domingo, 31 de marzo de 2013

El Rey que no reinó

Don Juan, el heredero que no pudo reinar

El conde de Barcelona, que murió hace veinte años, tuvo como adversario, e incluso enemigo, a un dictador, Franco. Su gran jugada fue lograr que su hijo se educara en España y presidiera una monarquía parlamentaria

ENRIQUE FLORES

Era descendiente directo de un rey en su calidad de heredero legítimo de Alfonso XIII como tercer hijo varón (sus dos hermanos mayores, Alfonso y Jaime, renunciaron a sus derechos sucesorios por sus taras físicas: ambos eran hemofílicos y el segundo sordomudo). Y era progenitor de otro rey como padre que fue de Juan Carlos I de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (su segundo hijo, tras la infanta Pilar y antes de los infantes Alfonso y Margarita). Había nacido en junio de 1913 en San Ildefonso de La Granja y moriría en Pamplona en abril de 1993. Pero en sus 80 años de vida nunca fue rey. Solo conde de Barcelona, titular de los derechos dinásticos de la Corona de España y “pretendiente” frustrado al trono español desde febrero de 1941 (a la muerte de su padre) hasta mayo de 1977 (tras su renuncia a la jefatura de la Casa de Borbón a favor de su hijo). Se llamaba Juan de Borbón y Battenberg.
La extraordinaria circunstancia vital del único titular de la dinastía borbónica española que no pudo reinar es incomprensible sin tener en cuenta la época en la que vivió: nació cuando la España de la Restauración afrontaba los primeros problemas graves de estabilidad política e integración socioeconómica bajo fórmulas liberal-parlamentarias; desplegó su juventud al amparo de una dictadura militar auspiciada por su padre y cuyo fracaso político arrastraría en su caída al propio trono; desde la proclamación de la Segunda República en 1931 se convirtió con 18 años en un exiliado real que habitaría sucesivamente en Gran Bretaña, Francia, Italia, Suiza y Portugal durante el resto de su vida, con breves visitas a España hasta su regreso definitivo en 1982. Y durante ese largo exilio su trayectoria vital fue afectada por los grandes traumas que aquejaron a su país: una república democrática conflictiva entre 1931 y 1936; una cruenta guerra civil internacionalizada entre 1936 y 1939; y una larga dictadura que institucionalizó la victoria del bando liderado por el general Franco desde 1939 y hasta 1975.
Su largo exilio, que empezó a los 18 años, estuvo afectado por los traumas de vivió su país
Si don Juan no fue rey, la razón se halla en esa convulsa historia de España en los decenios centrales del siglo XX, que dieron al traste con una monarquía autoritaria a su inicio y configuraron otra nueva monarquía democrática a su término, previo “salto dinástico” de su persona. Y en ese resultado histórico, el papel de don Juan fue relevante pero no decisorio. Por eso no cabe encontrar las razones de su fracaso personal a la hora de ceñir la corona en la propia personalidad del conde de Barcelona, a pesar de sus virtudes o defectos. Desde luego, era “un Borbón” con lo que eso implicaba: desde su estatura corpulenta hasta su nariz aguileña y prominente cabeza; desde su sentido del deber institucional hasta su trato desinhibido y casi campechano; desde su pasión por los deportes (especialmente acuáticos, a tono con su formación como oficial de Marina) hasta su gusto por la galantería (incluyendo su feliz matrimonio, plenamente voluntario, con su prima, María de las Mercedes); desde su escasa formación cultural inicial (“nunca se nos educó para príncipes”) hasta su creciente capacidad para la maniobra política (fruto más de su dilatada trayectoria vital que de la reflexión intelectual).
En ese resultado histórico, la clave de todo residió en la persona que don Juan, durante la mayor parte de su vida adulta como pretendiente, tuvo como adversario latente y no pocas veces como enemigo abierto: el general Francisco Franco Bahamonde. Sin duda, las relaciones entre el pretendiente y el caudillo fueron vitales para el porvenir de ambos y para la propia España. Pero fueron unas relaciones esencialmente desequilibradas desde el principio y hasta el final.
Las primeras relaciones entre ambos personajes ya dejaban apreciar la muy distinta situación vital de cada uno. Mientras Franco ascendía durante la Guerra Civil los escalones que habrían de llevarle a la condición de supremo dictador vitalicio de España, el tercer hijo de un rey exiliado trataba inútilmente de combatir entre sus filas como soldado raso y anónimo. La negativa de Franco a aceptar su presencia en el frente era sensata y cortés (“la seguridad de vuestra persona no permitiría que pudiérais vivir bajo el sencillo título de oficial”). Pero era también interesada: convertido en el caudillo de un régimen de poder personal, quería “fundar” un “Estado Nuevo” y no “restaurar” una Monarquía ligada al “liberalismo caduco”. Así se lo había dicho al propio Alfonso XIII en 1937 al afirmar que “la nueva Monarquía tendría que ser muy distinta de la que cayó el 14 de abril de 1931” y sería la culminación de “un camino cuya meta presentimos pero que por lo lejana no vislumbramos todavía”. Y, mientras tanto, su Jefatura del Estado carecería de limitación temporal: “Me cupo el deber y el honor en estos momentos históricos de ser el caudillo de la cruzada y en ella he de caer o alcanzar para España la gloria”.
Intentó forzar su regreso criticando la política proalemana del régimen durante parte de la guerra
Entre 1941, tras su conversión en titular de los derechos sucesorios, y hasta 1948, tras su primera entrevista personal con Franco a bordo del yate Azor en la costa cantábrica, las relaciones de don Juan con el caudillo atravesaron diversas coyunturas presididas todas por la progresiva confrontación entre sus respectivas políticas, al compás del despliegue de la II Guerra Mundial hasta 1945 y del inicio de la guerra fría desde esa fecha. A pesar de que Franco aconsejó a don Juan que perseverara en la espera pasiva de su padre respecto al futuro de la restauración monárquica en España, el pretendiente intentó forzar la situación en varios momentos con el pretexto de que el régimen de “interinidad” no ofrecía estabilidad institucional y de que su política exterior proalemana durante la primera fase de la guerra le hacía incompatible con el nuevo orden mundial tras la derrota del Eje. Pero ni siquiera la declaración de “ruptura” con el régimen del manifiesto de Lausana en 1945 hizo mella en la actitud franquista.
Como sospechaban los líderes de las potencias democráticas occidentales, la alternativa monárquica estaba paralizada por su propia desunión entre “juanistas” intransigentes y colaboracionistas, una censura hábilmente explotada por Franco con reiteradas advertencias sobre el peligro de un regreso vengativo de los republicanos y mediante una política de concesiones aparentes (Ley de Cortes, Fuero de los Españoles, Ley de Sucesión). Además, las grandes democracias no tenían ninguna intención de propiciar la desestabilización de España ni querían arriesgarse a la reapertura de la guerra civil en ella por razones obvias. El interés geoestratégico de la península Ibérica para la defensa de Europa occidental, acentuado por las primeras disensiones entre la Unión Soviética y sus antiguos aliados contra el Eje, reforzaba esa política de “no intervención” y aceptación de la pervivencia del franquismo como mal menor e inevitable.
Desmoralizado, don Juan acertó a jugar una carta decisiva en su relación con Franco en 1948: negociar con él que su hijo y heredero, Juan Carlos, fuera educado en España para que no fuera un extraño en su propia patria. Franco aceptó la propuesta porque ya había descartado a don Juan como heredero y el control de la educación de un joven de apenas 10 años permitiría forzar a su padre a “que se resigne a que sea su hijo el que reine” en un futuro muy lejano. Y don Juan la propuso porque “no puedo privar a mi hijo de algo tan preciso para él, que es el Príncipe, como educarse en España”. Y ello aunque esa opción “me hubiera de costar a mí la Corona”, ya que “yo hago dinastía”. Fue un acuerdo de mínimos de alcance histórico crucial. Veinte años después, en el verano de 1968, Franco nombró a Juan Carlos “sucesor a título de rey”. Don Juan esperó casi otros 10 años, hasta estar ya formalmente convocadas las elecciones generales de junio de 1977, para ceder sus derechos dinásticos en quien ya era rey.
Enrique Moradiellos es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura.

