jueves, 19 de mayo de 2011

Melquiades/ cuento corto.

Por María Eugenia Mijangos.

Melquiades

Acaba de salir de la casa y camina lo más cerca posible de la pared. Afortunadamente son solamente cuatro cuadras las que tiene que recorrer de ida y vuelta, para poder hacer la compra de la quincena.

Cada vez que se ve obligado a salir, es una auténtica tortura, sabe que por limitado que sea el recorrido, no podrá evitar algún roce, alguna espalda que se pegue a la suya, alguna mano amiga que pretenda saludarlo o lo que es peor alguna saliva o algún aliento que le lleguen muy de cerca.

Melquiades llega a la abarrotería y espera su turno, ya frente al mostrador, entrega el listado al dueño de la tienda. Le parecen horas las que tiene que esperar, de pronto ve que entra Clara, quisiera desaparecer, se encoge, pero a los pocos minutos los ojos sagaces de ella lo han detectado, jubilosa se dirige a saludarlo, lo abraza, lo besa y le da hasta un pequeño pellizco en la cara.

Melquiades suda profusamente, el tendero le entrega la compra, paga y sale corriendo.

De regreso el mismo ritual, camina presuroso y pegado a la pared.
Ya en la casa, se lava las manos y la cara y respira tranquilo, está solo, no hay presencia humana cercana, ningún olor o respiración. Prende el televisor y se sirve una cerveza, tiene que celebrar, ya hizo la compra, pasó ese rato tan odiado y temido, tendrá que salir de nuevo cuando pasen quince días.

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