lunes, 23 de mayo de 2011

El desfile de Cannes.

El desfile de Cannes
Por: Eugenia de la Torriente


A riesgo de molestar a los cinéfilos: ¡qué alivio que haya terminado la 64 edición del Festival de Cannes! La culpa de este hartazgo no la tienen -pobres- las películas a concurso sino el exceso de comunicados reinvidicativos de las marcas sobre lo que allí se ha puesto hasta el apuntador.



Uma Thurman, Karl Lagerfeld y Kirsten McMenamy en la gala de Amfar (Getty/ François Durand)
No tengo claro que a nadie pueda interesarle tanto la tercera pulsera de la mano derecha de una actriz. Como analiza Cathy Horyn en su blog, ¿de verdad necesitábamos saber que Edgar Ramírez entregó el premio a la mejor actriz llevando un reloj Chanel J12 de 41 mm? Pero comprendo que hay que aceptar este peaje por vivir en la industria del product placement globalizado en la que se ha convertido la moda.



La foto que distribuye Chanel de Edgar Ramírez y su reloj entregando el premio.

La directora de Vogue Italia, Franca Sozzani, también ha reflexionado sobre el asunto en su página. La italiana denuncia la apretada agenda social de fiestas de marcas de moda coincidiendo con el festival y el exceso de información que circula sobre los trapos. Su protesta no deja de ser curiosa ya que fue co-organizadora del desfile de moda Fashion for Relief (junto a Naomi Campbell) que hace una semana trató de recaudar allí fondos para Japón.





Naomi Campbell en la presentación del desfile Fashion for Relief, con una camiseta de Dolce&Gabbanna.

Es evidente que los organizadores del festival fomentan en parte todo este sarao. En Cannes hacen falta estrellas, ¿quién lo duda? Hay que preservar el espíritu de la celebración del cine de autor del que se enorgullece el concurso y, aún así, conseguir un evento de interés popular. Por eso -como es habitual desde hace años- en esta edición se han presentado fuera de concurso filmes como Piratas del Caribe 4 (protagonizado por Johnny Depp y Penélope Cruz), Kung Fu Panda 2 (con voz de Angelina Jolie) o El gato con botas (con ídem de Salma Hayek y Antonio Banderas).


Arriba, el diseñador Francisco Costa con las modelos Lara Stone y Natalia Vodianova en la fiesta de Calvin Klein en homenaje a las mujeres en el cine independiente celebrada el día 12 en Cannes. Debajo, Riccardo Tisci en la gala Amfar con Carine Roitfeld y Courtney Love vestidas de Givenchy (Getty).

La proliferación de actividades paralelas (como el citado desfile, la fiesta de Calvin Klein o la gala de Amfar del pasado día 19) así como el patrocinio de L'Oréal (que convoca a todas sus embajadoras al evento) crea una situación desconcertante. Los protagonistas del festival tienen que competir con apoteósicas beldades por la atención mediática global. Si a ello le sumamos que en esta industria global y millonaria hay que exprimir hasta la más pequeña ocasión publicitaria, obtenemos una avalancha de comunicados sobre el pintalabios, la ropa interior, las gafas o el bolso de mano que los invitados han ¿elegido? para dejarse ver en Cannes.



Jean Paul Gaultier, Marisa Parades (con vestido de Calvin Klein Collection), Antonio Banderas, Pedro Almodóvar (de Lanvin), Elena Anaya (con un vestido de Elie Saab), Jan Cornet y Blanca Suárez (vestida por Gucci) en el estreno de 'La piel que habito'.

El interés comercial que se agazapa tras esas apariciones le hace un flaco favor a algunas decisiones estilísticas. Al final, hay quien se viste más para satisfacer los intereses del sistema que en su propio beneficio. No se trata de elegir la prenda más favorecedora o acorde con la propia personalidad sino de ponerse la marca que toca (o paga). Caiga quien caiga. Incluso, uno mismo.


La modelo Eva Herzigova con un esmoquin de pantalón corto de Dolce&Gabbana (Getty).

Calificar de acierto o error lo que en estos días se ha visto es claramente subjetivo. A mi me ha interesado la gente que parecía estár cómoda en su piel. Vestida de sí misma y no un monigote en manos de otros. Entre otras, Inès de la Fressange de Carven, Karolina Kurkova de Vionnet, Giovanna Battaglia, Tilda Swinton de Haider Ackermann o Jane Fonda de Marios Schwab:



Y, casi todo el tiempo, Uma Thurman. La actriz ha exhibido una notable consistencia en sus apariciones como miembro del jurado. Trabajó con su estilista habitual, Anna Bingemann, que le preparó con anterioridad el extenso vestuario que ha lucido estos días. Una selección de variopintos diseñadores, sobre todo, europeos, que finalmente lanza un mensaje propio y coherente.



Uma Thurman en varios momentos de esta edición del festival. En la fila de arriba, vestida de Atelier Versace, Dolce&Gabbana y Chanel alta costura. En la de abajo, de Roland Mouret, Calvin Klein y Armani Privé (Getty).

No hay comentarios:

Publicar un comentario