Precariedad.

El digno precario

Javier López Menacho repasa en un libro su insólita vida laboral

El periodista trabajó disfrazado de chocolatina o como encuestador de moteros

Javier López Menacho, autor del libro 'Yo precario'. / Cristóbal Manuel

Ha sido chocolatina, galleta, sándwich... Ha cobrado por ello sueldos ínfimos. Lo contrataban empresas que a su vez contrataban con otras empresas que además habían contratado con otras... Ha sido un trabajador por cuenta ajena y lo sigue siendo, pero nunca le vio la cara al que lo empleaba de verdad.
Durante año y medio hizo todo eso Javier López Menacho en las calles de Barcelona. Es de Córdoba, sus padres viven en Jerez y ahora tiene 30 años. Es periodista, siempre quiso ser escritor. Ha sido precario “para pagar la habitación, que mide el ancho de mis manos, y para no pedir dinero a mi padre”. Así, como mascota, se presenta en el libro en el que cuenta su vida laboral. Yo, precario ha sido editado por Libros del Lince y ya su editor, Enrique Murillo, “que es como un padre”, le ha avisado de que se imprime una segunda edición.
Cuando salió el libro, su padre, que fue cura en Jerez hasta que se enamoró, lloró al teléfono. Ahora él no quiere hacer “un circo” de su historia; está “orgulloso” de haber llegado al editor, al prologuista (Manuel Rivas) y a la prensa por “caminos derechos, los que marcó Murillo”, y no en función “de ninguna artimaña” que no hubiera creído digna. Ese aspecto de muchacho noble y simpático, dicharachero y respetuoso, gana enseguida al que tiene delante. “Me decían que era simpático”, y por eso, “y porque hablaba andaluz”, le dieron algunos de los trabajos.
El primer trabajo precario fue en el metro. Tenía que controlar el fraude. Se sentaba en un escalón y apuntaba las veces que la gente se saltaba el controlador. Ocho horas al día. “Era para un estudio de mercado. Yo señalaba dónde defraudaba más la gente y allí ponían más guardias”. Era demasiado chico (1,70) para ser mascota, así que no lo quisieron como pollo de Gallina Blanca, pero pronto salvó esa dificultad gracias a su simpatía. “Ah, andaluz, vente”. No saber catalán también era un hándicap para ser encuestador, “pero me apunté a catalán, y con lo poco que supe salvé también ese escollo”.
Se pagó las clases con el paro, pero cuando este se acabó lo ayudaron sus padres. El padre es maestro jubilado, su madre sigue con sus labores. “Era un cura rojillo. Se enamoró de mi madre y se salió. Luego estudió Filosofía, hizo oposiciones, y así ha estado, de funcionario. Tiene mérito mi padre: siendo pobre, les dio carrera a los tres hijos: una chica, que es maestra interina, mi hermano y yo; somos mellizos. Mi hermano es el crítico más feroz que tengo. Es periodista, pero ahora diseña”.
El padre pensó que su hijo estaba siendo vejado: “Tú, dentro de una mascota”. “Yo me siento muy digno”, le contestó
“El precario se acostumbra a lo precario”. El padre lo llamó un día. Sintió que su hijo estaba siendo vejado, “tú dentro de una mascota”. Le dijo que no, que yo me sentí dignísimo, “pero te parte el alma que tu padre llore. No, padre, le dije, yo me siento muy digno, y mañana seguiré de mascota, no se me caen los anillos”.
Fue encuestador. “Tenía que buscar a alguien que tuviera una moto de determinada marca, y si se sometía a la encuesta le daba 12 euros”. Otra vez él mismo sirvió como encuestado. De fragancias. De consumidor de tabaco. Pero no fumas. “Haces de todo”, dice. Le pagaban en bonos de 20 euros, y con eso iba acumulando para la comida, para la habitación... Ese rumbo lo llevó a ser chocolatina... “Llamé a la empresa que me podía contratar. Les hizo gracia que hablara andaluz. ‘Uy, qué gracioso’, me dijeron otra vez”... Cuando estuvo frente a su empleadora, esta le preguntó enseguida: “¿Parla català?”. “Me cogieron”. Pero si no habla catalán. “Bueno, los engañas un poquito, maquillas la realidad”.
Luego, como chocolatina, era el que más hablaba para llamar la atención de los consumidores. “Hablaba como Aznar, en chicano, hacía de oso Yogui, era Simpson... A los niños les molaba muchísimo que me enrollara así con ellos... Un niño, Marcos, se sintió tan seducido que se negó a reconocer que dentro de la chocolatina hubiera un hombre. Él creía que ahí dentro estaba cada uno de los personajes que yo le hiciera creer que había”.
En la empresa que le contrató para ser chocolatina fue donde tardaron siete meses en pagarle. “Me salté la cadena de mando, escribí una carta por correo electrónico a los verdaderos dueños de la cosa; se enfadaron conmigo y se acabó el curro”. En medio del paro, “un dinero que me debían de un trabajo anterior en Valencia me sirvió para ir tirando”. Luego surgió un trabajo, el de auditor de máquinas de tabaco. Dos euros por máquina, dieciocho bares el primer día. Tenía que avisar qué se consumía más, qué faltaba. “Me miraban muy mal en los bares”. A la salida de uno de ellos, un hombre quiso atracarlo, “a la luz del día, me dijo que me iba a rajar. Me dio miedo, salí corriendo. No volví a hacer ese trabajo”.
Hay gente que dice que leer el libro le ha dado esperanzas
Luego fue promotor de “una famosa empresa de teléfonos”, sorteaba una bicicleta, y a aquellos que se prestaban a participar en el concurso “les regalaba un zumo de naranja”. En el tren, de Barcelona a Terrassa. “Me salía fatal, porque el tren subió de precio y yo tenía que pagarlo con los 4,50 euros que me pagaban a la hora... El tren valía siete euros ida y vuelta”.
Hasta que fue speaker de los partidos de la selección española en la Eurocopa. “Narraba los partidos en los cines, y a cada jugada importante tenía que anunciar un coche. Cincuenta euros la sesión. Como España ganó, gané bastante”.
No hizo esos trabajos para narrar su vida de precario. “Los hice para sentirme digno. Ahora creo que he escrito un libro digno. Y hay gente que dice que leerlo le ha dado esperanzas”. Sus maestros son Jordi Carrión (que le dejó ir gratis a sus clases de crónica), Hunter Thompson, Martín Caparrós, Rodrigo Fresán... Se sentó a firmar su primer autógrafo de escritor este último lunes en el café Gijón de Madrid. Antes había contado que su padre lloró, ahora de alegría, cuando el editor lo llamó para decirle que su hijo el precario ya iba por la segunda edición.

