jueves, 7 de julio de 2011

Fiesta en casa de Caperucita roja.

Fiesta en casa de Caperucita Roja
Un baile inspirado en los cuentos de hadas, en el castillo de Valentino cerca de París, cierra de forma no oficial la semana de la moda de la alta costura


"Pero, Natalia, ¿es que no sabías que había que venir de blanco y plata?", le preguntaba con una falsa sorpresa Mario Testino a la modelo Natalia Vodianova, vestida de color escarlata. Era, obviamente, una entrada que el fotógrafo tenía preparada. Todo el mundo sabía que Natalia, la estrella de la noche, acudiría vestida de Caperucita Roja a la gala que la rusa organizaba en el castillo de Valentino a las afueras de París. Una larga trenza y una tiara de perlas completaban su principesco atuendo.

El arte del ballet. El diseñador francés estrena socios, ya que desde el mes de abril Puig posee una porción mayoritaria de la compañía. El grupo catalán le compró su participación a Hermès en un movimiento que consolida la apuesta por la moda. Jean Paul Gaultier es la única firma de las que controla (Carolina Herrera, Paco Rabanne y Nina Ricci) que sigue haciendo alta costura.

El terreno en el que la fantasía de Gaultier sigue dando mejores resultados. Esta colección estaba muy libremente inspirada por el ballet. Los zapatos de tacón invisible, por ejemplo, simulaban una bailarina de punta.

La fantasía de los cuentos era el tema del baile cerraba de forma no oficial la semana de la moda de la alta costura. Bautizado como The White Tale Love Ball congregó a 450 invitados para recaudar fondos para la fundación de Vodianova.

Además de los 1.500 euros que costaba sentarse en una de las mesas cubiertas de falsa escarcha, el dinero se obtenía a través de una subasta: Vodianova ha convencido a 45 diseñadores y marcas para que creen un vestido único inspirado en los cuentos infantiles. Anoche, desfilaron por una pasarela de espejo instalada en una carpa que recreaba un bosque nevado en pleno mes de julio. De ahí que la invitación pidiera a las mujeres que fueran vestidas de blanco y plata.

Un código que permitió a Carine Roitfeld, ex directora de la edición francesa de Vogue, lucir uno de los diseños de la última colección de Riccardo Tisci para Givenchy, mostrada el día anterior. Anne Hathaway, que presentó el evento con un exquisito Valentino vintage fue otra de las que le sacó buen partido a la premisa. Daphne Guiness aprovechó la unanimidad cromática para llamar la atención con una túnica multicolor de Alexander McQueen.

El veterano diseñador, retirado desde 2008, cedió sus instalaciones y aprovechó para mostrar una selección de trajes de sus archivos. Diseños en blanco y negro entre los que estaba el traje que llevaba Julia Roberts cuando obtuvo un Oscar, pero que sobre todo pertenecían a la colección que en 1990 dedicó al artista austríaco Hans Hoffman. "Cuando Valentino nació, la elegancia ganó un campeón y nuestros bolsillos, una desgracia", le dijo Hathaway desde el escenario.

El desfile, en el que participaron modelos como Stella Tennant, Karlie Kloss o Mariacarla Boscono fue el mejor momento de la velada. Lo cerró la propia Natalia con el diseño inspirado en Caperucita obra de Valentino Garavani. Durante la cena de salmón y caviar, servida por Caviar Kaspia, se pudo pujar en silencio por los vestidos. Después se saldaron nueve de los lotes.

El que más dinero obtuvo, por supuesto, fue el traje de Garavani: 110 mil euros. Le siguieron otras dos piezas con cierto valor morboso: un Balmain firmado por Christophe Decarnin (55 mil) y un Dior de John Galliano (45 mil). Ambos diseñadores han sido despedidos en los últimos meses de las casas. Notas de melancolía en las que seguramente pocos pensaban cuando Brian Ferry empezó su actuación y las modelos tomaron al asalto la pista de espejo.

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