lunes, 23 de mayo de 2011

La vida privada de DSK.

La vida privada de Dominique Strauss-Kahn
“Ten cuidado: en Estados Unidos no se bromea. Evita tomar el ascensor tú solo con una becaria, ya sabes a lo que me refiero. Francia no puede permitirse un escándalo”, le habría dicho Sarkozy.


“¡Un socialista en el Fondo Monetario Internacional (FMI)!”, ironizaba la prensa financiera inglesa luego de su designación como director del máximo organismo económico mundial en 2007. “¡Y encima, francés!”, replicaban desde el otro lado del Atlántico los conservadores estadunidenses.

A Dominique Strauss-Kahn poco le molestaron los peros con que fue recibido su ascenso a la cumbre del poder financiero. Acostumbrado a jugar en las grandes ligas de la política francesa desde muy temprana edad, en pocos meses logró lo que parecía un milagro: sacar al Fondo del marasmo en el que se encontraba debido a su cuestionado rol en las crisis económicas que estallaron en los años ochenta y noventa en Asia y Latinoamérica. Tanto que no dudó en utilizar al FMI como una plataforma indirecta desde la cual lanzarse a la conquista de la Presidencia francesa. Mas el 15 de mayo un par de policías se introdujeron en la cabina de primera clase del avión que había abordado hacía unos minutos en el aeropuerto de Nueva York y le comunicaron que debía acompañarlos.

LA GAUCHE CAVIAR
Hijo de una familia de origen judío radicada en Neully-sur-Seine, Dominique Strauss-Kahn —DSK, como se lo conoce en Francia— nació hace 62 años bajo la estrella de los que están destinados a triunfar. Educado en las escuelas y universidades donde se forja la crema y nata de la élite gobernante francesa, se diplomó en Comercio, Ciencias Políticas, Derecho y Economía.

Con apenas 37 años fue elegido diputado por el Partido Socialista en 1986, en pleno apogeo del “emperador” François Mitterrand, el hombre que durante décadas hegemonizó los destinos de la socialdemocracia gala. A sus 42 años un primer ministro gris, Pierre Beregovoy, lo nombró al frente del Ministerio de Industria y Comercio. Sus pintas de niño bien, buen mozo y afecto al chiste fácil con los periodistas lo pusieron rápidamente en la mira de las revistas del corazón, que no tardan en difundir un rumor a voces entre sus pares: sus artes de seductor y su manía por el sexo a todas horas.

En 1997 el primer ministro Lionel Jospin, su mentor dentro del Partido Socialista, lo nombró Ministro de Economía y Finanzas. Fue entonces cuando el socialdemócrata tibio dejó lugar al neoliberal convencido, y entonces enfrentó una furiosa lucha contra el déficit público, un mal endémico de la economía francesa, y emprendió la privatización de los grandes dinosaurios del Estado: France Télécom y Air France, lo que lo transformó en una especie de bestia negra de los sindicatos.


Mientras se batía con dureza por imponer el euro en Francia, la moneda única que tanto espanta a los tradicionalistas empresarios galos, su nombre comenzó a sonar con fuerza entre las familias socialistas que buscaban con desesperación una figura carismática capaz de reemplazar al fallecido Mitterrand. En 2007 se lanzó al ruedo como candidato presidencial, convencido de que era el hombre que el partido necesitaba para recuperarse de 14 años fuera del Palacio del Eliseo. Pero los militantes socialistas no lo apreciaron: lo vieron como un dandy, demasiado atento a los cantares del poder financiero y económico, que ha ido escalando posiciones a golpe de divorcios hasta casarse en terceras nupcias con su actual mujer, Anne Sinclair, una conocida periodista de televisión, estrella de la Télévision Française 1 (TF1), quien además de hermosa es una de las herederas de la gigantesca fortuna del reconocido comerciante de arte de Nueva York Paul Rosenberg.

Su candidatura hizo agua frente al arrollador encanto de Ségolène Royal, la primera mujer en alzarse con la candidatura presidencial francesa; pero DSK coronó la derrota con una inesperada alfombra roja: su designación al frente del FMI, un regalo que al principio creía envenenado, pero que recibió con ímpetus de caballero. Antes de partir rumbo a su destino en Nueva York, el presidente conservador Nicolás Sarkozy le lanzó una advertencia premonitoria: “Ten cuidado: en Estados Unidos no se bromea. Evita tomar el ascensor tú solo con una becaria, ya sabes a lo que me refiero. Francia no puede permitirse un escándalo”.