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Ciclistas con casco.

Tráfico está decidido a imponer a los ciclistas el uso del casco en ciudad

Los golpes en la cabeza provocaron el 20% de los muertos y heridos en bicicleta

Las asociaciones de usuarios tildan la imposición de “desproporcionada”

Varios ciclistas circulan con casco, en Madrid. / ULY MARTÍN

“Es el primer día que llevo casco. Lo veo ridículo”. Esta es una de las reacciones que recogió EL PAÍS el 2 de septiembre de 1992, un día después de que entrara en vigor la obligación de que los usuarios de ciclomotores llevaran casco. “La historia de la seguridad vial está plagada de este dilema: cinturón de seguridad delante, cinturón de seguridad detrás, casco de motocicleta, casco de ciclomotor… No hay una sola medida de prevención que haya sido recibida favorablemente por todo el mundo”, estima la directora general de Tráfico, María Seguí. Y la polémica sobre la obligatoriedad o no del casco para ciclistas en zona urbana no está libre de controversia, hasta tal punto que, según fuentes de Tráfico es, junto a la subida de la velocidad a 130 kilómetros por hora en ciertos tramos, el principal escollo para la aprobación consensuada del nuevo Reglamento General de Circulación.
El borrador, que Tráfico ya ha enviado a los miembros del Consejo de Seguridad Vial, recoge la imposición de que los ciclistas usen casco cuando circulan por ciudad, una norma que ya ha suscitado el rechazo unánime, no solo de las asociaciones ciclistas sino de todas las fuerzas políticas en la ciudad de Barcelona. Sin embargo, según datos cruzados de las policías locales y la Guardia Civil, el 20% de los ciclistas muertos y heridos, en ciudad y en carretera, lo son por una lesión craneal, aunque los informes no especifican cuántos no llevaban casco.

A favor

  • El casco reduce tanto las lesiones craneales como su gravedad.
  • Si la medida es voluntaria, solo usarán el casco "los convencidos". El resto sigue en peligro.
  •  Aunque el número de fallecidos no es alto, sí lo es el de heridos.
  • Hay estudios que demuestran que la obligatoriedad del casco reduce el número de lesionados craneales y no incide en una disminución del uso de la bicicleta.
“La evidencia en la utilidad del casco para reducir la probabilidad de lesión craneal es incuestionable, hay más de 150 artículos científicos al respecto y eso no lo va criticar ninguna asociación ciclista”, defiende la directora. Y, efectivamente, el problema no reside en la utilidad o no del casco sino en la exigencia de llevarlo. Seguí apuesta claramente por establecer su uso por ley: “Cuando tú pones una medida voluntaria, se protege aquel que es más consciente. Y, por pura definición, es el que menos probabilidad tenía de tener un accidente”.
Pero las asociaciones ciclistas creen que el mensaje que envía Tráfico, en el momento de auge de la bicicleta, es que este tipo de vehículo es peligroso, cuando las cifras, aseguran, demuestran lo contrario. “Hay un promedio de 15 muertos anuales —en 2011, el último año con cifras consolidadas, fallecieron 12 ciclistas en ciudad—, por lo que es una medida totalmente desproporcionada, que frena la expansión ciclista", considera Manuel Martín, director técnico de ConBici. Según el Barómetro Anual de la Bicicleta, unos tres millones de personas usan en España este vehículo casi a diario. “La normalidad en el uso la bicicleta se verá afectada por la imposición del casco”, sostiene Martín. La comodidad o la estética son, según reconoce, dos de los factores. “Piensa en una mujer que acaba de salir de la peluquería y se lo tiene que poner”, continúa. Además, en el resto de Europa, según apuntan desde la Asociación de Ciclistas Profesionales, “no es obligatorio el uso del casco”.

En contra

  • La implantación del casco provocará una disminución del uso de la bicicleta, según un estudio neozelandés.
  • En el resto de Europa no es obligatorio usar el casco.
  • La imposición del uso del casco envía un mensaje de peligrosidad sobre el uso de la bicicleta, pero la media de fallecidos anuales es de 15 personas.
  • El casco afectará a la normalidad del uso de la bicicleta porque puede llegar a resultar incómodo y poco estético.
El director de ConBici tilda la imposición de “paternalista” y recuerda que “unas 300 personas pierden la vida al año por un ahogamiento pero no es obligatorio llevar chalecos salvavidas en los pantanos”. “Si la Dirección General de Tráfico está tan preocupada por velar por la salud de todos los ciudadanos, debería empezar por poner casco obligatorio a los ocupantes de los coches, que suman al año unas 5.000 víctimas entre heridos y fallecidos, muchos por politraumatismos craneoencefálicos”, añade.
Sin embargo, estas cifras, protesta María Seguí, “son incompletas porque son las mismas que las de la DGT y, por ley, solo se recogen los incidentes donde hay implicado un vehículo motorizado”. La máxima responsable de Tráfico admite que la cifra de víctimas mortales no es elevada. “Al ciclista, lo que realmente le mata es la velocidad de los vehículos, y de ahí la importancia de reducir la velocidad en ciudad con el nuevo código de circulación [a 30 en calles con un solo carril y sentido único o con un carril por sentido de circulación, y a 20 en las calles con una sola calzada y una acera]”. “Esa es la principal ayuda al ciclista”, apostilla.
Son los heridos, sin embargo, lo que más le preocupa. En 2011, hubo 285 ciclistas que resultaron heridos graves en ciudad, la cifra más alta desde 1997. “Las lesiones cerebrales son un mal silente en España”, insiste Seguí, que subraya que el casco ayuda a reducirlas tanto en número como en gravedad. Y arroja las cifras generales de siniestralidad de 2012: 5.600 lesionados cerebrales y más de 200 lesionados medulares. “¿Voy a promover un medio que me puede resultar en más lesionados craneales cuando tengo una herramienta que sé que es efectiva reduciendo esa lesión?”, se pregunta.
Pero los ciclistas argumentan que Interior y la DGT “legislan por percepciones”. “No tienen estudios hechos”, considera Manuel Martín, que sí alude a un estudio: “En Nueva Zelanda se demostró que el uso de la bicicleta cayó en un 30% tras la imposición del casco”, recuerda. Seguí conoce este estudio: “Es cierto, pero se hizo en el periodo inmediato a la aprobación de la ley, nadie ha seguido a más largo plazo qué sucede con eso y quien es un convencido de la bicicleta, tarde o temprano vuelve”.
Sin embargo, sí existen estudios científicos que avalan no solo la eficacia del casco como protección sino la efectividad de implantar la medida por ley. El Cochrane, una red internacional especializada en la elaboración de informes sobre recomendaciones de salud pública, concluye que la implantación por ley del uso del casco para ciclistas en ciudad es “efectiva en la reducción de lesiones craneales”.
Llega a resultados similares otro estudio canadiense publicado en la revista Injury Prevention, que, si bien alude al estudio neozelandés sobre la disminución de ciclistas, asegura no haber encontrado en su análisis “una reducción significativa del uso de la bicicleta” durante la implantación de una ley similar en Canadá. María Seguí se muestra contundente sobre la implantación de la normativa: “Si me quieren tirar tomates que me los tiren”.

