martes, 13 de septiembre de 2011

No existe el 'cine femenino'.

Directoras en festival de Toronto rechazan idea de un "cine femenino"
"Las realizadoras deben luchar contra el hecho de que son percibidas como capaces de contar únicamente un cierto tipo de historias, historias dulces sobre las mujeres y las emociones", dijo Cameron Bailey, uno de los directores del certamen fílmico.

Toronto. La catástrofe de Chernobyl, el holocausto judío o estudiantes que se prostituyen: las cineastas mujeres en el Festival Internacional de Cine de Toronto abordan temas serios en sus películas y rechazan la idea de que existe un "cine femenino".

"Cuando trato un tema le pongo mi sensibilidad pero no hay nada que diga que soy mujer u hombre. De hecho, no especificamos si un director es homo, hetero... vemos la película, eso es todo", dice la francesa Anne Fontaine.

Fontaine presenta en Toronto Mon Pire Cauchemar, una comedia con Isabelle Huppert y Benoit Poelvoorde. La directora, que en el pasado dirigió thrillers y dramas, se niega de plano a participar en festivales de "películas de mujeres". "No quiere decir nada", afirma.

"Generalmente las realizadoras deben luchar contra el hecho de que son percibidas como capaces de contar únicamente un cierto tipo de historias, historias dulces sobre las mujeres y las emociones", dijo Cameron Bailey, uno de los directores del festival, antes de la apertura. Sin embargo, ellas demuestran lo contrario.

Tal es el caso de la realizadora israelí, Michale Boganim, quien para rodar su primera película de ficción, Land of Oblivion, plantó su cámara en Chernobyl, en la zona evacuada tras la catástrofe nuclear de 1986, primero en verano y luego durante el cruel invierno.

Su película narra la historia de una joven mujer (Olga Kurylenko, una ex chica Bond), cuyo marido había sido convocado a la central nuclear el día de la explosión, y que regresa diez años después convertida en guía de visitas organizadas en el área evacuada. Lo que le complica la tarea no es el hecho de ser mujer, sino el ser extranjera y "querer contar la miseria total de las poblaciones, abandonadas en la ignorancia de lo que ocurrió", explica.

La polaca Agniezka Holland presenta In Darkness, una película sobre el holocausto en Polonia y sobre las relaciones dramáticas entre judíos y católicos. Según Holland, su héroe, el alcantarillero Leopold, es "un antisemita ordinario" que finalmente ayudará a los judíos al ofrecerles su mundo subterráneo para esconderse.

Su compatriota, Malgoska Szumowska, investigó sobre la prostitución de niñas para filmar Elles, en la que Juliette Binoche encarna a una periodista que al escribir sobre el tema termina interrogándose sobre su propia sexualidad.

Con su forma de filmar cuerpos totalmente desnudos, Szulowska es tan audaz como la canadiense Sarah Polley, que relata en Take this Waltz el fin de una pareja a través de las pulsiones y las atracciones de los cuerpos.

Otra cineasta completamente indiferente a lo sexualmente correcto es la estadunidense Tanya Wexler, cuya película Hysteria ahonda sobre la invención de un vibrador en la Inglaterra de 1880.

El trailer del film fue el más descargado de la web del festival, según Bailey.

Ya estamos lejos de la época en que un productor te decía: "No tiene aspecto de director". Pero las realizadoras aún son "minoría para que las sigan señalando", afirma Fontaine.

En Toronto también se exhibe la "adaptación revisionista" de Andrea Arnold de la clásica novela de Emily Bronte Cumbres borrascosas.

Otros filmes de cineastas mujeres en la programación del festival son Almayer's Folly, de Chantal Akerman; Sleeping Beauty, de Julia Leigh; y Friends with Kids, de Jennifer Westfeld.

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