domingo, 10 de julio de 2011

Italia ¿demasiado corrupta?

Italia, ¿demasiado grande o demasiado corrupta?
Veinte años de berlusconismo han convertido al país en poco fiable, incapaz de frenar la evasión fiscal ni de volver al crecimiento


Silvio Berlusconi lleva dos días en silencio, mudo. Tras la inoportuna entrevista que puso al borde de la dimisión a su ministro de Economía, Giulio Tremonti, y el viernes negro en la Bolsa de Milán y los mercados de deuda, el primer ministro ha evitado comentar durante el fin de semana la penúltima mala noticia: la sentencia que condenó a Fininvest, su empresa madre, a indemnizar con 560 millones de euros a CIR, la compañía de su competidor histórico, Carlo de Benedetti.

Los jueces del Tribunal de Apelación de lo civil han dicho que Berlusconi fue responsable y primer beneficiario del soborno del juez Vittorio Metta, que decidió a favor de Fininvest el largo litigo conocido como Laudo Mondadori en 1991. La decisión certifica 20 años después que Berlusconi (quien se escapó de ser condenado penalmente en su día solo por la prescripción del delito) construyó su imperio editorial gracias a que compró a un juez.

Esta nueva losa para la credibilidad del primer ministro llega en el peor momento posible para Italia, cuando una tormenta perfecta, adobada con otros escándalos de corrupción, insultos entre ministros y una creciente fragilidad política, se cierne sobre el país.

Un portavoz oficial ha dicho este domingo que Berlusconi estaba dedicado "a tareas de Gobierno ante la apertura, el lunes, de los mercados", y ha añadido que cualquier comentario sobre la multimillonaria multa a su empresa podría tener "consecuencias económicas".

Pesimismo

Según ha trascendido, Berlusconi pidió al regulador de la Bolsa, la CONSOB, que estudie prohibir este lunes las operaciones en descubierto para frenar ataques especuladores. El economista Giacomo Vaciago explicó: "Si prevés medidas contra la especulación es porque crees que la habrá. Así que el viernes negro no se debe atribuir ya a un incidente político sino a una opinión permanente, lo que hace pensar: "estamos realmente mal". Mientras tanto, para confirmar que la economía real está peor que nunca, una encuesta señalaba que solo uno de cada cinco italianos saldrá de vacaciones este año. En 2010, salió uno de cada dos.

La pregunta que se hacen cuantos ven con pánico esta mezcla endemoniada de irresponsabilidad política y debilidad económica es si Italia es, en este momento, demasiado grande para caer o demasiado corrupta para sobrevivir. La respuesta, en un país que sigue siendo la séptima potencia mundial y el segundo exportador europeo, no parece tenerla clara ni siquiera la oposición.

Su líder, Pierluigi Bersani, ha recordado este domingo que la sentencia del caso Mondadori es otra mala noticia para un país que, tras 20 años de berlusconismo y diez de Ejecutivos dirigidos por el magnate milanés, ha perdido casi toda su fiabilidad internacional y toda su capacidad de progreso: en la última década, solo Haití y Zimbabue crecieron menos que el Belpaese.

El dato definiría por sí solo un posible escenario "a la griega". Pero no es el único. La corrupción es, en esencia, la primera pata y razón de ser del sistema de poder instaurado por Berlusconi. La segunda, complementaria, es una evasión fiscal descabellada, y pese a todo tolerada y a veces incluso alentada: tres amnistías fiscales en nueve años, festejadas como regalos por las mafias.

Berlusconi y Tremonti se odian hoy a conciencia, pero han gobernado juntos una década; los resultados son de ambos. Aunque Tremonti presuma fuera de ser el rey de la contención y el rigor, ha sido incapaz de meter mano a la tercera pata "griega" que asusta a Europa: una deuda pública que galopa por encima del 120% del PIB.

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