Barómetro

  • En España, alrededor de tres millones de personas usan la bicicleta casi a diario, y a 15,5 millones con alguna frecuencia, según el Barómetro Anual de la Bicicleta.
  • En 2011 murieron 49 ciclistas, 37 en vía interurbana y 12 en vía urbana.
  • En 2011, resultaron heridos graves 589 ciclistas, 304 en vía interurbana y 285 en vía urbana.
  • Un golpe en la cabeza provocó el 20% de heridos y muertos entre los usuarios de la bicicleta.

Inocente culpable.

Resurrección y venganza

El fotógrafo mexicano Sergio Dorantes, encarcelado durante nueve años por un crimen que no cometió, lucha por devolver la dignidad y el sentido a su vida

De izda a derecha, Alonso Aguilar Zinser, Sergio Dorantes y un empleado del juzgado en octubre de 2008.

El abuso del poder florece cuando la justicia está ausente. La ley de la jungla se impone cuando la ley no se aplica de manera civilizada, con igualdad de criterio para todos. Los poderosos se salvan y los débiles viven a su merced, o a la del azar. Una inevitable consecuencia es que los que no deberían de estar en la cárcel lo están; los que sí deberían, no.
Así lo demuestra la dura y triste historia de Sergio Dorantes, un fotógrafo mexicano de 66 años que hace exactamente uno salió de prisión, y de un vía crucis que duró casi nueve años por un crimen que no cometió, tras ser declarado inocente de haber asesinado a su ex esposa en la Ciudad de México en julio de 2003. Desde entonces hasta su liberación el 30 de marzo de 2012 vivió prófugo en Estados Unidos, estuvo bajo arresto domiciliario, fue detenido en dos cárceles californianas y en una de México.

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Su brillante carrera – su trabajo se publicó en EL PAÍS, The New York Times, Time y Newsweek entre otros medios – ha sido arruinada, sus ahorros aniquilados, su salud dañada y su reputación aparentemente condenada a permanecer en entredicho. No tiene ni dinero para comprarse una cámara y sus vecinos no dejan de murmurar que es un “asesino”. Encima su familia le ha abandonado. Y todo porque un fiscal pagó mil pesos, o unos cien dólares en su momento, a un compatriota mexicano encontrado un día en la calle para que diera falso testimonio en su contra, para que hiciera una declaración jurada – con lujo de detalles, elaborada meticulosamente por el fiscal – en la que mintió diciendo que vio a Dorantes en el lugar de los hechos a la hora del asesinato. Fue la única “prueba” que implicó al fotógrafo en el crimen.
Lo más inexplicable del caso, lo más grotesco, es que el testigo se retractó un año y medio después de participar en el macabro complot; lo confesó todo. E incluso fue condenado a la cárcel por el delito de falsedad de declaraciones. Pero aun así Dorantes tuvo que padecer el acoso de lo que en México se llama la ley durante siete años más hasta que un tribunal le dio la razón y finalmente lo dejó en libertad.
Hoy, de manera fría y deliberada, Dorantes prepara su venganza. Primero, montando una campaña para hacerle al fiscal lo que el fiscal le hizo a él, para meter en la cárcel al principal responsable del falso testimonio que se fabricó en su contra. Segundo, y con fines más estrictamente altruistas, a través del activismo político. Va a registrar una ONG, Culpable Sin Evidencia, dedicada a denunciar casos como el suyo de encarcelamiento injusto. Ya está trabajando junto a grupos de derechos humanos para presionar a las autoridades a que rectifiquen en tres casos de individuos que, según Dorantes, han sido condenados a largos años de prisión en base a pruebas inventadas por las fiscalías.
Dorantes entiende muy bien que, pese a todo lo que ha sufrido (lo peor fueron los tres años y medio que estuvo en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México), ha sido afortunado. Sergio Aguayo, un reputado académico y activista político mexicano, se interesó en él, se convenció rápidamente de que era inocente y lo puso en contacto con uno de los abogados más distinguidos de México, Alonso Aguilar Zínser, que decidió emprender su causa. Sin esa suerte, fruto de sus contactos periodísticos, Dorantes seguiría hoy en la cárcel, como incontables víctimas más de similares arbitrariedades judiciales en su país. Hoy utiliza esa misma suerte, la gente con influencia a la que tiene acceso, para hacer su aportación a la causa de la justicia en México.
“Si logramos imputar y encarcelar al fiscal, haremos historia,” explicó Dorantes, contactado por teléfono en la Ciudad de México. “Se crearía un precedente legal y de ahí en adelante el que fabrique pruebas, lo pagará. Eso sería oro puro.” Su objetivo es ambicioso pero, según él, no irreal. Hay una investigación abierta contra el fiscal y Dorantes cuenta con aliados dentro del sistema judicial y en importantes organizaciones civiles que espera que colaboren con él en su misión.
En cuanto a su proyecto de ONG, uno de los casos más contundentes de abuso de poder en los que Dorantes está trabajando es el de dos hermanos que han recibido 140 años de prisión por siete secuestros “inventados”. “Las autoridades se echaron encima de ellos, los identificaron como culpables, sencillamente para ganarse a la opinión pública,” dijo Dorantes. “Normalmente lo que hacen en tales casos es joder a gente que no tiene recursos.”
Dorantes sí tenía recursos. Vivía muy bien. Ya no. En parte porque no ha podido trabajar desde que se le acusó del asesinato de su ex esposa, con la que dice que mantuvo una relación muy cordial; en parte, sostiene, porque su familia le ha traicionado.
Dejó su casa y sus pertenencias en manos de su hermana y de su cuñado durante su larga pesadilla. “Salí de la cárcel y sufrí una profunda decepción. Fue un golpe bajo tremendo después de todo lo que había vivido,” dijo Dorantes. “Ellos dos no trabajaban y yo pagaba cada mes de mis ahorros el agua, la luz, todo. Solo pedía que me cuidaran la casa, pero al volver encuentro la casa dilapidada y sucia, los muebles y los aparatos electrónicos rotos, el jardín una jungla... un campo de batalla todo. Pero lo peor fue que mi cuñado había vendido mi equipo fotográfico, relojes, cuadros, hasta anteojos de sol. No esperaba que saliera. No quería que saliera.”
Salió, pero desde entonces ha luchado con poco éxito para volver a ganarse la vida con la fotografía, sin el dinero para poder comprar la clase de cámaras que necesita. Lucha también contra el estigma de la acusación injusta que le hicieron, que ha sido otro impedimento en el camino a reanimar su carrera profesional.
La familia lo ha traicionado, el sistema mexicano lo ha traicionado, incluso algunos ex compañeros de trabajo le han traicionado. Lo que le queda es aunar fuerzas con la gente buena de su país para devolver la dignidad y el sentido a su vida a través de la lucha para procurar que en un futuro mejor lo que le pasó a el no le pase a otros y, si su suerte se mantiene, para saborear la satisfacción de una justa y dulce venganza.
John Carlin trabajó con Sergio Dorantes en varios proyectos para EL PAÍS, The Sunday Times y The Independent de Londres.

