jueves, 19 de mayo de 2011

Plaza del Sol: que se vayan todos.

En Madrid, la Puerta del Sol tiene su propia versión del "que se vayan todos"
Miles de "indignados" se quejan de la clase política y están dispuestos a resistir. La inusual protesta en la capital española, que atraviesa su quinto día, bajo la mirada de una periodista de Clarín.



Algunos salieron a limpiar los vidrios de los autos con copias de sus diplomas universitarios. Otros se quedaron bajo las bolsas de nylon que hacen las veces de techos, barriendo los cartones que la lluvia convirtió en pasta. Comen el arroz cocido que algún vecino les dona, las sobras que les regalan los dueños de los bares cuando los turistas se alejan. Hay veinteañeros y no hace falta que los carteles expliquen por qué: casi la mitad de los jóvenes españoles están desempleados. Pero también están sus padres, hay ancianos y sobran niños: un campamento en la madrileña Puerta del Sol que lleva cinco días de gestación, que aún no tiene alternativas concretas pero que propone una historia conocida en otras geografías: "Que se vayan todos".

Algunos dicen que la organización del movimiento 15M –nació públicamente el domingo, 15 de mayo, cuando reunió a más de 20.000 personas en esta misma plaza-, copió el modelo de los manifestantes egipcios. Lo cierto es que aquel campamento improvisado el domingo por un puñado de jóvenes luego de que la policía detuviera a 19 manifestantes, derivó en un pequeño "estado autogestionado". Los "indignados" habían creado sus cuentas de Twitter y Facebook en inglés: spanishrevolution. Se habían pensado mirando al mundo.

De las barandas de la estación de subte cuelgan las frazadas que anoche se ensoparon. Alguien ha modificado el cartel que nombra a la estación: en vez de "SOL" ahora se llama "Plaza de la SOLución". Los "indignados" –así se bautizaron- se organizaron en comisiones: comunicación, información legal (con un abogado de guardia rotativo), infraestructura (que hoy pedían escaleras para montar una carpa mayor), cuidados (encargados de la limpieza y de una enfermería montada con los remedios que los vecinos traen de sus botiquines), acción, extensión (que difunden lo que sale en los medios) y alimentación.

"Lo que nos une es el rechazo a esta clase política, al bipartidismo del PSOE y del PP. Es como una dictadura, pero de dos", dice Nacho Bueno, de 18 años, mientras le agradece a una desconocida tres bolsones de lechuga. Los carteles que ahora empapelan la puerta vidriada de la salida del subte y los puestos de diarios coinciden: "Si votas, no te quejes: PP$OE".

El domingo habrá elecciones municipales y autonómicas, pero los acampantes tienen la vista puesta en las generales. "Estudié cinco años para ser abogado, pero trabajo de empleado de seguridad", gritó por altavoz un hombre durante la asamblea del mediodía. "El voto nulo y en blanco también les dan dinero a los partidos", aclaró. Es cierto. Pero muchos creen que la abstención o la impugnación del voto es otro eslabón de lo que llaman "el proceso".

El cielo iba poniéndose negro y algunos evaluaban la posibilidad de crear una comisión de desalojo. "Hay que estar preparados para armar un cordón humano en caso de que la policía quiera sacarnos". Ayer, las mismas redes sociales que hicieron de imán, metían miedo: que estaban cercando la plaza, que era una emboscada para que no pudieran salir. En el cielo, los helicópteros completaban la escenografía. Pero con las urnas tan cerca, nadie se atrevió a asumir el costo del desalojo.

Por allí, entre el buzón de propuestas, las pequeñas asambleas y los cuatro baños químicos donados, Noelia Moreno, 29 años, "en paro" desde marzo, decía: "El lunes, cuando vi lo que se estaba gestando, me subí a un autobús y viajé desde Pamplona. Hace 48 horas que no duermo y fui al baño de favor a ese bar. Vine porque el sistema electoral es una estafa: beneficia a las mayorías y hace que los partidos chicos tengan una representación muy inferior a los votos que consiguen".

"Lo llaman democracia y no lo es...", "Que no, que no, que no nos representan...", cantaban. "Es que da igual a quien votes porque no hay participación real. Al final los que cortan el bacalao son los grupos financieros: los mismos que han hundido al sistema. Rescatan a los bancos en vez de rescatar a los que se quedan sin vivienda, les sacan el dinero a los pensionados, suben dos puntos el IVA pero ellos tienen sueldazos, coches caros y no son capaces de viajar en clase turista para ahorrar", dice Pepe, funcionario del ministerio de Sanidad. Algunos carteles coinciden: "PSOE, PP, la misma mierda es", "Al banco salváis, al pobre robáis"; "No es crisis, es una estafa".

Atardecía. A la nueva "Plaza de la SOLución" comenzaban a llegar cartones secos para armar sectores de descanso con pasillos de circulación interna. El "que se vayan todos" sonaba cada vez más familiar: pedían el fin de los partidos políticos y proponían una nueva medida ruidosa: una "caceroleada". Alguien pegaba con cinta un cartel y se alejaba: "Ha empezado ya", decía.

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