sábado, 21 de mayo de 2011

Si los niños te aman, aprenden todo.

Si los niños te aman, aprenden lo que tú quieras"


Si las maestras rusas fueran un ejército, Marina Polisar, vicedirectora de la escuela pública número 1252 de Moscú, sería general del Estado Mayor, y más aún, un general querido por sus tropas. Ha consagrado su vida al español y no es posible hablar de la enseñanza de esta materia en Rusia sin mencionar a esta mujer apasionada, capaz de trasmitir no solo un idioma, sino también la curiosidad y el respeto por otras culturas. Polisar acaba de dar una clase a media docena de adolescentes que exhiben un excelente nivel de castellano. La ha impartido en su propio despacho, decorado con el escudo del centro, la letra "eñe" por ser el símbolo más exclusivo del español y el lema "quien la sigue la consigue".


La maestra es una institución en Rusia por su entrega al español
La cantina de la escuela tiene aire de bodega. Al fondo, un aparador castellano; sobre la mesa, un mantel estampado de hortalizas. En el autoservicio, la camarera nos cobra a regañadientes dos menús del día. La ensalada y la sopa son aptas para estómagos delicados. Polisar, que está a dieta, reemplaza el hígado al estilo Strógonov, clásico de las cantinas rusas, con pescado hervido traído de su casa.

"Comencé a estudiar español en la escuela 110, inaugurada en 1962 como resultado del interés que la revolución en Cuba despertó en la URSS", dice. En 1973 se abrió el 1252, que lleva el nombre de Miguel de Cervantes, y Marina aceptó un puesto allí, aunque su padre, físico en un instituto secreto, deseaba que se dedicara a la investigación. En 38 años, ha enseñado a varias generaciones de moscovitas. Ella prefiere ser el "alma" de la escuela y no la directora, puesto al que renunció para no desgastarse en la burocracia.

Polisar logró que el español tenga un estatus privilegiado en Moscú-Norte, una zona de la capital donde viven dos millones de personas y donde ya hay ocho escuelas públicas en las que se imparte el castellano como segunda lengua. Moscú-Norte ha comenzado un intercambio con Las Rozas (Madrid), el primer municipio de España que introdujo el ruso como idioma optativo en la secundaria. La influencia de Polisar llega hasta Siberia. "Al seminario estatal de profesores de español, este año vinieron maestros de Tuvá, Norilsk y Chitá", dice refiriéndose a tres localidades a miles de kilómetros.

Compartimos mesa con varias profesoras. La escuela tiene 750 alumnos. En el primer curso, hay tres grupos dedicados al español, 25 alumnos por grupo. En Rusia hay cinco escuelas que otorgan el título de bachillerato español y la 1252 fue la primera.

"Cuando los niños te aman, puedes hacer que aprendan lo que tú quieras", dice la Polisar, distinguida con la orden del Mérito Civil (1992) y el lazo de Isabel la Católica (2005). En época difícil para los maestros rusos, renunció a pasarse al sector privado, donde sus condiciones materiales hubieran sido mucho mejores, pero donde cree que no hubiera visto "el brillo" en los ojos de sus alumnos. "Muchas de las escuelas privadas se crearon al servicio de niños privilegiados y poco motivados", dice. ¿Cuánto gana un maestro?

En Moscú, gracias a los complementos municipales, puede cobrar cerca de 30 mil rublos (750 euros), el triple que en provincias. Al salir de la cantina, unos estudiantes nos ofrecen bombones y sonrisas. El entusiasmo por enseñar y aprender, esos excelentes sentimientos que hoy se asocian poco con Rusia, se dan aquí y son reales.

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