jueves, 18 de octubre de 2012

China y el Premio Nobel

China y la disyuntiva ante el Premio Nobel
Mónica Ching*
En estos momentos, la entrega del Premio Nobel de Literatura al escritor chino Mo Yan es un motivo de celebración para un país que ha hecho, en los años recientes, un gran esfuerzo por entrar a los círculos literarios y editoriales internacionales con no muy buenos resultados.
Por otra parte, es también una gran disyuntiva, ya que China ha tenido una postura rotundamente desacreditadora hacia la Academia Sueca en dos recientes ocasiones. La primera, en 2000, cuando le fue otorgado el Nobel de Literatura al escritor naturalizado francés de origen chino Gao Xingjian quien, desde su exilio voluntario, se ha convertido en uno de los principales críticos del gobierno chino.
La más reciente, en 2010, cuando el activista y defensor de los derechos humanos Liu Xiaobo recibió desde la cárcel el Premio Nobel de la Paz. La reacción a este desafío, como fue tomado desde Beijing, y para vergüenza de muchos chinos, fue crear su propio galardón llamado El Premio de la Paz Confucio, y el primero en tener el honor de recibirlo fue el ex vicepresidente taiwanés, Lien Chan, por su valiosa contribución a las relaciones entre China continental y Taiwán, y quien no asistió a la ceremonia de premiación. A pesar de los rumores de que el Premio de la Paz Confucio desaparecería, el siguiente año se nominó al primer ministro ruso, Vladimir Putin, como supuesto galardonado. Para Beijing, el Premio Nobel de la Paz iba perdiendo prestigio, desde que el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama lo recibió en 2009, y ya en los límites del colmo fue que se le otorgara a Liu Xiaobo a quien, según fuentes oficiales, consideraban un delincuente. En esa ocasión, se organizaron campañas para manifestarse en la sede de la Academia Sueca y boicotear la ceremonia de entrega.
La primera vez que China participó como invitado de honor en ferias de libros internacionales fue en 2007, en la Feria del Libro de Moscú, pero la que realmente prometía ser la oportunidad de entrar a la esfera del mercado editorial internacional fue la Feria del Libro de Frankfurt, en 2009. Con una delegación de 200 personas, una representación de 106 entidades pertenecientes a 16 provincias, China echó a andar su maquinaria y se preparó con todo el esfuerzo que la ha caracterizado en los pasados años para organizar e impulsar proyectos megalómanos, en esta ocasión con resultados poco alentadores. Desde Frankfurt, el escritor Bei Ling y la periodista Dai Qing acusaron al gobierno chino de amenazarlos si participaban en la feria. Frankfurt fue el escenario de boicots de ambos lados. La prensa alemana no perdió la ocasión para denunciar la falta de libertad de expresión, el abuso a los derechos humanos en China y el carácter oficial de su participación, por su parte, los escritores disidentes no cesaron de manifestarse a las afueras de la feria y desacreditar las actividades del país invitado. Y como dice el refrán, una vez más pagaron justos por pecadores. Entre los escritores de la delegación China se encontraba el recién agraciado con el Nobel de Literatura 2012, Mo Yan, entre otros escritores, creadores de una narrativa china que va más allá de la escritura de las cicatrices, todos ellos miembros de la Asociación de Escritores de China, unos con más suerte que otros.
* Catedrática universitaria y traductora literaria del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México

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