El otro huracán
Juan José Lara
Lucas Ramírez era un compañero de la escuela
primaria. Tenía la fisonomía más oscura y atlética que el común, de todos
nosotros, los escolares de su edad.
Le pusimos de sobrenombre “Huracán” en honor del
personaje heroico de la película “El
regreso del Huracán Ramírez”, disfrutada por todos en el viejo proyector del
cura del pueblo.
Él se lo tomó en
serio y siempre que tenía oportunidad, hacía acrobacias, jugaba a batirse con cualquiera y aplicar la
hurracanada, la famosa llave lance para inmovilizar a los malhechores. Nos
provocaba una hilaridad creciente, porque su rostro lo tornaba inconmovible
como una máscara ante sus rivales de fantasía.
Hasta el día fatídico que Navarijo le descerrajó un navajazo en medio del rostro. Felipón el
gigante de la clase lo llevó en volandas a la enfermería, ante la alarma de la
maestra y la cólera inmensa del director.
De nada sirvió que el
agresor enfriado el incidente, ofreciera disculpas, porque de todos modos lo
suspendieron el resto del año conservando el apodo de “El Satánico”.
Lucas, sin embargo se
volvió retraído; al verlo el director todo el tiempo ensimismado nos dijo, “el ojo del huracán no ve mas allá de lo que
le atormenta”.
Una vez lo rodeamos y,
poniéndonos muy serios, le exigimos que nos confesara lo que le pasaba.
- Siento un vacío aquí- nos contestó señalándonos su costado
izquierdo.
Después nos enteramos que el padrastro de Lucas se
emborrachaba y lo golpeaba sin piedad.
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