¿Para qué sirve un expresidente?
Lula, que imitó las políticas de Cardoso cuando fue presidente, debería emularlo también ahora. Un verdadero demócrata no usa su influencia para intervenir en las elecciones de otro país
Mientras Cardoso recibía el premio Kluge por su
aportación a las ciencias sociales, Lula apoyaba a Hugo Chávez en su
campaña electoral
Casi al mismo tiempo que Cardoso recibía el galardón, Lula intervenía por videoconferencia en la reunión del Foro de São Paulo, una agrupación de la izquierda latinoamericana fundada bajo el auspicio del Partido de los Trabajadores de Brasil (PT) en 1990. A los asistentes al encuentro, celebrado en Caracas, Lula les dijo: “Solo con el liderazgo de Chávez el pueblo realmente ha tenido conquistas extraordinarias. Las clases populares nunca fueron tratadas con tanto respeto, cariño y dignidad. Esas conquistas deben ser preservadas y consolidadas. Chávez, cuente conmigo, cuente con el PT, cuente con la solidaridad y apoyo de cada militante de izquierda, de cada demócrata y de cada latinoamericano. Tu victoria será nuestra victoria”.
No es legítimo que Lula
aplauda en Venezuela
políticas públicas
diametralmente opuestas
a las que él mismo impuso
con gran éxito en Brasil
aplauda en Venezuela
políticas públicas
diametralmente opuestas
a las que él mismo impuso
con gran éxito en Brasil
Tampoco es legítimo distorsionar, como lo hizo Lula, la realidad venezolana, especialmente la de los pobres. Chávez ha tenido un efecto devastador para Venezuela y los pobres son sus principales víctimas. Son ellos quienes pagan las consecuencias de vivir en uno de los países más inflacionarios del mundo, son ellos quienes deben arreglarse con un salario real que ha caído al nivel que tenía en 1966 (sí: 1966). Son ellos quienes no consiguen trabajo a menos que sea en el sector público y a condición de demostrar constantemente su adoración y su fidelidad “al comandante”. Son ellos quienes ven a sus hijos e hijas asesinados a una de las tasas más altas del mundo. No es de extrañar, por tanto, que en las últimas elecciones legislativas más de la mitad de los votos fueran contra Chávez. En Venezuela es imposible alcanzar ese porcentaje sin millones de votos de los más pobres, --esos pobres que, según Lula, están mejor que nunca. Finalmente, tampoco es legítimo que Lula aplauda en otro país políticas públicas que son diametralmente opuestas a las que él mismo impuso con gran éxito en Brasil.
En este sentido, no sería malo que, al igual que imitó las políticas de Cardoso cuando fue presidente, Lula lo emule ahora como expresidente. Sería bueno que aprenda del Cardoso político; el que sabe que un verdadero demócrata no usa su prestigio e influencia como expresidente para intervenir de manera abusiva en las elecciones de otro país.
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