Crisis de los misiles: lo que intentan ocultar
Ángel Guerra Cabrera/I
Aprincipios de 1962 el
entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, aprobó un plan
de invasión directa a Cuba con el empleo de sus fuerzas navales, aéreas y
terrestres. Debía ejecutarse en octubre de ese año pero justo en ese
momento estalló la crisis de los misiles. Habían transcurrido unos 20
meses después de la fulminante derrota de la invasión de Bahía de
Cochinos. Organizada, financiada, entrenada, armada y dirigida por la
superpotencia, sus naves de guerra escoltaron hasta aguas cubanas al
contingente invasor. Se suponía que le dieran apoyo en una fase ulterior
de la operación, pero para entonces no quedaba nadie a quien apoyar ya
que 66 horas después del desembarco los contrarrevolucionarios invasores
se rendían a las fuerzas cubanas que no les dieron tregua desde su
arribo a la costa. La forja de un gran ejército popular voluntario
rendía sus frutos.
Las agresiones de Washington contra Cuba se iniciaron desde el
triunfo de la Revolución, sin contar el respaldo político y militar que
brindó anteriormente a la dictadura de Batista, cuyos personeros en fuga
acogió y protegió en su territorio pese a conocer sus crímenes de
guerra y el saqueo que habían hecho del tesoro público. Veamos lo que
afirma en sus memorias el presidente estadunidense a la sazón Dwight
Eisenhower: En cuestión de semanas después de que Castro entrara en La Habana, nosotros, en el gobierno, comenzamos a examinar las medidas que podían ser efectivas para reprimir a Castro. De este modo, no debe sorprender que después de fracasar los intentos de crear una sublevación interna y de la derrota de la invasión de Bahía de Cochinos precedida de numerosas acciones terroristas, Estados Unidos decidiera la aludida intervención militar directa. Diseñó también el Plan Mangosta, un intenso ciclo de acciones paramilitares en Cuba, incluyendo la infiltración de agentes, la organización de bandas armadas y más terrorismo, con el fin de provocar –unido al bloqueo– el debilitamiento o derribo del gobierno revolucionario como preludio de la invasión.
Cinco meses antes de la crisis de los misiles, la Unión Soviética envió una delegación de alto nivel a Cuba que comunicó oficialmente a Fidel y Raúl Castro la medida extrema decidida por Washington, información obtenida por los servicios secretos de ese país. Confirmaba informes conseguidos también por la inteligencia cubana. Preguntado por los soviéticos qué pensaba que podía hacerse para evitar el ataque, Fidel respondió:
Hagan una declaración pública advirtiendo a Estados Unidos, igual que ellos hacen en circunstancias similares, que un ataque a Cuba sería considerado como un ataque a la URSSy argumentó su criterio. Tras pensar unos instantes los soviéticos expresaron que para que no se tratara de una simple declaración era necesario adoptar algunas medidas concretas. Fue entonces cuando formularon la propuesta de instalar en Cuba proyectiles nucleares de alcance medio.
Twitter: @aguerraguerra
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