jueves, 7 de julio de 2011

Los patitos feos.

Francisco Gavilán: "Ahora hay mucha solidaridad de boquilla"
El escritor y psicólogo presenta el libro 'Ya no hay patitos feos' en el que da claves para mejorar nuestra personalidad


Los patitos feos no sólo existen en los cuentos. Nosotros también lo podemos ser, o lo hemos podido vivir en algún momento de nuestra vida.

Nuestra autoestima influye, pero también el contexto en el que nos movemos y las relaciones que hemos tenido con las demás personas a lo largo de nuestra vida. Para el autor Francisco Gavilán es clave aprender a sacar lo mejor de nosotros mismos, por ello acaba de editar el libro Ya no hay patitos feos, una guía para aquellas personas que estén dispuestas a cambiar lo que no ha funcionado en su vida o deseen que funcione mejor.

El psicólogo aconseja hacer un dietario con las experiencias que vivimos, aprender a caer bien a los demás e potenciar nuestros pensamientos positivos, entre otras estrategias.

-Si la vida fuera un cuento, ¿quiénes han sido los patitos feos que, según usted, ya no existen?
-¡Qué pregunta! Me ha sorprendido…

-En eso estamos, nadie ha dicho que este cuento sea fácil…
-Los patitos feos serían aquellas personas indecisas, inseguras, que no han sabido sacar lo mejor de si mismas y que han ocupado un plano secundario o terciario en la vida porque todos los demás eran más importantes que ellas. Son seres que se han considerado inferiores teniendo el mismo valor que cualquier otra persona. Sus valores han estado ocultos y no han sido capaces de ponerlos de manifiesto ni de utilizarlos.

-Pues perdone, pero entonces esos patitos feos aún existen…
-Sí, claro que existen. Por esto está esté libro, para ver si los podemos recuperar (Sonríe).

-¿Una persona es patito feo por decisión propia o porque la sociedad le impulsa a ello?
-Puede venir de dos vertientes. Una puede ser genética, en la que influye el trato que ha tenido aquella persona con sus padres o con su entorno, y que le han podido inhibir de su vida dinámica o de su propia simpatía e inteligencia. Y otra es el ambiente con el que ha convivido.

Cuando encuentra unos profesores que le subestiman, unos padres que no le estiman en la medida que deberían hacerlo, cuando unos compañeros hacen burla de él, lo que ahora está tan de moda y se llama acoso escolar. Estas personas se vuelven así porque no han encontrado un ambiente propicio para desarrollarse de una manera natural y positiva.

-Asegura en el libro que vivimos en un mundo muy competitivo y que fomenta valores como el individualismo. ¿Cómo podemos hacer que en este contexto no surjan cada vez más patitos feos?
-Es una cuestión de tipo filosófico, y el libro es para que una persona se lo lea y se lo aplique a si mismo, hablar de un mundo mejor en el que no haya patitos feos no es el propósito del trabajo.

Lo que me planteas son políticas que competirían a los propios gobernantes o filósofos, hacer una vida más fácil, menos consumista, que diera más valor a otros principios que ahora están apartados, subestimados y que poca gente aprecia, como la honestidad. Lo vemos en el terreno político, por ejemplo, el grado de honestidad que hay es muy limitado. Y además hay un efecto contagio, “si todo el mundo lo hace porque no lo voy a hacer yo”.

-También dice que hay pocas personas que se sientan satisfechas con ellas mismas. ¿Por qué somos tan duros con nosotros mismos?
-Porque nos estamos comparando continuamente con los demás, y siempre que uno se compara con los demás encuentra a alguien más alto, más guapo, más rico. Es una constante frustración, y más viendo la competitividad que hay ahora en todos los órdenes.

Yo no estoy muy satisfecho con este mundo, y lo que hago es crear mi propio mundo y me quiero confortar y aliviar con mis propios valores y en mi ámbito reducido de mi familia y de mis aficiones. Escribir libros es un trabajo muy solitario y disfruto mucho, y en la medida en la que uno escribe libros y se concentra, deja de ver muchas cosas que no le gustan.

-¿Cuál es el camino para superar esta insatisfacción?
-Nosotros no nos tenemos que comparar con nadie, ni tenemos que demostrar nada a nadie. Sólo tenemos que sacar lo mejor de nosotros mismos. La gente que está insatisfecha es porque mira hacia el exterior, y no hacia su interior, no hace reflexiones. Si nos hacemos preguntas a nosotros mismos veremos si estamos satisfechos o no, sin necesidad de compararnos con los demás, porque si lo hacemos siempre estaremos insatisfechos.

Otra de las cosas para frustrarte es crearte metas irreales, si nos creamos esas expectativas sin ser conscientes de nuestras limitaciones fracasaremos seguro. Estoy abierto y de acuerdo en que la gente tenga grandes expectativas, siempre y cuando la gente sea consciente también de esas limitaciones porque sino luego la frustración es muy grande.

-¿La asignatura pendiente de esta sociedad sigue siendo conocerse a si mismo?
-Sí, esta es una frase de Sócrates, “conocerse a si mismo es el punto de partida de todo conocimiento”. Es decir, ¿quién soy? ¿A dónde quiero llegar? ¿Qué es lo que me satisface? Y una de las cosas que más satisface y que más felicidad da en esta sociedad es ayudar a los demás, hacer algo por los demás, no solo cubrir tus necesidades. Y cuando ayudas a los demás no tienes que esperar una recompensa, porque sino entraríamos ya en un mercantilismo.

Ahora hay mucha solidaridad de boquilla, luego cada uno se va a casa a sentarse en su sillón. No hablo de las manifestaciones de ahora del 15M, pero cuando pasa alguna cosa todo el mundo parece solidario, y creo que estamos en una era de bastante insolidaridad.

