sábado, 9 de julio de 2011

Argentina se pierde en Villa Freud.

Argentina se pierde en 'Villa Freud'


Si el problema no es de confianza, ni todos los psicólogos del país, que salen a uno por cada 125 habitantes, podrán ayudar a la selección albiceleste


La economía y el deporte tienen mucho que ver. No porque se desarrollen al unísono, sino porque los dos parecen depender mucho de la confianza. Si los mercados se deprimen, si no tienen confianza, todos los ciudadanos sufrimos un ataque de angustia, aumenta el índice de suicidios y políticos, y expertos se desesperan buscando la fórmula que permita devolver el ánimo a tan importantes protagonistas. Está claro que en el fútbol pasa algo parecido. Desde luego, en Argentina, donde, por un lado, la confianza resquebrajada en el papel de la selección en esta Copa América, y por el otro, el pésimo estado de ánimo de su mejor jugador, Lionel Messi, certificado por su padre ("Lio esta mal.

Es la primera vez que le silban", dijo), ocupan todos los programas de televisión, todos los las primeras páginas de los periódicos y todas las radios. Incluso hoy, que se celebra una importante Fiesta Patria, el aniversario de la Declaración de Independencia, y es el día de reflexión (sin alcohol) previo a las importantes elecciones locales que se celebran mañana domingo en Buenos Aires Capital Federal.

Es extraño que en un país como Argentina, en el que resulta casi un tópico hablar de sus estupendos psicólogos, nadie encuentre la manera de ayudar al cada día más triste Batista, a la selección en su conjunto y al genial Messi, en particular. La potencia y el papel de los psicólogos argentinos no son un tópico, sino una realidad palpable. En pocos lugares del mundo se puede apodar un pequeño grupo de calles como "Villa Freud", por la concentración de psicoanalistas.

Y Villa Freud existe y prospera, en medio del hermoso barrio de Palermo, lleno de pequeñas casas y centro de las mejores tiendas de diseño y la mejor ropa, de los restaurantes más cool y de algunas de las librerías más evocadoras de la ciudad. Tampoco debe haber muchos en los que se practique el psicoanálisis vía Internet o Skype (algo que no todos aprueban), pero que en Argentina no es nada extraño.

Y no solo para psicoanalizados en viaje, que necesitan localizar urgentemente a su terapeuta, sino también para quienes son fanáticos de las nuevas tecnologías y buscan un mecanismo más novedoso y, quizás, más barato.

En fin, basta con ver los datos que mencionó el muy polémico crítico del psicoanálisis Mario Bunge en un reciente artículo en La Nación para comprender de qué se trata: en Buenos Ares hay, psicólogo arriba, psicólogo abajo, unos 800 profesionales por cada cien mil habitantes, o dicho de otro modo, uno por cada 125. Imposible que entre todos ellos no exista el profesional indicado para relanzar a la selección argentina, superar este pésimo arranque y poner las pilas a Messi para el resto del torneo, como le gritan desde las gradas.

Salvo, claro está, que el problema no sea de confianza, sino de juego puro y duro, en cuyo caso ni toda Villa Freud podrá ayudar a la albiceleste.

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