domingo, 6 de enero de 2013

Casillas y Cristiano

El destino es de Cristiano y Casillas

El abrumador despliegue del astro del Madrid tumba a la Real Sociedad

Mourinho repitió bravuconada y sentó a Iker, pero este regresó tras la expulsión de Adán a los seis minutos


En las malas, siempre Cristiano, que compite como pocos cuando las cosas se tuercen. Cuando se trata de tirar de épica, nunca se rindió el Madrid de toda la vida, por más que en estos tiempos haya quien pretenda alterar su historia. En plenos alborotos de Mourinho, con la hinchada abocada a un sinfín de sobresaltos, el Madrid se topó ante la Real con una trama impensable y se sobrepuso a todo, a jugar más de 80 minutos con uno menos. Y no fue una expulsión cualquiera, sino una jugada de un calado extraordinario. Con todo pudo el Madrid, lanzado por Cristiano y la fe que caracteriza a este club, una institución muy por encima de los personalismos pasajeros. Con buenos o malos resultados, esa es su principal grandeza.

REAL MADRID, 4 - REAL SOCIEDAD, 3

Real Madrid: Adán; Essien, Varane, Carvalho, Arbeloa; Khedira, Xabi Alonso; Callejón (Casillas, min. 6) , Özil (Modric, min. 85), Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, min. 74). No utilizados: Llorente, Nacho; Kaká y Di María
Real Sociedad: Bravo; Estrada, Mikel, Íñigo Martínez, De la Bella (José Angel, min. 83); Rubén Pardo, Zurutuza (Elustondo, min. 73); Vela, Xabi Prieto, Griezmann; e Ifrán (Chori Castro, min. 57). No utilizados: Zubikarri; Ansotegi, Ros e Illarramendi.
Goles: 1-O M. 2. Benzema. 1-1. M. 9. Xabi Prieto, de penalti. 2-1. M. 35. Khedira. 2-2. M. 40. Xabi Prieto. 3-2. M. 67. Cristiano. 4-2. M. 71. Cristiano. 4-3. M. 76. Xabi Prieto.
Árbitro: Iglesias Villanueva. Expulsó por roja directa a Adán (min. 6) y por doble amarilla a Estrada (80). Amonestó a Cristiano, Alonso, Mikel, Íñigo, Zurutuza, José Ángel y Elustondo.
57.136 espectadores en el Bernabéu.
Un guion de Oscar perturbó de inicio al Madrid más de lo que ya está desde que su técnico se ha empeñado en abismar al equipo, a la institución y a sí mismo. Su extremo autoritarismo, con Casillas en su arbitraria diana, ha llevado al club a un desconcierto total. El fútbol ha quedado en segundo plano, porque Mourinho, intencionadamente, ha decidido jugar otros partidos, los suyos ante el espejo. Frente a la Real, el entrenador portugués repitió la bravuconada de La Rosaleda y dejó al capitán en el banco en su propia casa. Una decisión de machote, la demostración de que nadie es más bizarro, para que conste en su hoja de servicios, porque desde el simple punto de vista deportivo nada justifica el pulso, salvo sus intrigas con el vestuario. Sometido a la urna de Chamartín, el órdago de Mourinho no tuvo recorrido. El fútbol, azaroso como es, hizo un guiño al destino forzado por el técnico local. A los seis minutos, con el Madrid ya en ventaja con un gol de Benzema, Adán, marcado por un enredo ajeno por el que nada debe reprocharse, fue expulsado por derribar a Vela. Una acción derivada de un comprometido despeje con el pie del portero, de cuyo aprieto no supo salir Carvalho. Momento Casillas, con la grada perpleja por la secuencia hollywoodiense. Relevo de Callejón, Iker, que no quiso el brazalete que por primera vez en un partido oficial lucía Cristiano, nada pudo hacer ante el lanzamiento de Xabi Prieto. Tan invertebrado está el Madrid de estos días, que las dos siguientes jugadas de Casillas fueron desafortunadas, un mal despeje con el pie y una salida a por uvas con las manos. Adán e Iker, Iker y Adán, víctimas los dos de un avispero.
Con todo pudo el Madrid, lanzado por Cristiano y la fe que caracteriza a este club, una institución muy por encima de los personalismos pasajeros
Los embrollos del inicio marcaron el resto del partido. Dos adversarios con el libreto cambiado, con una sinopsis que no esperaban. La Real, con una alineación valiente, con sus mejores peloteros disponibles al frente, se vio obligada al mando; el Madrid, con un futbolista menos y una defensa parcheada por las bajas de Ramos, Pepe y Marcelo, se vio ante un choque que le exigía gallardía. Más que nunca, los blancos encontraron argumentos indiscutibles para envidar a la contra, su vía preferida. La Real, por su parte, se asustó. No concebía tener que gobernar el duelo y con el tiempo se desvaneció. Ni siquiera cuando Xabi Prieto igualó de nuevo la ventaja lograda por Khedira, con un gol de espuela, de mucha habilidad. Con casta, con bravura, el Madrid no hizo concesiones y hasta pudo irse en ventaja al descanso tras un remate al poste de Benzema y la pifia posterior de Khedira a puerta vacía. Ahí capituló la Real, fuera de juego en casi todo el segundo acto. Su ataque, con futbolistas con vuelo, caso de Griezmann, Vela y Xabi Prieto, bien enfilados por el prometedor Rubén Pardo, pesó mucho menos que Cristiano por sí solo. El abrumador despliegue del portugués evidenció el trecho entre unos y otros.
La respuesta del Madrid en el segundo tiempo fue magnífica. Con Ronaldo al frente, Benzema activo, Özil al tajo como nunca, Alonso en la sala de máquinas y el mejor Carvalho en siglos, el Madrid no solo maquilló la expulsión de Adán, sino que fue un huracán, el huracán Cristiano. Cada arrancada de CR —que no podrá jugar en Pamplona por tarjetas— era un martirio para la Real, efervescente en ataque y sin lazo para el luso en defensa. Benzema, tras un robo en medio campo, habilitó al astro en el 3-2 y, casi de inmediato, el propio Ronaldo ejecutó una falta lateral que se tragó Bravo. Un estirón en el marcador muy meritorio, un síntoma del Madrid más genuino, el que no suele claudicar en la peor tormenta. Prieto, en una noche mágica en Chamartín, ajustó el 4-3 cuando menos huellas había de su equipo. Episódico. El orgullo del Madrid está en su linaje, por eso pudo con todas las adversidades. El abolengo perdura, aun en tiempos de bravatas innecesarias por parte de su técnico, al que la ruleta del fútbol le cambió el paso. Del resto se encargó Cristiano, tan titular como Casillas. El destino es de ambos.

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