Draghi se acuerda de “Balotelli cuando lloraba” si se le pregunta sobre España
El periodista revela una conversación con el presidente del BCE sobre Monti, Merkel y fútbol
Pero la novedad de estos últimos días procede de Alemania: la
locomotora europea está parada. Hacía mucho tiempo que no ocurría. Los
alemanes consumen poco pero exportan e invierten mucho, y hasta ahora el
balance entre las dos cosas era positivo y permitía que el tren alemán
corriera a buena velocidad. Lo malo es que ahora el saldo está a la par,
y por eso la locomotora se ha detenido. No es casualidad que Angela
Merkel, durante su visita de hace unos días a Roma, dijera: “También
nosotros sentimos el mordisco de la recesión, por eso debemos relanzar
el crecimiento todos juntos”.
Santas palabras, aunque algo tardías. Sin embargo —y esta es otra novedad de estos días—, en el terreno político, Merkel está en minoría. Al decir que “ahora los europeos debemos actuar todos juntos”, ha conseguido no dejar satisfechos ni a ciertos “poderes fuertes” ni a la gente.
No ha gustado al aliado histórico de la CDU, la CSU católica, que
tiene su base en Baviera, no ha gustado al Bundesbank, que critica a su
propio representante en la junta de gobierno del BCE y casi siempre se
solidariza con Draghi. No ha gustado a los magistrados del Tribunal
constitucional alemán, que están atentos a proteger la soberanía
nacional. Ni a la gente, es decir, al alemán medio, que sigue echando de
menos el marco y asiste, estupefacto, a lo que sucede o puede suceder
incluso en su patria. Para comprender mejor de qué forma se combinan
entre sí estas distintas perspectivas y con qué resultado, he pensado
que la persona más apropiada para hacerme de Virgilio a través del
infierno económico de estos meses era Mario Draghi. Mantengo una amistad
con él desde hace tiempo, de modo que le he buscado para intercambiar
sensaciones y opiniones.
Draghi no concede entrevistas. Se expresa a menudo en público y la última vez fue hace unos días, cuando explicó los motivos que movieron al BCE a bajar en un cuarto de punto el tipo de interés oficial. Una decisión unánime, como quiso precisar. Pero en esa misma ocasión recordó que la economía real no va bien, que la recesión y el desempleo son preocupantes y que los países europeos bajo ataque de los mercados deben moverse con la máxima celeridad y de la forma apropiada para evitar peligros mayores.
Estas palabras suyas —unidas a otras análogas pronunciadas al mismo tiempo por Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional— tuvieron como consecuencia anular el efecto que hubiera podido tener la acertada decisión de bajar el tipo de interés en los mercados, que tuvieron más en cuenta el pesimismo manifestado por Lagarde y el propio Draghi, hicieron caer las bolsas y volvieron a penalizar los diferenciales de Italia y, sobre todo, España. En resumen, un fracaso (así se definió) tanto para el BCE como para el Banco de Inglaterra, que había inyectado en el mercado una enorme liquidez adicional ese mismo día.
De mi conversación con el presidente del BCE no tengo mucho que contar, no porque me haya revelado misterios que deben permanecer secretos, sino porque una charla entre dos amigos no es noticia. Como máximo, pone una nota de color, y eso, a veces, ayuda a orientarse.
De hecho, empiezo con una broma que le hace reír con ganas. Le digo:
"Hasta la semana pasada Italia tenía tres super Marios que ocupaban los
titulares de todos los periódicos, tú, Monti y Ballotelli. Debo decir
que el tercero os superaba con mucho, aunque solo fuera porque firmó dos
goles que eliminaron precisamente a Alemania de la competición. Pero
ahora ya no es así. Tras la derrota frente a España, Ballotelli se
arrodilló y se puso a llorar. Ahora quedáis dos. ¿No terminaréis también
vosotros como el super Mario de la camiseta azul?".
“Espero que no”, responde, todavía riendo. “¿Pero cómo pudieron perder de esa forma con España?".
¿Viste el partido?, le pregunto. Monti estuvo allí.
“No, no vi nada, para mí fueron unos días muy ajetreados, y el fútbol
no es mi fuerte. Pero me asombra, cuatro a cero. Y con España...”.
Le digo que no crea que España no era digna de adjudicarse la Eurocopa por sus problemas con la prima. De hecho, es la campeona del mundo. “Lo sé, pero me gustaría saber en qué consiste su fuerza”.
Debo reconocer que no soy ningún experto, pero algo entiendo, y se lo explico así: los españoles se despliegan en dos líneas horizontales de cinco jugadores cada una, de modo que cuando están a la defensiva tienen 10 hombres en mitad del campo y es muy difícil que los adversarios al ataque puedan abrirse camino. Pero cuando avanzan, se mueven todos juntos, y entonces hay 10 en el campo contrario.