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Trabajadores eventuales

EE UU estudia ampliar el número de visados para trabajadores temporales

El reciente acuerdo entre empresarios y sindicatos se considera clave para el avance de la reforma migratoria

Concentración a favor de la reforma de inmigración en Oakland, California. / JOE KLAMAR (AFP)

Los principales sindicatos y organizaciones empresariales de Estados Unidos alcanzaron este fin de semana un acuerdo para crear un nuevo programa de trabajadores extranjeros temporales. El pacto se ha producido dentro de las negociaciones para la reforma de inmigración, que culminaría con la regularización de 11 millones de indocumentados, y está considerado como una de las claves para que ésta salga adelante.
“Este asunto siempre ha roto cualquier consenso entorno a la reforma de inmigración”, reconoció el demócrata Charles Schumer, uno de senadores que negocian la nueva legislación. “Pero eso no ocurrirá esta vez”. Schumer forma parte del conocido como “Grupo de los Ocho” senadores -cuatro demócratas y cuatro republicanos- que desde el pasado mes de enero lideran conversaciones con diversos sectores de la sociedad para acometer la reforma.
El pacto entre sindicatos y empresarios, inalcanzable en anteriores intentos de cambiar el sistema migratorio, supone la creación de un programa para trabajadores temporales con condiciones nunca antes acordadas en EE UU. El nuevo visado -tipo “W”-, permitiría a los inmigrantes trabajar en el país y, al cabo de un año, solicitar un permiso para permanecer de manera legal dentro de sus fronteras. Los trabajadores temporales podrían además cambiar de empleo, algo imposible en la actualidad.
“Tenemos una larga historia de abusos y explotación que ha puesto a los inmigrantes en condiciones cercanas a la esclavitud”, afirma Ana Avendaño, directora de inmigración del sindicato AFL-CIO, principal implicado en el acuerdo. “Cuando comenzamos las negociaciones sabíamos que teníamos que crear algo completamente nuevo”.
Este programa permitiría la entrada de 20.000 trabajadores en el primer año, 35.000 en el segundo, 55.000 en el tercero y 75.000 en el cuarto.
Desde el sindicato afirman que este programa incentivaría también a las compañías a contratar empleados a nivel local, antes de recurrir a trabajadores extranjeros, y ayudaría a las pequeñas empresas, ya que un tercio de los visados -el máximo anual quedaría establecido en 200.000- irán destinados a aquellas con menos de 25 empleados.
El programa incluye la creación de una comisión federal que estudie el mercado laboral -tanto la oferta de empleo como el número de candidatos cualificados- y que determinará el número de visados que se oferten cada año. Cuando las empresas demuestren que no hay candidatos estadounidenses para ese trabajo, entonces podrán anunciarlos a la comisión y a los consulados de EE UU en el extranjero.
Según los detalles compartidos por el sindicato, este programa permitiría la entrada de 20.000 trabajadores en el primer año, 35.000 en el segundo, 55.000 en el tercero y 75.000 en el cuarto. El número de visados anuales fluctuará de acuerdo con las consideraciones de la comisión y en función de la tasa de paro, la oferta de empleo y las demandas de cada sector empresarial.
El presidente de AFL-CIO, Richard Trumka, anunció las bases del acuerdo este fin de semana atribuyendo su éxito “al fuerte consenso en todo el país acerca de la reforma”. Sus palabras, sin embargo, chocaron a las pocas horas con las del senador Marco Rubio, republicano por el Estado de Florida, quien las calificó de “prematuras”. Según Rubio, para que el proceso llegue a su fin, las negociaciones “no se pueden llevar a cabo con prisas ni en secreto”.
“Creo que nos pondremos de acuerdo con respecto al proyecto de ley, pero esa legislación sólo será el punto de partida”, aseguró Rubio. El senador republicano puso voz así a la preocupación del sector más conservador del partido, que espera su oportunidad para debatir la reforma en la Cámara de Representantes y plantear nuevas exigencias. Hasta ahora, el Grupo de los Ocho ha logrado avances clave para la regularización de los 11 millones de indocumentados que se estima residen en EE UU, los plazos en los que podrán acceder a la ciudadanía o las medidas de seguridad que deben darse en la frontera con México.
El pasado sábado, horas antes de que sindicatos y líderes empresariales confirmaran el acuerdo, el senador Rubio enviaba una carta al presidente del Comité Judicial del Senado, pidiéndole que celebre diversas audiencias acerca de los principales aspectos de la reforma. “Las diferencias entre los senadores deben formar parte de una discusión abierta, delante de los ciudadanos americanos”, afirmó Rubio. “Es especialmente importante que consideremos las propuestas de seguridad en la frontera, que escuchemos el testimonio de los expertos y a la Secretaria de Seguridad Nacional”.
Tras escuchar las palabras de Rubio, Avendaño se muestra optimista con el consenso y espera que la legislación salga adelante: “Tenemos confianza porque sabemos que el pacto es bueno y se mantendrá íntegramente. Las personas que tenían que ponerse de acuerdo ya lo han hecho”. Según la directora, que ha participado activamente en las conversaciones con los senadores, el proceso ha avanzado “a la velocidad de la luz” gracias a que todos los implicados han preferido centrarse en aquellos aspectos del sistema de inmigración que deben mejorar y no en los plazos que cumplir o el momento en que deba aprobarse la reforma. Se espera que el proyecto de ley llegue al Senado la próxima semana y podría ser sometido a votación antes del mes de junio.

