Llamada de atención
El Gobierno haría bien en elaborar un plan fiscal creíble a medio plazo, como aconseja Draghi
A pesar del carácter casi protocolario de su visita a España y de su
extremada cortesía, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario
Draghi lanzó varios mensajes sobre la situación española y su política
económica que, al menos hasta ahora, el Gobierno se resiste a aceptar
sin reservas. El más notable es su reclamación de un plan fiscal a medio
plazo que recoja con detalle los recortes de gasto que deben aplicarse y
las posibles fuentes de aumento de ingresos. Por debajo del
reconocimiento laudatorio a “los avances” en el ajuste, Draghi se las
apañó para llamar la atención sobre el hecho incontrovertible de que el
Gobierno no ha presentado hasta el momento un programa satisfactorio del
ajuste presupuestario, es decir, de su política económica, y que las
autoridades europeas no consideran como tal los esbozos presentados en
Bruselas. La mención del presidente del BCE recordó que esa es una tarea
pendiente, al tiempo que dejaba claro que las restricciones fiscales no
han terminado.
Esta petición dista mucho de la reclamación agria de un acreedor a su deudor. Draghi sabe bien que la percepción de racionalidad en un ajuste económico tan drástico como el que se está aplicando en España mitiga relativamente la confusión de los ciudadanos, puesto que confiere un sentido a los recortes y, sobre todo, promete un horizonte de recuperación. Por eso el presidente del BCE recordó que la población lo está pasando mal, en especial los parados. Quizá por incapacidad, el Gobierno no ha puesto límites racionales y temporales a los recortes del gasto, y esta indefinición castiga un poco más las expectativas de los españoles.
El segundo gran mensaje de la autoridad monetaria europea transmitió una idea optimista, al menos en teoría: los bancos españoles están bien capitalizados y en posición de prestar. Pero no lo hacen. Las previsiones de los analistas españoles indican que esa disposición no se concretará en más crédito hasta entrado 2014. Ambas posiciones no son excluyentes, pero confirman que la recuperación económica no será tan evidente este año, a pesar de algún brote verde estadístico (recordado, por cierto, por Draghi) y muy parcial, que por desgracia no se traducirá en más empleo.
En este punto, el análisis del presidente del BCE también fue más realista y convincente que la mera repetición del estribillo “las reformas pronto empezarán a dar su fruto”. Draghi explicó con sencillez que las mejoras “no han calado en la sociedad” y que el ajuste no está produciendo un efecto visible en “la vida diaria de las personas”. No hay muchos precedentes de que el Gobierno haya admitido consejos. Menos cabría esperarlo ahora cuando, en un particular análisis de la realidad, supone que la caída de la prima de riesgo es mérito de sus decisiones. Pues bien, sería signo de sensatez que recogiera las recomendaciones de Draghi, antes de que se conviertan en mandatos imperativos.
Esta petición dista mucho de la reclamación agria de un acreedor a su deudor. Draghi sabe bien que la percepción de racionalidad en un ajuste económico tan drástico como el que se está aplicando en España mitiga relativamente la confusión de los ciudadanos, puesto que confiere un sentido a los recortes y, sobre todo, promete un horizonte de recuperación. Por eso el presidente del BCE recordó que la población lo está pasando mal, en especial los parados. Quizá por incapacidad, el Gobierno no ha puesto límites racionales y temporales a los recortes del gasto, y esta indefinición castiga un poco más las expectativas de los españoles.
El segundo gran mensaje de la autoridad monetaria europea transmitió una idea optimista, al menos en teoría: los bancos españoles están bien capitalizados y en posición de prestar. Pero no lo hacen. Las previsiones de los analistas españoles indican que esa disposición no se concretará en más crédito hasta entrado 2014. Ambas posiciones no son excluyentes, pero confirman que la recuperación económica no será tan evidente este año, a pesar de algún brote verde estadístico (recordado, por cierto, por Draghi) y muy parcial, que por desgracia no se traducirá en más empleo.
En este punto, el análisis del presidente del BCE también fue más realista y convincente que la mera repetición del estribillo “las reformas pronto empezarán a dar su fruto”. Draghi explicó con sencillez que las mejoras “no han calado en la sociedad” y que el ajuste no está produciendo un efecto visible en “la vida diaria de las personas”. No hay muchos precedentes de que el Gobierno haya admitido consejos. Menos cabría esperarlo ahora cuando, en un particular análisis de la realidad, supone que la caída de la prima de riesgo es mérito de sus decisiones. Pues bien, sería signo de sensatez que recogiera las recomendaciones de Draghi, antes de que se conviertan en mandatos imperativos.
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