No pasan nunca el balón hacia adelante, se lo pasan de forma
horizontal, avanzando como si fueran una máquina de guerra. No tienen
una, dos ni tres puntas, sino cinco, y otras tantas en la parte de
atrás. Así es como vencen. Draghi me escucha pero es evidente que está
pensando en otra cosa. De pronto me dice: “Nosotros hemos trabajado los
cuatro para elaborar el memorándum sobre la futura arquitectura de la
Unión Europa. Un poco como los españoles, los del fútbol, quiero decir”.
Los del fútbol, desde luego. Los demás, los ministros, los responsables de los bancos, no trabajan juntos y, sobre todo, son muy lentos. Saben que deben promulgar una ley, firmar un documento, iniciar un procedimiento, pero van aplazándolo y todo permanece inmóvil. Estas son reflexiones que Draghi ha repetido en público y ha comunicado a las autoridades españolas interesadas, pero los resultados no se han visto hasta el momento, los españoles siguen posponiendo las cosas y el resultado es que sus bancos se encuentran todavía en una situación pésima. Para que intervenga el fondo de rescate tanto de Estados como bancos, es necesario que el Gobierno lo solicite, pero el Gobierno español, hasta ahora, se anda con rodeos.
Los españoles son muy orgullosos, son hidalgos, te miran a la cara con ojos desafiantes y dan taconazos de rabia si se les devuelve la misma mirada. Como en el flamenco, donde arquean la espalda y la ceja. Tratar con ellos no debe de ser fácil.
¿Te gusta España?, le pregunto. Se muestra circunspecto: “¿En qué sentido?” El paisaje, explico. “Claro, pero en los últimos tiempos voy de un avión a otro y veo bastante poco paisaje”. Una pregunta: ¿Te corresponde a ti la vigilancia de los bancos? “Le corresponde al BCE, sí, ya sabes que lo decidió la Eurocumbre, es una decisión oficial. La vigilancia de los bancos, la garantía de los depósitos y el seguro para los bancos en crisis. Pero la labor de vigilancia estará totalmente separada de nuestra política monetaria. Está todo escrito en el comunicado de la Eurocumbre”.
Pero me gusta oírselo repetir. “Sin embargo, el Gobierno interesado debe pedirlo, y todavía no lo ha pedido”. Son hidalgos. ¿Pueden quebrar si no lo piden? “Pienso en Ballotelli”. ¿Qué tiene que ver? “Nada, pero me acuerdo de cuando lloraba”.
Recapitulemos, pues. Merkel está en minoría política en su país.
No había ocurrido jamás. El Gobierno español baila el flamenco del orgullo y pierde un tiempo precioso por no ceder y pedir la intervención del fondo de rescate bancario. Los mercados, guiados por los bancos de inversiones estadounidenses y los fondos de alto riesgo especulan a la baja con los títulos bancarios europeos, el Bundesbak y la opinión pública alemana sueñan con un euro de primera clase junto a Finlandia y Austria, en Italia crecen los movimientos antipolíticos que predican la salida del euro. Mientras tanto, el cambio euro-dólar está a 1,23 y sigue bajando.
El comentario de Draghi sobre Ballotelli llorando me hace pensar, así que, para concluir, suelto la última pregunta: ¿Te preocupa la inflación? Respuesta: “Es la última de mis preocupaciones”. ¿Te preocupa la bajada del euro frente al dólar? “Favorece las exportaciones, es un estímulo”. ¿Entonces, vamos a salir de esta? “Napolitano ha dicho que tenemos que salir. Yo le tengo enorme afecto y estima y me uno a su llamamiento y a su empeño por lo que a mí respecta”.
Personalmente, yo sigo siendo optimista, pero las estrellas nos vigilan.
A todos nos toca arrimar el hombro, no se trata de recurrir a la estrella protectora de Italia, que siempre ha sido un invento de consolación.
Santas palabras, aunque algo tardías. Sin embargo —y esta es otra novedad de estos días—, en el terreno político, Merkel está en minoría. Al decir que “ahora los europeos debemos actuar todos juntos”, ha conseguido no dejar satisfechos ni a ciertos “poderes fuertes” ni a la gente.
También nosotros sentimos el mordisco de la recesión, por eso debemos relanzar el crecimiento todos juntos
Angela Merkel, canciller alemana
Draghi no concede entrevistas. Se expresa a menudo en público y la última vez fue hace unos días, cuando explicó los motivos que movieron al BCE a bajar en un cuarto de punto el tipo de interés oficial. Una decisión unánime, como quiso precisar. Pero en esa misma ocasión recordó que la economía real no va bien, que la recesión y el desempleo son preocupantes y que los países europeos bajo ataque de los mercados deben moverse con la máxima celeridad y de la forma apropiada para evitar peligros mayores.
Estas palabras suyas —unidas a otras análogas pronunciadas al mismo tiempo por Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional— tuvieron como consecuencia anular el efecto que hubiera podido tener la acertada decisión de bajar el tipo de interés en los mercados, que tuvieron más en cuenta el pesimismo manifestado por Lagarde y el propio Draghi, hicieron caer las bolsas y volvieron a penalizar los diferenciales de Italia y, sobre todo, España. En resumen, un fracaso (así se definió) tanto para el BCE como para el Banco de Inglaterra, que había inyectado en el mercado una enorme liquidez adicional ese mismo día.