Extrema pobreza

Más desigualdad, más miseria

Los expertos, preocupados por la consolidación de la brecha entre ricos y pobres.

La caída de rentas deja a 11 millones de españoles bajo del umbral de la pobreza

Crisis, paro, pobreza y desigualdad. El estratosférico ascenso del desempleo (26% según la última Encuesta de Población Activa, una tasa inédita en las bases estadísticas del INE) ha traído consigo no solo la caída (en ocasiones hundimiento) de las rentas de las clases medias y un mayor empobrecimiento de las bajas. También el ensanchamiento y la consolidación de la desigualdad, esa brecha de niveles salariales —pero también de expectativas vitales o ilusiones— que pone cada vez más distancia entre los más ricos y el resto de la sociedad (en especial, con los más pobres).
¿Cuáles son las consecuencias del avance de la miseria y el ensanchamiento de la zanja económica? Antonio Ariño, catedrático de Sociología de la Universidad de Valencia, no habla solo de fractura económica como efecto de la desigualdad, sino de fracturas, en plural. De un factor con efecto multiplicador “en todos los frentes” que afecta, como punto de partida, a la renta, pero que se extiende “a la sanidad, al abrir un doble modelo de aseguramiento o entre quien puede permitirse un seguro y quien no; la educativa, la cultural, la digital o la que afecta a la cobertura de las pensiones, de nuevo la dualidad pública o privada...” Afecta a todos los ámbitos de la vida: “Desde la inseguridad ciudadana hasta la infelicidad, la incertidumbre, el consumo de ansiolíticos...”
“La preocupación por la desigualdad es por la pobreza relativa”, dice Alfonso Novales, catedrático de Economía Cuantitativa de la Universidad Complutense de Madrid. Novales habla de esos 11 millones de españoles que ya se encuentran bajo el umbral de la pobreza (con ingresos por debajo del 60% de la renta mediana estatal, unos 7.300 euros en el caso de un adulto que viva solo), como puso de manifiesto Cáritas la semana pasada en la presentación del informe Foessa.
Novales destaca, por un lado, el lastre que suponen las elevadas diferencias de renta para la capacidad de crecimiento de un país. “Bajo las mismas condiciones, los países con mayor desigualdad crecen menos”, apunta este economista. Por otro lado, subraya cómo la desigualdad reduce la capacidad que tiene el crecimiento a la hora de reducir la miseria. Así, en Estados con similares tasas de desarrollo económico, “el menos desigual en la distribución de la riqueza es más capaz de combatir la pobreza”.
Las grandes diferencias de ingresos frenan el crecimiento
Estas conclusiones se han extraído a partir de estudios que han comparado estructuras socioeconómicas de países en desarrollo. Sin embargo, son plantillas que se ajustan a la situación de España, a juicio del profesor de la Complutense, por lo que las conclusiones en términos de dificultad de crecimiento y de reducción de las diferencias de niveles de renta son del todo válidas.
En estos trabajos se ha observado cómo, en función de las tasas de desigualdad, hay países (los que presentan menos brechas) que, con un crecimiento reducido, son capaces de mejorar el nivel de vida de los más desfavorecidos, mientras otros (los más desequilibrados), con mayor incremento del PIB apenas reducen la pobreza.
De la zanja abierta entre ricos y pobres no hay ninguna duda. Lo advirtió el Consejo Económico y Social (CES) en el Informe sobre distribución de la renta en España: desigualdad, cambios estructurales y ciclos a principios de mes. Una de las conclusiones del trabajo indica que en los años ochenta, el desarrollo económico fue acompañado por la reducción de la miseria y la desigualdad. Este proceso “se estancó durante la expansión económica (1995-2007)” y la desigualdad “está creciendo con intensidad en esta crisis, al mismo tiempo que los niveles de exclusión social”, concluye el CES. En esta idea insiste el estudio Foessa: “La desigualdad se ha enquistado en nuestra estructura social”. Desde 2007, la distancia entre la renta del 20% de población más pudiente y el 20% más desfavorecida ha crecido casi un 30%.
El empobrecimiento de la mayoría de la población es otra evidencia, y responde al efecto combinado del paro, la reducción de salarios y los recortes en las prestaciones sociales. Del avance del desempleo da cuenta que haya 380.000 hogares (el 10% del total) en los que no trabaje ningún miembro. De la caída de las remuneraciones, el hecho de que, de 2007 a 2010, la llamada “pobreza laboral” —las personas que pese a trabajar no superan el umbral de la pobreza— haya pasado del 10,8% al 12,7%, como ponía sobre la mesa el Informe sobre la desigualdad de la Fundación Alternativas.
El desequilibrio es económico, pero también sanitario y emocional
El martes, la Comisión Europea advertía, literalmente, del “agravamiento de la crisis social” en España en vista de la falta de signos de mejoría en indicadores como, por ejemplo, el empleo.
En la franja baja de la miseria, está la llamada pobreza extrema (3.650 euros de renta por persona al año). Son tres millones de ciudadanos que no solo necesitan ayudas puntuales de unos servicios sociales públicos cada vez más saturados y debilitados para pagar el agua, la luz o alimentarse, como pueden ser las personas en situación de pobreza moderada. Además requieren de todos los esfuerzos posibles para evitar caer en la exclusión, una categoría de degradación que implica situarse al margen de la sociedad.
Gustavo García Herrero, director del albergue municipal de Zaragoza conoce bien a estas personas. “Nuestro trabajo consiste en descubrir y potenciar las capacidades laborales, formativas, familiares de esta gente para sacarlos adelante”, explica. A García le cuesta ser optimista. “Me preocupa la falta de expectativas, nosotros trabajamos con la motivación de las personas; y cada dato nuevo sobre la situación económica aleja un poco la salida”.
El último comunicado del Banco de España es un ejemplo de ello. El martes auguró una “reducción notable” de puestos de trabajo durante todo el año 2013 e incluso durante 2014. Malas noticias para la lucha contra la desigualdad.

Gastos irracionales.

