienes tienen cientos como Juan Filloy, Víctor Carbajo, Darío Lancini y el español catalán Pedro Ruiz. Y luego hay otros, como Juan Luis Mora, que hace extraordinarios palíndromos y sólo tiene 30, no necesita hacer más. El género ha ido creciendo, porque como es de cofradía y de catacumba, los feligreses van poco a poco en aumento. El fervor que le prodiga la gente también crece. Antes quién sabía lo que era un palíndromo, hace 20, hace 30 años. Hoy es distinto.

AG: Cuéntame algo sobre los Congresos a los que has asistido.
GPG: La primera vez que fui, en 2008, me sorprendió mucho. Había gente de varias partes de España pero también había palindromistas de otros países. Fue en un lugar llamado Igualada; yo llegué a esto porque un palindromista mexicano que vive en Guadalajara, Ignacio de Jesús Sánchez Montes, me invitó al club. Me pidieron que enviara artículos, palíndromos, notas. La sede está en Barcelona pero hacen movimiento rotatorio para los Congresos. El primero al que asistí fue el de Igualada, el segundo fue en Torredembarra, cerca de Tarragona. El tercero va a ser en Ermua, cerca de Bilbao, en abril próximo.

Lo hacen en pequeñas comunidades porque todo es como en cofradía, en secreto. Hay un presidente del club, hay un secretario, tienen una revista que se llama Semagames (que es palindrómico) donde he publicado algunos artículos. Somos 30 o 35, y hay una palindromista de Chile que vive en Alemania, Sylvia Tichauer. Te digo esto porque yo tenía una idea equivocada. Si te fijas, en la antología hay sólo dos mujeres; no me había encontrado mujeres palindromistas hasta que entré al club. Ahora hay cada vez más mujeres.

AG: ¿Cuándo decidiste llevar este juego palindrómico a Twitter?
GPG: En junio de 2010. Ya estaba en Twitter Aurelio Asiain con sus palíndromos. Tiene poemas muy afortunados como palindromista. De los escritores que conozco nada más estamos él y yo, los demás participantes no son escritores. Hay un industrial, hay un publicista, un crítico de arte que están tuiteando palíndromos; la cosa está creciendo en el Twitter (@gilpg), y con las cápsulas palindrómicas que hago tres veces a la semana en el programa El Weso de la XEW.

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