De mi conversación con el presidente del BCE no tengo mucho que contar, no porque me haya revelado misterios que deben permanecer secretos, sino porque una charla entre dos amigos no es noticia. Como máximo, pone una nota de color, y eso, a veces, ayuda a orientarse.
Los españoles son muy orgullosos, son hidalgos,
te miran a la cara con ojos desafiantes y dan taconazos de rabia si se
les devuelve la misma mirada
“Espero que no”, responde, todavía riendo. “¿Pero cómo pudieron perder de esa forma con España?".
¿Viste el partido?, le pregunto. Monti estuvo allí.
A todos nos toca arrimar el hombro, no se trata
de recurrir a la estrella protectora de Italia, que siempre ha sido un
invento de consolación
Le digo que no crea que España no era digna de adjudicarse la Eurocopa por sus problemas con la prima. De hecho, es la campeona del mundo. “Lo sé, pero me gustaría saber en qué consiste su fuerza”.
Debo reconocer que no soy ningún experto, pero algo entiendo, y se lo explico así: los españoles se despliegan en dos líneas horizontales de cinco jugadores cada una, de modo que cuando están a la defensiva tienen 10 hombres en mitad del campo y es muy difícil que los adversarios al ataque puedan abrirse camino. Pero cuando avanzan, se mueven todos juntos, y entonces hay 10 en el campo contrario.
Napolitano ha dicho que tenemos que salir. Yo le tengo enorme afecto y estima y me uno a su llamamiento y a su empeño por lo que a mí respectaMario Draghi, presidente del BCE
Los del fútbol, desde luego. Los demás, los ministros, los responsables de los bancos, no trabajan juntos y, sobre todo, son muy lentos. Saben que deben promulgar una ley, firmar un documento, iniciar un procedimiento, pero van aplazándolo y todo permanece inmóvil. Estas son reflexiones que Draghi ha repetido en público y ha comunicado a las autoridades españolas interesadas, pero los resultados no se han visto hasta el momento, los españoles siguen posponiendo las cosas y el resultado es que sus bancos se encuentran todavía en una situación pésima. Para que intervenga el fondo de rescate tanto de Estados como bancos, es necesario que el Gobierno lo solicite, pero el Gobierno español, hasta ahora, se anda con rodeos.
Los españoles son muy orgullosos, son hidalgos, te miran a la cara con ojos desafiantes y dan taconazos de rabia si se les devuelve la misma mirada. Como en el flamenco, donde arquean la espalda y la ceja. Tratar con ellos no debe de ser fácil.
¿Te gusta España?, le pregunto. Se muestra circunspecto: “¿En qué sentido?” El paisaje, explico. “Claro, pero en los últimos tiempos voy de un avión a otro y veo bastante poco paisaje”. Una pregunta: ¿Te corresponde a ti la vigilancia de los bancos? “Le corresponde al BCE, sí, ya sabes que lo decidió la Eurocumbre, es una decisión oficial. La vigilancia de los bancos, la garantía de los depósitos y el seguro para los bancos en crisis. Pero la labor de vigilancia estará totalmente separada de nuestra política monetaria. Está todo escrito en el comunicado de la Eurocumbre”.
Pero me gusta oírselo repetir. “Sin embargo, el Gobierno interesado debe pedirlo, y todavía no lo ha pedido”. Son hidalgos. ¿Pueden quebrar si no lo piden? “Pienso en Ballotelli”. ¿Qué tiene que ver? “Nada, pero me acuerdo de cuando lloraba”.
Recapitulemos, pues. Merkel está en minoría política en su país.
No había ocurrido jamás. El Gobierno español baila el flamenco del orgullo y pierde un tiempo precioso por no ceder y pedir la intervención del fondo de rescate bancario. Los mercados, guiados por los bancos de inversiones estadounidenses y los fondos de alto riesgo especulan a la baja con los títulos bancarios europeos, el Bundesbak y la opinión pública alemana sueñan con un euro de primera clase junto a Finlandia y Austria, en Italia crecen los movimientos antipolíticos que predican la salida del euro. Mientras tanto, el cambio euro-dólar está a 1,23 y sigue bajando.
El comentario de Draghi sobre Ballotelli llorando me hace pensar, así que, para concluir, suelto la última pregunta: ¿Te preocupa la inflación? Respuesta: “Es la última de mis preocupaciones”. ¿Te preocupa la bajada del euro frente al dólar? “Favorece las exportaciones, es un estímulo”. ¿Entonces, vamos a salir de esta? “Napolitano ha dicho que tenemos que salir. Yo le tengo enorme afecto y estima y me uno a su llamamiento y a su empeño por lo que a mí respecta”.
Personalmente, yo sigo siendo optimista, pero las estrellas nos vigilan.
A todos nos toca arrimar el hombro, no se trata de recurrir a la estrella protectora de Italia, que siempre ha sido un invento de consolación.
© La Repubblica
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
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