sábado, 4 de junio de 2011

Al 15-M le salen Okupas.

A la acampada de Sol le salen 'okupas'
Grupos sin interés en el movimiento 15-M arruinan la convivencia en la plaza


Ellos siguen con sus bongos. Casi ocultos por el toldo, al fondo del campamento. La "tribu Quechua" permanece ajena a lo que sucede en la asamblea. Qué más les da. Mientras el resto, por no hacer ruido hacen gestos con las manos que representan, por ejemplo, asentimiento, ellos siguen el ritmo percusivo -bum, bum, bum- con atención sentados en corro. No les importa el consenso. Ellos ya han tomado una decisión. No les moverá nadie. Excepto la policía cuando toque. Son los okupas del Movimiento 15-M.

Un grupo de gente que no trabaja, no hace nada y nada le importa. Y que genera problemas de inseguridad al resto, según se lamentan. La paradoja, aunque solo sea lingüística, es que una parte no anecdótica del resto proviene del movimiento de autogestión y de los centros sociales okupados.

"¡No trabajan y no mueven el culo, que hagan algo!", decía uno de los acampados. "Vámonos y levantemos las tiendas antes de que sea demasiado tarde", advertía con malestar el portavoz de las asambleas de los barrios. Uno de ellos, dicen, sacó un hacha a pasear hace poco. Otros, dicen, arguyen que no tienen casa y que lo mismo les da estar en un sitio que en otro. El corazón democrático del movimiento tiene un problema. No puede excluir a nadie. Pero ya están hartos.

"La gente con más experiencia quiere marcharse. Los que quieren quedarse son los que están emocionados y no hacen un análisis profundo", comenta un veterano. Hay excepciones. Hay pioneros partidarios de la permanencia. Pero son pocos. Y mientras, las enmiendas y contraenmiendas al plan del nuevo campamento siguen su proceso de tortuga.

Ayer hubo otra novedad en Sol. Llegó gente de otras acampadas del resto del país. Y comentaron sus impresiones en otra asamblea que recuperó la salud multitudinaria. "Lo importante de este movimiento es que no sea instrumentalizado por nadie", resumió el portavoz de A Coruña. Y, por un momento, recuperó el espíritu que "la falta de consenso" y la recurrencia de "bloqueos" ha arrinconado en una esquina de Sol donde se junta "la tribu Quechua".

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