jueves, 19 de mayo de 2011

La mujer que no lavaba ni un plato/ cuento corto

Matilde Hernández le presumía a sus amigas: "yo nunca he lavado un solo plato en mi vida".

Cuando Matilde se casó con el hombre más rico del púeblo, lo hizo con una sola condición: ella no lavaría jamás un plato ni un cubierto. El marido estuvo de acuerdo, pero estaba muy intrigado con esa exigencia extraña de su futura esposa.

Era un matrimonio con una intensa vida social, ya que no faltaba la pareja de amigos que los pedían de compadres para apadrinar a algunos de sus hijos, por eso siempre había alguna celebración en casa de ellos.

La mesa del comedor era amplia, cabían perfectamente sentados 24 personas.

Matilde cocinaba deliciosos platillos típicos de la región, y todos los comensales se iban complacidos después de una comilona en esa casa.

El rito ceremonioso que ocurría posteriormente a los banquetes, consistía en lo siguiente: Matilde recogía todos los platos sucios y los cubiertos, e inmediatamente eran dopositados en el gigantesco bote de la basura; eran desechados para siempre.

La razón era simple: Matilde tenía fobia a los microbios, por ello se lavaba las manos repetidamente, más aun si había sido saludada de mano por sus invitados. También se limpiaba el rostro con un gel desinfectante por si hubiera sido besada en las mejillas.

Era incapaz de pensar en comer en los mismos platos en que comieron otros seres humanos, le producía asco y nausea.

Lo que era un fastidio para su marido era hacer el amor con Matilde, ya que ella se cubría el cuerpo desnudo con una sábana blanca, previamente desinfectada, cuyo detalle simpático era un pequeño agujero en la mitad de la sabana, lo que impedía el contacto de los cuerpos.

Su marido era obligado a usar guantes de cirujano, no fuera ser que le contagiara alguna enfermedad o infección...

No hay comentarios:

Publicar un comentario