-¿Cree que nos da miedo enfrentarnos a nosotros mismos y por ello nos ponemos excusas?
-Cuando alguien tiene la suficiente inteligencia como para saber que no se está comportando muy bien siempre dice “es que no tengo tiempo, tengo que trabajar”. No encontramos el término medio, el equilibrio y encontrar el equilibrio en nuestra forma de ser es muy importante. Esto por una parte, y por otra tener en cuenta que ayudando a los demás te ayudas a ti mismo. También veo que hay un altruismo de apariencias.

-Hablemos de empatía. Dice en su libro que es necesario caer bien a los demás, ¿dónde está la frontera con la hipocresía? Obsesionarse en caer bien también puede ser un problema…
-La obsesión siempre es mala, en cualquier ámbito. Pero sí que nos interesa caer bien a los demás por una cosa muy sencilla, las relaciones con los demás son una de las cosas más importantes del mundo, las personas son el material más sensible y gratificante que tenemos. No hay nada peor que no encontrar eco en los demás, no tener amistad con alguien, no poder recibir una ayuda si la necesitas.

-¿Cómo se cae bien a los demás si no es una decisión propia?
-Si interiorizas en tu persona una forma de actuar con los demás, como por ejemplo sonreír, al final sonreirás y obtendrás una sonrisa, si pones mala cara, obtendrás una mala cara. Caer bien a los demás es importante por tu bien, y por el de las demás personas. Hipocresía social es preguntar por la familia aunque no lo sientas realmente. Y no se trata de no ser sincero, se trata de que eso lo vayas incorporando y que lo sientas, y que no lo digas mirando al tendido.

-No es lo mismo llevarse bien con alguien, que caerse bien. Perdone que le diga que es imposible caerle bien a todo el mundo…
-Sí, es interesante esta reflexión, pero para llevarse bien quizás haya que empezar por caerse bien, si no caes bien, ya no te llevarás bien con esa persona por muchos esfuerzos que hagas…

-¿El mundo digital se ha cargado las relaciones interpersonales?
-El mundo digital es impresionante y es muy beneficioso para la sociedad, pero cuando se abusa de eso puede ser muy pernicioso. Hay un fenómeno nuevo en Estados Unidos que se llama corrumiación. Se da preferentemente en las mujeres jóvenes, aunque también hay hombres, y está relacionado con el móvil. Son personas que abusan de esta tecnología y que están perdiendo la capacidad de decidir y de pensar por sí mismas y buscar soluciones.

Cuando les surge algún problema o algún conflicto, cogen el móvil y llaman a la amiga. Y la otra se compadece y allí se acaba la historia. Esta persona tiene un problema pero en vez de reflexionar por si misma, coge el móvil que es algo rápido y accesible, y llama a alguien para que le solucione el problema. Esto le resta capacidad de análisis y con el agravante de que la otra persona tampoco le solucionará el problema.

-¿Por qué cree que hay gente que es capaz de superar adversidades enormes y hay otras personas que se ahogan con el más mínimo obstáculo, por pequeño que sea?
-La diferencia es el diálogo interior. La persona que se deprime no es por una consecuencia de lo que le pasa, aunque parezca una incoherencia, es por lo que se dice ella misma sobre este hecho.

Esta persona tiene un diálogo interno y se dice cosas negativas, mientras que el que logra superar adversidades se dice cosas positivas. Epíteto, tiene una frase que lo resume muy bien: “Las personas no se perturban por las cosas que ocurren, sino por la interpretación que hacen de las cosas que ocurren”.

-¿Cómo podemos convertir nuestros pensamientos negativos en positivos?
-Una de las formas es pensar en todo lo positivo que hay en la vida, más allá del problema en cuestión que le amenace en ese momento. Cuando tienes una reacción negativa debes pensar enseguida en todo lo positivo que tienes, y eso hará que cambie la actitud. Las personas positivas tienen también la característica de que suelen afrontar los problemas como un reto, no como una amenaza o una tragedia.

-Cuando hablamos de diarios, solemos pensar en nuestra infancia o juventud. Usted propone mantener los diarios personales aún siendo mayores. ¿Qué cree que nos pueden aportar?
-Escribir tiene un efecto catártico. No es un diario con vistas a que lo lean o a que se publique nada, es un diario para ti. Cuando escribes empiezas a reflexionar sobre tus emociones, y las emociones y sentimientos de los demás, empiezas a comprender cosas que te pasan por alto en un estado alterado.

Es un diálogo con tu intimidad para descubrir cosas y analizar las cosas desde la distancia. Y no digamos si tienes alguna patología o enfermedad, escribir sobre ella te alivia y puedes transformar tus sensaciones positivas en negativas. ¿Por qué no recuperar cosas que hacíamos antes y estimular nuestro placer de escribir?

-¿Cuándo tenemos que cambiar nuestra personalidad?
-Cuando pasas por una situación que te tenga hastiado y ves que eso afecta a tu vida. Ahí tienes que plantearte un cambio, no puedes esperar milagros ni que alguien te solucione el problema.

Es un cambio de personalidad en el sentido de que tienes que tener el valor de plantearte un cambio. El cambio para la gente suele ser una amenaza, pero si no hay más remedio, hay que abordarlo. Si no cambias, te vas a estancar, no vas a vivir.

-Asegura que sentirse inferior puede ser bueno. Eso sí tendrá que explicármelo mejor…
-En líneas generales es malo, lo que pasa es que hay que aprovechar ese sentimiento como estímulo para superar eso y mejorar. Cuando te obsesionas con una carencia estás perdiendo. Si tienes un defecto o algo que consideras un defecto, debes hacer sobresalir ante los demás todas tus cualidades. El complejo de inferioridad puede ser un estímulo para superarse.

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