domingo, 10 de julio de 2011

Los lugares favoritos de Hemingway.

Siguiendo el rastro de Hemingway en su paso por Cuba

Los lugares que frecuentó el escritor se han convertido en atractivos turísticos. En algunos, aún se conservan objetos personales


“Uno vive en esta isla porque para ir a la ciudad no hace falta más que ponerse los zapatos, porque se puede tapar con papel el timbre del teléfono... y porque en el fresco de la mañana se trabaja mejor y con más comodidad que en cualquier otro sitio. Pero esto es un secreto profesional, que prefiero no difundir demasiado”, decía Ernest Hemingway cuando le preguntaban por qué había elegido a Cuba para vivir durante tantos años.


Fue en 1928 cuando el Premio Nobel de Literatura realizó su primera visita a la isla. Bastaron dos días para que se enamorara de este destino. Cuatro años después aprovechó la invitación de un navegante y contrabandista americano para practicar la pesca deportiva, actividad que le fascinaba.

Así, con el pretexto de escribir artículos sobre este deporte, Hemingway comenzó a viajar a Cuba con más frecuencia. Durante su estancia se alojaba en el hotel Ambos Mundos, ubicado en el centro de la Habana Vieja, y uno de los puntos que forman parte de los lugares para conocer que corresponden a algunos de los sitios donde el escritor se inspiraba.


Además de hospedarse en este inmueble, los visitantes pueden recorrer la habitación donde solía alojarse el famoso novelista, desde donde se observa una bella vista panorámica de la ciudad.

“Las habitaciones de la esquina noroeste del hotel Ambos Mundos dan a la antigua catedral, la entrada del puerto y el mar por el norte, y por el oeste a Casablanca y los tejados de las casas que se extienden hasta el puerto y a todo lo ancho de él”, describía Hemingway a este lugar, agregando que “era un buen lugar para escribir” .


La habitación se encuentra tal como el escritor la dejó. Aún se pueden observar sus trofeos de pesca, una réplica exacta de su barco de pesca, el Pilar, así como su vieja máquina de escribir de teclas de bronce pintado, de donde saldrían muchas de las páginas del libro Por quién doblan las campanas.


También se visita el bar La Floridita y La Bodeguita del Medio, ubicados a unos pasos del hotel, donde el escritor se relajaba con un daiquirí o un mojito típico cubano.


Isla que inspira
Ya a las afueras de La Habana, en el poblado de San Francisco de Paula, el Museo Ernest Hemingway es otro sitio de visita programada en el itinerario. Este sitio, instalado en la Finca Vigía, sería la casa donde el Nobel estadunidense vivió alrededor de 20 años.


Tras el suicido del novelista en 1961, dando cumplimiento a la voluntad de Hemingway, Mary Welsh, su última esposa, donó la propiedad al Gobierno Revolucionario de Cuba. Un año después, el 21 de julio de 1962, fecha en la cual el novelista habría cumplido 63 años, la casa es inaugurada como Museo, convirtiéndose en la primera institución creada en el mundo para divulgar la vida y obra del denominado Dios de Bronce de la literatura norteamericana.


La casa-museo, aún conserva la platería y el mobiliario diseñados por Mary Welsh, así como la colección de libros, discos y cuadros, el atril donde trabajaba, fotos que muestran la afición del escritor por la pesca, la caza y el boxeo, además de los carteles de corridas de toros que allí colocó para sentirse más cerca de la fiesta brava que tanto le atraía.Incluso todavía se conservan los lentes de lectura que utilizaba el Nobel estadunidense y un banquito con la frase “Poor Old Papa” (Pobre viejo) inscripta en él, regalo de su segunda esposa, y junto a la pileta de natación se observan las lápidas de los cuatro perros que seguían a Hemingway a todos lados.


También se puede visitar la biblioteca del autor, con cerca de nueve mil ejemplares, la sala de armas y la torre donde habitaban entonces los 57 gatos del escritor.
Ahí, Hemingway escribió gran parte de su clásico El viejo y el mar. “Es un buen lugar para trabajar porque está fuera de la ciudad y enclavado en una colina...”, solía decir de Finca Vigía el autor.


Otros sitios de visita son la cayería de Jardines del Rey, una serie de parajes que fueran descritos en la novela Las islas del Golfo, y Cojímar, un pueblo de pescadores donde Hemingway celebró su premio Pullitzer en 1953 al lado de sus amigos, uno de ellos Gregorio Fuentes, patrón del yate Pilar, y en quien el escritor se inspiraría para su novela histórica El viejo y el mar.


El novelista se confesó ser un enamorado de los aromas cubanos y apreciaba especialmente el olor del café recién tostado, otras de las razones para hacer de la isla su hogar durante 22 años, desde donde partía hacia otros destinos alrededor del mundo, para volver a regresar. “Yo siempre tuve buena suerte escribiendo en Cuba”, afirmaba.

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