DEL FONDO AL FONDO
Su ascenso a la cima del FMI no pudo producirse en peor momento. La entidad estaba siendo ninguneada por los países que durante las décadas anteriores habían sufrido las imposiciones del poder financiero internacional, y algunos de sus eternos acreedores, como Argentina o Brasil, habían saldado sus deudas con el organismo y anunciado, a quien quisiera oírles, que ya no querían saber nada de sus recomendaciones. La liquidez en la que flotaba la economía mundial hacía inútil la presencia del FMI como prestamista de última instancia a Estados superavitarios que no lo necesitaban, e incluso en los corrillos políticos comenzaba a cuestionarse su rol y hasta su mera existencia. DSK comprendió que sólo podía sacarlo de su atonía un virulento cambio de timón.

La oportunidad se le presentó en 2008, cuando el estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos produjo una crisis económica mundial como no se veía desde la Gran Depresión de 1929. Strauss-Kahn recomendó una fuerte inversión estatal para frenar la hecatombe y aprovechó su influencia internacional para desplazar de la escena al Grupo de los Siete (G-7), el viejo puñado de grandes potencias mundiales que fue entonces reemplazado por el Grupo de los 20 (G-20), que incorpora a la gran mayoría de países emergentes.

La jugada le da talla y prestigio de dirigente internacional, tanto como para hacer olvidar su primer lío de faldas en 2008, cuando una empleada del Fondo, la economista húngara Piroska Nagy, lo acusó de abusar de su posición para intentar conquistarla. “Es un tipo de hombre que no puede trabajar con mujeres a sus órdenes”, escribió Nagy en una carta. Su mujer se apresuró a disculparlo en su blog, dando pabilo a las revistas del corazón: “Fue una cosa de una noche, nos queremos como el primer día”, afirmó. El FMI se hizo de la vista gorda, explicando que no había habido intento de forzar la relación ni trato de privilegio alguno, aunque la firma de abogados que condujo la investigación independiente ordenada por la entidad aconsejó establecer mayores exigencias para su director gerente dada “su prominencia y las consecuencias para la reputación” de la institución que representa.

CES’T LA VIE, MON CHER
Su prestigio siguió en aumento, a la par que su heterodoxia. Mientras que realizaba profundas reformas en el FMI, se animó incluso a defender el control de capitales “golondrinos” que algunos países aplican para evitar la formación de burbujas financieras, una auténtica herejía que 20 años atrás le hubiera valido poco menos que la hoguera. La prohibición de realizar declaraciones políticas en Francia hizo crecer su figura más por omisión que por mérito, y las encuestas comenzaron a sonreírle en su tierra natal.

Tanto que ya se daba por descontado que antes del 13 de julio —fecha en la que vence el plazo para presentar candidaturas a las primarias en el Partido Socialista— DSK iba a presentar su renuncia al Fondo para lanzarse de lleno a la conquista del Eliseo. Los conservadores franceses le temían y la prensa había comenzado a sacar sus trapitos a la luz, y criticaba su afición por los autos caros, sus trajes de cuatro mil 500 dólares y los 150 mil dólares que se gastó sólo en equipar su cocina del palacete del siglo XIX que tiene en Marraquech. Hasta el propio Nicolás Sarkozy, al que más de una vez se le han criticado sus manías de nuevo rico, exclamó: “A su lado, yo soy un monje trapense. Mi reloj al lado del suyo es una birria”.

Las cosas tal vez no hubieran ido a mayores ante un electorado que históricamente da poco peso a la vida privada de sus políticos y cada vez más acostumbrado a ver cómo sus líderes compiten por ver quién tiene el reloj más grande. Pero incluso en Francia, una cosa es la lubricidad consensual y otra el abuso: el pasado sábado 21 una camarera de 32 años, de descendencia africana y residente en el neoyorquino barrio del Harlem, entró a la habitación de tres mil dólares por noche en la que DSK se hospedaba, pensando que estaba vacía.

Lo encontró desnudo. Según su relato, el director del FMI no le dio tiempo para escapar: primero la introdujo en el baño obligándola a practicarle sexo oral y luego intentó violarla arrojándola sobre la cama. Sea cierta o no la historia, el episodio ha caído como una lápida sobre sus sueños presidenciales y, aunque logre zafarse de la cárcel, le costará convencer al mundo que aún sigue en carrera. Su rostro desencajado mientras los agentes estadunidenses lo conducían a la prisión lo dice todo. Touché. C´est fini.



Dan a Strauss-Kahn libertad bajo fianza
El pasado jueves 19 de mayo las autoridades judiciales de Estados Unidos otorgaron una fianza de un millón de dólares al ex director-gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, quien podrá permanecer en arresto domiciliario imputado por la fiscalía de Nueva York tras siete cargos de abusos sexuales e intento de violación.

El político francés de 62 años dejó otro depósito de cinco millones de dólares, entregó su pasaporte a las autoridades y llevará consigo un brazalete electrónico para monitorear sus movimientos. John McConnell, de la fiscalía neoyorquina, señaló que las pruebas son “suficientemente sólidas” como para proceder a su acusación formal, además de señalar que “los cargos en su contra son muy graves”.
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