jueves, 1 de septiembre de 2011

Prefiero que te calles.

Quieres hacer el favor de callarte, por favor?
Por: Paloma Bravo
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Esta foto la ha hecho mi amigo Xevi en Japón, este mismo verano. A Xevi le encanta darme información, anécdotas y -con este viaje- pura y sencilla envidia. Aún así, y como pronto me voy a ir yo a Japón (o eso me gustaría), utilizo su templo, porque me inspira equilibrio y es eso lo que quiero regalarle a Inés.

Para quien no lo sepa o no lo recuerde, Inés apareció en mi vida el pasado mes de julio, en "Un verano sin corbatas". Vuelvo a Madrid, vuelvo a la terraza de Carlinhos, a recuperar la terapia de copas y risas después de nuestras tortuosas jornadas laborales, y me reencuentro con Inés, pálida, ojerosa, irritable. Terriblemente estresada.

- ¿Qué tal, Inés?

- No preguntes, tía, no preguntes, que tenía que haber hecho caso a la postdata de tu blog, o haberme ido de vacaciones a un templo budista.

Inés se embala y quiero pensar que la velocidad le ayuda a desahogarse: "he tenido un viaje infernal al país del ruido, he viajado con una taladradora en la cabeza y otra en el móvil. Porque me acosté con mi hombre casado justo antes de irme y me di cuenta de que ya no lo quería más, así que él decidió martillearme... la cabeza, el corazón y la vida. ¿Tú te has dado cuenta, Sol, de la cantidad de herramientas de tortura que tienen a su alcance los pesados de todo género, clase y condición? El móvil, Twitter, FB y, ya, de remate, el whatsapp.

Le dije al tipo que no quería volver a verlo y él empezó un acoso y derribo que casi acaba conmigo. Los primeros días le cogía el móvil para darle explicaciones, la segunda ya no, pero le contestaba los mensajes, la tercera, nada... Y él, venga, dale, ya centrado en el whatsapp, y cada dos segundos un mensaje, que te quiero, que te echo de menos, que no sabes lo que te pierdes, que espero que seas feliz sin mí, que ojalá encuentres a alguien que te admire como yo, que...

Miles y miles de mensajes en un mes, todos con el pronombre "yo", todos girando alrededor de él, que no es que sea egocéntrico, no, es que es el líder de una secta personal e intransferible, y yo sin poder tirar el móvil al agua porque andaba con mis colegas y los planes se organizaban vía whatsapp, y el beep del teléfono como una pesadilla, y... ¿Has visto, además, lo chivato que es el maldito whatsapp?

El gilipollas encima preguntaba, con quién estabas chateando anoche a las cinco de la mañana, que fue tu última actividad, Inés, dime algo, por favor... ¿Y yo qué le digo? NA-DA, le grito en silencio, le grito 'déjame en paz', se lo envío en un tatuaje mental para que se lo grabe en la p..., 'que-me-dejes-pesado', pero no... Beep, beep, beep todas las vacaciones, beep... Te juro por todos mis dioses que no existen, que las dos últimas semanas no le he contestado nada, pero él seguía y seguía y seguía... Oigo el tono del chat hasta cuando no suena, me estoy volviendo loca...".

- Inés, ¿quieres un lexatín o algo?

- No, no, no quiero química, quiero paz. Lo que necesito es que me hagas otra entrada en el blog. Que le digas a este pesado que haga el favor de dejar de llamarme, por favor.

- Como Carver.

- No sé, Sol, como quien tú quieras, pero que funcione.

Y aquí está, una entrada para el hombre casado que no acepta la negativa de Inés ni tampoco su silencio. "Dile también que se busque a otra a quien follarse, que yo tampoco soy tan buena en la cama".

- No seas burra, Inés, que me la cargo en EL PAÍS.

- Es la verdad, joder, seguro que tiene mejores alternativas.

- Vale, pero prométeme que lo publico y te olvidas.

- Hecho. Lo publicas, te invito a una sesión de reiki y me olvido.

Así que aquí está, otro post de encargo. Mañana tenemos terapia japonesa y no sé cómo vamos a acabar, pero sí sé que el mensajeador de Inés lee este blog. Supongo que le gustará que se hable de él y que no le será tan difícil pillar el mensaje.



P.D.: es obvio, pero el título del post es un homenaje a la imprescindible colección de relatos de Raymond Carver.

P.D.2: la buena noticia es que otro imprescindible ha vuelto de vacaciones: ya está con nosotros el gurú, trabajando para que el mundo sea mejor o, por lo menos, más crítico.



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