martes, 16 de octubre de 2012

España no fue España.

España no fue España

Tras un buen inicio, La Roja especula demasiado y Francia empata en el último segundo

Giroud marca el gol del empate. / JUAN MEDINA (REUTERS)

De un partido abrochado de inicio y destartalado luego, España sufrió un desvelo en el último segundo, una trama inesperada en su camino hacia Maracaná 2014 a la espera de su paso por París. Francia, sin chicha al comienzo, ofreció mucha más resistencia de la prevista y con Benzema a la corneta tuvo al tricampeón en ascuas hasta que en la última jugada del choque empató Giroud. No hubo saque de centro siquiera. Un premio para una Francia que en el segundo tiempo se sacudió el polvo y tuvo decisión y arrestos. España solo fue España en el primer tiempo, cuando hizo sonar algunos violines. Luego se las apañó como pudo, con Busquets sobreviviendo como central improvisado y Torres sin brújula para sellar el partido. Por el camino, se lesionaron Silva y Arbeloa, como Benzema en el crepúsculo, Cesc falló un penalti con 1-0 y un par de minutos antes se invalidó un tanto legal a Menez.

ESPAÑA, 1 - FRANCIA, 1

España: Casillas; Arbeloa (Juanfran, m. 50), Sergio Ramos, Busquets, Jordi Alba; Xabi Alonso, Xavi, Iniesta (Fernando Torres, m. 74); Silva (Cazorla, m. 12), Cesc y Pedro. No utilizados: Reina y Valdés; Monreal, Javi Martínez, Albiol, Jesús Navas, Beñat, Soldado y Villa.
Francia: Lloris; Debuchy, Koscielny, Sakh, Evra; Matuidi, Gonalons (Valbuena, m. 56); Cabaye; Menez (Sissoko, m. 67), Ribéry y Benzema (Giroud, m. 87). No utilizados: Mandanda y Landreau; Rami, Clichy, Jallet, Capoue y Gomis.
Goles: 1-0. M. 24. Ramos. 1-1. M. 94. Giroud.
Árbitro: Felix Brych (Alemania). Amonestó a Koscielny, Gonalons y Juanfran.
Unos 50.000 espectadores en el Calderón.
Nada hacía presagiar la intriga final vista la puesta en escena de España, con su molde más reconocible, con ese formato innegociable. Su repertorio está en la nómina de jugadores, que han hecho del estilo una causa ganadora. Hasta que se agrietó tras el intermedio, tuvo esa paciencia infinita que le caracteriza, con poner la pelota en caza y captura para su adversario, que, como todos los oponentes españoles, no importa su rango, pasó un sinvivir detrás del balón. España es un desmentido constante, su juego es el engaño permanente. Por ello, siendo un equipo de talla parvularia que acostumbra a despreciar los saques de esquina resulta que atrapa el gol en un córner. Esta vez, Xavi, cosa extraña, pues suele salir de los córneres con un rondo con Iniesta o alguien semejante, hizo volar la pelota. Ramos, el único que podía volar, cabeceó al poste. El rechace, para el más pillo, Pedro, que centró para que Lloris despejara y el balón llegara de nuevo al central, con el resto de franceses en la Luna. Gol y voltereta. Así es esta España, capaz de cualquier simulacro, indetectable para la mayoría.
A su paso, pie a pie, España arrancó como suele, como si el fútbol tuviera la cadencia del ballet. Se defiende con el balón anudado y la búsqueda del gol es una derivada del juego, no una obsesión por la directa. Tampoco es habitual que le alteren los contratiempos, como la lesión de Silva apenas a los 10 minutos, o la de Arbeloa de vuelta del descanso. El cesto es abundante, sobre todo en medio zona del campo, y Cazorla, como tantos otros, solo es un titular camuflado como reserva. Sin dictado alguno Francia hasta el segundo tiempo, un equipo sin liderazgos, que juega en silencio, en el que nadie tira de la pechera, a España le faltó un punto de variedad. Demasiado inclinada hacia el costado izquierdo, le enseñó a su oponente el pasillo. Jordi Alba, Cazorla e Iniesta provocaron una montonera en más de una ocasión. Por el pasillo central, a Cesc le cuesta jugar de espaldas, él es un llegador, y por la derecha Arbeloa defiende como no ataca. El cambio de orilla entre Cazorla y Pedro equilibró el juego español.
Después del descanso, los visitantes tuvieron decisión y arrestos. Se sacudieron el polvo
Pedro, por verticalidad y vocación por tirar diagonales, es un cuchillo para las defensas, ofrece una marcha que España no siempre tiene. Precisamente en una ruptura de Pedro llegó un penalti para los de Del Bosque. Koscielny le atropelló de mala manera. Cesc, para sorpresa general —Xabi Alonso, habitual lanzador sin Villa, ya marcó en esa suerte a los galos en la última Eurocopa— lanzó. Lloris estuvo ágil y evitó que España cerrara el encuentro. El error de Cesc llegó justo tras el primer aviso de Francia. Benzema remató en el segundo palo una falta lateral y Menez, bajo el poste izquierdo de Casillas, certificó el gol. Solo uno de los asistentes alemanes vio algo extraño en la jugada, nadie más.
A los de Del Bosque les faltó variedad. Se inclinaron demasiado al costado izquierdo
La parada de Lloris, un consuelo tras el error arbitral, dejó el encuentro en vilo. Francia se vio en el combate y la partitura fue completamente otra. De un lado, España perdió consistencia, se hizo un equipo largo, cosa inusual. Perdió el control y los chicos de Deschamps dieron un paso al frente. La entrada de Valbuena, futbolista menudo y de trato delicado con la pelota, activó a Benzema, que puso en más de un trance a su compañero Casillas. Nada que ver con la pálida Francia del primer acto. Poco a poco, a España el duelo se le hizo cada vez más largo, a la que le faltó un medio más. Con Benzema al ataque se evidenció el remiendo de Busquets como central, un jugador extraordinario en su puesto de pivote, donde es un escolta táctico; la práctica de central le exige otras obligaciones, guardar más la línea de centrales, fijar una marca. Y Benzema no es un delantero cualquiera.
Vista la secuencia, con España especulando más de la cuenta, con muchas cavilaciones, lo que no le distingue, Del Bosque echó el lazo a Fernando Torres, con lo que tiene de simbólico en el Manzanares, cuna que no pisaba desde hace más de cinco años. Más que un guiño a la afición —para nada tratándose de un partido oficial—, el seleccionador buscó bajar la persiana a la carrera, con Francia con más rendijas, un tablero ideal para aquel niño que emigró a Liverpool. Hoy es otro y tampoco en casa encontró la senda. Desnortada España, con mucho tajo para Casillas, Francia nunca se rindió. Incluso sin Benzema, lastimado al final. Ribéry tomó el mando y tras un error de Juanfran asistió a Giroud. Un punto merecido para los franceses. Un traspié con remedio para España, a la que no le va lo de guardar el marcador. Los campeones también aprenden. La Roja deberá demostrarlo meterse en un lío.

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