martes, 24 de mayo de 2011

Chile, Allende otra vez.

Yo pisaré las calles nuevamente
Por: Ramón Lobo
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Hay símbolos que trascienden al personaje, a la persona, a sus defectos y virtudes, a sus aciertos y errores políticos. Hay símbolos que trascienden a la propia realidad de la que emanan. Los símbolos nacen de gestos excepcionales y del trabajo de sus seguidores. Uno de esos símbolos indudables es Salvador Allende, presidente de Chile (1970-1973).

Lo es en contraposición a Augusto Pinochet, héroe para algunos; maligno para otros. Lo tiene fácil el símbolo-Allende en su lucha de imagen con el general de las gafas negras y el gesto adusto, el traidor, el personaje burdo anticipado por grandes obras: Tirano Banderas de Valle Inclán, Señor presidente de Miguel Ángel Asturias y otras que recuerda Monterroso.

Gracias al empeño de Joan Garcés, abogado español que visitó La Moneda en las últimas horas de Allende, y del juez Baltasar Garzón, el golpista fue detenido en Londres. Llegó como expresidente y senador vitalicio y salió 503 días después de arresto domiciliario con triquiñuelas legales. El Gobierno laborista de Tony Blair resolvió el embrollo político de su posible extradición a España otorgándole la libertad por motivos humanitarios, razones que él nunca contempló para los demás.
.Aunque Pinochet no fue juzgado ni condenado perdió su sitio en la historia, el que se había reservado, para entrar en la de la infamia. Allí está con el argentino Jorge Videla, entre otros muchos.

Ayer fueron exhumados sus restos, como relató mi compañera Soledad Gallego Díez. Doce forenses internacionales determinarán si Allende se suicidó tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, como sostienen los golpistas y las pruebas y testimonios hasta ahora conocidos, o fue asesinado como defienden sus simpatizantes, o luchando como sostiene Fidel Castro, el hombre que le regaló el fusil que llevaba el 11 de septiembre de 1973.

El periodista de TVE José Antonio Guardiola, director de En portada, firmó en 2009 un reportaje sobre la muerte de Allende, que incluye imágenes inéditas. El reportaje se llama Allende, caso cerrado.


Los desgraciados años que siguieron al golpe de Chile, la muerte de Allende, el asesinato de Victor Jara, la muerte de Pablo Neruda, los desaparecidos y detenidos generaron decenas de canciones que cantadas en el exilio sirvieron para mantener viva la llama. Esas músicas chilenas saltaron fronteras y se hicieron argentinas, uruguayas, paraguayas, brasileñas, españolas... Esta es una selección, una parte que puede ser completada por otras propuestas. Las letras están fijadas a una época desaparecida, pero no las causas por las que cantaban, estas se renuevan cada día.

1) Venceremos. Himno de campaña de Unidad Popular. Además de las interpretaciones clásicas de Inti-illimani y Quilapayun está esta versión de Dean Reed, un tipo curioso, uno de las pocas personas que 'huyó' de Occidente al llamado Telón de acero.

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