Entre la verdad y la nada
Bárbara Jacobs
Si pienso por qué antes del amanecer hoy y no ayer o mañana me levanto segura al fin de que quiero debo escribir sobre las Memoirs from a Madhouse (Memorias de un manicomio),
de Christine Lavant, en la reflexión decisión he de incluir el episodio
extraído de la historia de la vida de manicomio que fue para mí votar
en México bajo la lluvia. El desorden, la incomodidad, los charcos, el
amontonamiento de gente cubierta con bolsas de plástico, el montón de
mesas, cajas, bancas y postes de carpas inconsistentes, los crayones
trozados, las repisas mojadas, un puñado de servilletas de papel primero
y una camiseta blanca que una mano auxiliadora me tiende para secar la
base del podio sobre el que voto y evitar que la boleta se empape, la
tinta se diluya, el voto se anule, una mano, la voz, un brazo, parte de
una persona que aunque disculpándose irrumpe entre las cortinas de tiras
de plástico que con el techo de plástico forman el cubículo pobre
ideado para dar privacidad al que vota mientras vota, y se introduce
detrás de mí, viola mi derecho al secreto del voto y aunque
disculpándose me arrebata la camiseta ya empolvada empapada para
ofrecerla a otro votante o taparse la cabeza; o uno de los ciudadanos
elegidos y entrenados como funcionarios de casilla que abandona su
puesto para barrer la lluvia hacia una coladera tapada, el caos en una
casilla en el patio del que fue mi querido hospital de las Madres de la
Caridad, en el centro de un barrio rico de la ciudad, dotado obligado
para la caridad, o los aplausos que oigo de pronto a mis espaldas
mientras voto, dirigidos no sabré nunca a quién o a qué circunstancia,
pues no vi que nadie especial meritorio de aplausos llegara a votar en
esos momentos (¿o qué ser vivo no merece aplausos?) ni tampoco vi que
dejara de llover o que saliera el sol, hasta que educada pretendí no
irme sin decir adiós al único de mis vecinos que conocía, pero tuve que
marcharme sin despedirme de él, porque no oyó hizo como que no oía que
lo llamaba, ni atendió a otro que por iniciativa propia le repitió mi
llamado por si a su lado él no me hubiera oído, hasta que desistí,
maleducada alicaída salí partí, alicaída a pesar de que temprano estrené
un par de aretes que transformé en amuletos, regalo que Elena P. me
había hecho a mí en su cumpleaños, que yo celebraba colgándomelos en esa
ocasión, mi amiga ajena a imaginar el poder orientador iluminador del
que yo investiría los pendientes auxiliares inaugurales en el episodio
de manicomio que a pesar de ellos viví, días después de haber leído,
fascinada, trastornada, conmovida, las Memoirs from a Madhouse,
de Christine Lavant, que tomó el nombre de su población natal como
seudónimo al lanzarse a escribir, pensó Voy a ser escritora y no
tejedora granjera contadora como ustedes quieren, ocupaciones útiles,
propias de los pobres como yo, disipadoras de destinos como el del
escritor, pensó, pienso que si yo cayera en la tentación de una vez por
todas adoptaría apellidarme Chimalistac por amor a mi barrio natal y
para escribir sobre el manicomio que es al menos, pero no únicamente, la
casilla electoral sexenal de mi barrio sin que los vecinos me lapiden
cuando me vean pasar, Ahí va la loca de Chimalistac, como señalaban a
Christine en Lavant cuando querían lapidarla por denunciar la infamia
del manicomio de Lavant donde joven se recluyó después de un intento de
suicidio por un amor inalcanzable.
La niña, lo primero que se traduce de esta autora austriaca al español, y que Perilli hizo traducir (por Lorel Manzano) para un nuevo experimento editorial, el sello Auieo (ligar palabras, dice Dante). En vez de prólogo o epílogo o lo que fuera, invitó a escritores a escribir un paréntesis dentro del texto, a mí el de
La niña. Me fusioné con la autora y la protagonista, pero sobre todo con la verdad, porque a Christine Lavant y a mí nos impacientan los velos máscaras. Pero sonrío al confirmar que el temblor del arte no está solamente en llamar piedra a la piedra, sino en hacer temblar a la piedra cuando en palabras la llamas por su nombre.
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