El Consejo de Europa critica a España por gastos municipales “irracionales”

Muestra su preocupación por la inversión municipal, los “proyectos faraónicos” y la corrupción

Obras en el Palacio de la Ópera, en la Cidade de la Cultura de Santiago. / Xoan Rey (EFE)

El Consejo de Europa ha tomado nota de dos de los temas que más alteran a la opinión pública española: “El aumento de casos de corrupción política que están causando verdaderos estragos en la credibilidad de las instituciones, y la gestión de algunas regiones y gobiernos locales en relación con prácticas irracionales de gasto”. En esas prácticas incluyen “la construcción de faraónicos proyectos o el pago de enormes salarios a algunos políticos locales y regionales, entre otros dispendios”.
Lo mantiene el informe Democracia local y regional en España, cuyas conclusiones fueron publicadas por el organismo con sede en Estrasburgo el 21 de marzo. El texto completo, de 50 folios, hace un repaso exhaustivo a la organización municipal y lamenta la existencia de sueldos desmedidos de los cargos electos, por lo que recomienda su regulación y su limitación con un techo máximo.
Junto a la corrupción, el análisis del organismo europeo señala la crisis del sector inmobiliario como el origen de los males de las finanzas públicas. Muestra preocupación en especial por las circunstancias que han disparado la deuda acumulada por algunos Ayuntamientos, sobre todo con bancos y contratistas privados “en respuesta a las políticas expansivas presupuestarias relacionadas con el electoralismo, el endeudamiento excesivo y la burbuja de la vivienda”. Como último dato aporta los números rojos de finales de 2009 de la hacienda local española, 7.885 millones (hoy la deuda ha aumentado hasta los 8.252 millones de euros).
“La ola de Estatutos ha demostrado ser poco exitosa”, señala el Consejo de Europa
Al repasar la organización territorial en España, el estudio asegura además que “la ola de Estatutos ha demostrado ser poco exitosa”, sobre todo en relación con el de Cataluña. Tras mencionar los recursos interpuestos ante el Tribunal Constitucional, considera que “solo una profunda revisión de la Constitución podría alterar la situación actual”.
Los autores, Marc Cools, presidente de la Unión de ciudades de Bélgica y Leen Verbeek, gobernador de la provincia holandesa de Flevolard, confeccionaron su informe a partir de dos visitas a España (Sevilla, Toledo y Madrid) celebradas en junio de 2012 y enero de 2013. Durante ellas hablaron con representantes del Gobierno, el Parlamento, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, Ayuntamientos y asociaciones, que les trasladaron ejemplos concretos de esos proyectos faraónicos que los autores se guardaron de mencionar en el documento. Léase el archifamoso aeropuerto sin aviones de Castellón o la Cidade da Cultura gallega, un pozo que ya ha consumido 300 millones y que la Xunta de Galicia acaba de bloquear.
Al Consejo de Europa no se le escapa que el Gobierno de Mariano Rajoy está asumiendo un papel decisivo en la organización territorial con “tendencia a la recentralización”. Se trata de una política que, en su opinión, “no encuentra una fuerte resistencia de las autoridades” gracias a un mapa electoral dominado por el Partido Popular.
En cuanto a la reforma de los Ayuntamientos, valora positivamente que se establezcan criterios claros sobre quién debe asumir qué competencias. Sin embargo, apunta a que el asunto “podría provocar una reducción de la capacidad de las autoridades locales para adaptarse a las necesidades de la población”. Porque prohibir a los municipios que ejerzan competencias en servicios sociales podría “entrar en conflicto con la Carta Europea de Autonomía Local”. Y lo que es peor, amenaza con crear “una distinción entre municipios ricos y pobres, estando los primeros más capacitados para asumir nuevas responsabilidades”, y los segundos limitados a seguir sobreviviendo. Solo ven una salida para que esto no suceda: que el Estado se rasque el bolsillo y financie “adecuadamente” las ciudades y pueblos y permita mejorar la autonomía fiscal de los municipios. Por ejemplo, reemplazando impuestos suspendidos como el Impuesto de Actividades Económicas por otros “que permitan un nivel similar de ingresos”.

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Chipre en la mira

Los riesgos de Chipre

Después del rescate, la isla se enfrenta a una recesión más intensa y prolongada


El acuerdo sobre el rescate bancario de Chipre ha evidenciado la mala gestión de la crisis por parte de las autoridades europeas y la sorprendente posición de Rusia, cuyo Gobierno se ha escandalizado por la penalización a los depósitos bancarios cuando en buena lógica debería estar pidiendo la repatriación de los capitales rusos ocultos en los bancos chipriotas y la lista de quienes tienen cuentas en ellos. Pero, desgraciadamente, el episodio crítico no ha concluido. La penalización que se impondrá a los depósitos bancarios superiores a 100.000 euros será de hasta un 60% —como confirmó ayer el Banco de Chipre—, el control de capitales se ha prolongado durante un mes para prevenir las salidas incontroladas de capital y el rescate, que ha convertido en banco malo el Laiki Bank para salvar el Banco de Chipre, tendrá consecuencias duraderas, no solo para el sistema financiero de la isla, sino también para la evolución de su economía.


Porque, después de la convulsión financiera, Chipre se enfrenta al riesgo de una recesión aguda y prolongada. Poco antes de que se declarara la crisis, las previsiones europeas pronosticaban para el país una contracción del PIB del 1,7% este año y del 0,7% en 2014. Es probable que tales previsiones tengan que ser corregidas a la baja en muy corto plazo. El primer impacto, sin duda, es el pago de los depósitos asegurados del Laiki Bank, situado ya en el grado de insolvencia por Moody’s. La cadena de consecuencias indeseadas se pone en marcha; comenzará con un aumento de la deuda pública y continuará con nuevos recortes presupuestarios. Chipre será la nueva víctima de los ajustes a ultranza.
No debe olvidarse que, a pesar de las desafortunadas declaraciones públicas, el rescate bancario de Chipre es difícilmente reproducible en otros países del euro y, aparentemente, no producirá un grave contagio en las finanzas europeas. Ha sido, eso sí, una prueba para la confianza de los europeos en la fortaleza de las instituciones, que no han salido bien paradas. Los casos de mayor relevancia, como son Italia y España, tienen delineado desde 2012 un procedimiento de ayuda muy distinto de la punición impuesta a los depósitos chipriotas, en buena parte constituidos por dinero evadido de otros países. Dicho procedimiento se llama intervención en el mercado de deuda y es un error que España no se acoja a él.

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Casillas, ya no va...

Será muy complicado que Diego López salga de la portería”

Mourinho asegura que no imagina a Casillas recuperando la titularidad.

