domingo, 4 de noviembre de 2012

China, las dos facciones del poder.

La quinta generación

Los líderes que durante la próxima década regirán China pertenecen a dos facciones del poder

En los próximos días se celebrará el congreso nacional del Partido Comunista Chino, del que saldrán los líderes que van a dirigir durante la próxima década la potencia emergente más importante de nuestro tiempo. Las decisiones que tomen durante su mandato no solo contribuirán a moldear el futuro de China, sino que se dejarán sentir más allá de sus fronteras. Al igual que nos conciernen las elecciones estadounidenses, tampoco nos puede resultar indiferente quién gobierne China. Parece por tanto conveniente dibujar el perfil de la nueva generación de líderes chinos.
Los miembros de la quinta generación de líderes son los primeros que nacieron tras la fundación de la República Popular China y han pasado la mayor parte de su vida adulta en la China reformista, tras el maoísmo. Es más, el principal recuerdo que muchos de ellos guardan del periodo maoísta son los padecimientos que sufrieron a raíz de la Revolución Cultural, ya fuese su deportación a zonas rurales del interior de China o la persecución de sus familiares. Esto hace que comulguen todavía menos que sus antecesores con los preceptos ideológicos del maoísmo.
En cuanto a su perfil formativo, están todavía más cualificados que sus predecesores y cuentan con una mayor variedad de áreas de especialización, reduciéndose el número de ingenieros frente a los científicos sociales. Varios de ellos han estudiado en países occidentales, o tienen actualmente a sus hijos estudiando allí, y son más cosmopolitas que los líderes salientes.
Respecto a la orientación política de los miembros del próximo Comité Permanente del Politburó, el órgano político más importante de ese país, todo ellos están vinculados o a la facción de la Liga de la Juventud Comunista de China o a la facción de Shanghái. Si tenemos en cuenta que estas facciones están encabezadas por los dos últimos secretarios generales del partido, Hu Jintao y Jiang Zemin, no se esperan cambios políticos radicales a corto plazo. Los líderes entrantes seguirán apelando al desarrollo económico y al nacionalismo para legitimar el monopolio político del Partido Comunista Chino. Esta línea continuista vendrá reforzada por el hecho de que un porcentaje importante de los nuevos líderes son hijos de antiguos cargos del partido.
Aunque no vayamos a asistir a un cataclismo político, la relación de fuerzas que se establezca entre ambas facciones nos resultará enormemente relevante. Si la facción de la Liga de la Juventud Comunista de China consigue mantener una mayor influencia, se aplicarán políticas que busquen un desarrollo más equilibrado del conjunto del país, orientadas a reducir la conflictividad social, aunque sea a costa de desacelerar el ritmo de crecimiento económico. Por el contrario, cuanto más poder aglutine la facción de Shanghái, más impulso tendrán políticas que maximicen el desarrollo macroeconómico de China, que benefician especialmente a las zonas costeras y a una creciente clase de empresarios y profesionales liberales.
Mario Esteban es profesor titular de Estudios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de Madrid y coordinador de Asia-Pacífico del Observatorio de Política Exterior Española de la Fundación Alternativas.

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