Diego López despeja un remate del Zaragoza. / ALBERT GEA (REUTERS)

Cada vez que José Mourinho se dispone a lanzar una estocada apela a la honestidad. Es lo que hizo el mánager del Madrid ayer, después de pasarse el partido (1-1) metido en la caseta de La Romareda sin salir a la intemperie ni una vez para corregir a sus futbolistas. Prácticamente inactivo en el campo, relevó a su auxiliar y portavoz, Karanka, para presentarse en la sala de conferencias a formular tres mensajes él mismo. Primero, aclaró que, según su criterio, si el equipo acaba la temporada como tercer clasificado habrá alcanzado su objetivo. Segundo, apuntó que el equipo no acusa problemas de elaboración sino que sus jugadores deberían haber hecho más goles. En tercer lugar avisó que no se imagina a Casillas quitándole el puesto de titular a Diego López.
“Diego López ha hecho una vez más un partido importante”, dijo Mourinho, “una vez más ha ayudado al equipo a conseguir un resultado porque ha parado balones de gol. Jugando como está jugando desde que ha entrado a nuestra portería y pasando por partidos de grado de dificultad bastante alto como los de Manchester y los del Barcelona… Jugando como está jugando… y en el fútbol tenemos que intentar ser sinceros con nosotros mismos y con nuestros jugadores… Siguiendo en esta línea es muy difícil que Dieglo López salga de la portería”.
Casillas recibió el alta médica hace diez días después de recuperarse de una operación en la mano izquierda. El portero lleva una semana entrenándose a pleno con sus compañeros. Pero Mourinho no le ve preparado. Diego López, el portero fichado al Sevilla en el mercado invernal para hacerse cargo del vacío creado por la baja del capitán, se ha establecido como un meta fiable y el mánager se ha aferrado a esto para mantener a Casillas alejado de la acción. La decisión de no llevarle ni convocado a Zaragoza contrastó con los precedentes de otros jugadores dados de alta por los médicos que, casi inmediatamente, se incorporaron a las expediciones para ir concentrados y reintegrarse a las dinámicas del equipo. Marcelo en enero y Pepe en febrero son los casos más recientes.
Para el partido con el Galatasaray tampoco veo  a Casillas. Seguramente estará listo para ir convocado contra el Levante”.
Casillas y Mourinho apenas se dirigen la palabra. La relación entre ambos es fría desde hace más de un año y hay pocos indicios de que en el futuro se comuniquen con más fluidez. El mánager no hace nada por restablecer el diálogo y se ha mostrado molesto cuando el portero he hecho un esfuerzo por viajar para acompañar a sus compañeros, como cuando hizo el día de la semifinal de Copa en el Camp Nou, a donde fue sin ir convocado. En el vestuario observan que la situación de Casillas es delicada: aun estando completamente recuperado, creen que Mourinho ya no se fía de él. Prefiere que permanezca en un segundo plano. “Creo que el miércoles contra el Galatasaray todavía no irá convocado”, observó ayer, pero en una semanita más, contra el Levante, pienso que Iker sí irá convocado”.
“El míster es muy inteligente y nosotros hacemos lo que él dice”, observó Marcelo, cuando le preguntaron por las palabras de Mourinho asegurando que el objetivo del Madrid en la Liga es quedarse como está. “Desde hace tiempo no es nuestra ambición en esta Liga ganar el título otra vez”, dijo el mánager. “Ya sabemos que es una cuestión de terminar a 12, a 11, a 10, a 9 a 8… pero no es una cuestión de ganar. Con el empate contra el Zaragoza lo que podemos perder es la segunda plaza. Si el Atlético gana se pondrá a un punto por delante de nosotros”.
“Todos sabemos”, prosiguió Mourinho, “que nuestros objetivos son la final de Copa y los cuartos de final de Champions; y que en la Liga tenemos conseguida desde hace bastante tiempo la clasificación para la próxima ‘Champions’, terminar entre los tres primeros que es una cosa que está garantizada desde hace mucho”.
Las declaraciones de Mourinho contrastan con las costumbres del Madrid y con las directrices de sus dirigentes. El presidente del club, Florentino Pérez, lleva desde las Navidades repitiendo que “el Madrid nunca se rinde”. El eslógan, más viejo que Bernabéu, pretende dar un sutil toque de atención al mánager, para que reconduzca su discurso. En La Romareda, sin embargo, Mourinho insistió: con ser segundos, y hasta terceros, es suficiente. La tercera posición es la que da derecho a clasificarse directamente para la próxima ‘Chmpions’.
El tercer mensaje que deslizó el mánager fue el más futbolístico: apuntó a la responsabilidad de los jugadores por haber perdido la puntería. “No estamos marcando muchos goles”, lamentó, “eso es una realidad. Quizá una de las grandes diferencias con la temporada pasada es que de cuatro ocasiones metíamos tres. Marcábamos con una grandísima facilidad. El único jugador que ha mantenido un promedio goleador parecido ha sido Cristiano. Todos los demás han bajado su número de goles y, obviamente, el equipo se resiente. Pero los goles llegarán, si no esta temporada, la próxima. Es una realidad que estamos teniendo dificultades para meter tantos goles, que ha sido una característica que nos ha llevado la temporada pasada a ganar la Liga de los 100 puntos y el récord de goles”.

La perfección.

Los peligros de la perfección

Los gurús de Silicon Valley están proponiendo aplicaciones que resuelvan todas las pegas de la humanidad. Los problemas genuinos requieren, sin embargo, respuestas complejas y no rápidos arreglos tecnológicos

EULOGIA MERLE

“Cuando tu corazón pare de latir, tú seguirás tuiteando” es el tranquilizador eslogan que saluda a los visitantes de la página web de LivesOn, un servicio que promete tuitear por ti incluso después de que te mueras. Mediante el análisis de tus anteriores tuits, el servicio aprenderá “acerca de tus aficiones, gustos, sintaxis” y añadirá un toque personal a todos los garabatos automáticamente compuestos desde el más allá.
LivesOn puede que resulte ser una parodia, o podría irse a pique por distintas razones, pero como idea pone de manifiesto cuál es hoy la ideología dominante en Silicon Valley: lo que puede alterarse, debe alterarse, incluida la muerte.
Barreras y restricciones —cualquier cosa que imponga límites artificiales a la condición humana— son destruidas con particular entusiasmo. Superhuman, otro misterioso lanzamiento que podría amenizar cualquier comedy show, promete ofrecer, como manifestó recientemente su cofundador, un servicio no especificado que “ayuda a que la gente sea sobrehumana”. Bien, al menos tuvieron la decencia de no llamarlo The Übermensch.
Otro misterioso lanzamiento promete ofrecer “ayuda para que la gente sea sobrehumana”
Recientes debates sobre las revoluciones de Twitter o sobre los impactos de Internet en el conocimiento han versado en su mayor parte sobre el hecho de que los gurús y futuristas “tecnófilos” de Silicon Valley han emprendido la búsqueda del desarrollo de un definitivo remiendo a las desagradables pegas de la humanidad. Si por ellos fuera, no habría flaquezas individuales que quedasen impunes, y lo ideal sería que la tecnología incluso hiciera obsoletas tales flaquezas.
Incluso el aburrimiento parece hallarse ante sus últimas boqueadas. Unos diseñadores japoneses han encontrado un modo de hacer que los viajes en tren sean un entretenimiento permanente. Con la ayuda de un iPhone, un proyector, un GPS, y el sensor de movimiento Kinekt de Microsoft, su invención permite a los viajeros añadir nuevos objetos a lo que ven en el exterior, animando así cualquier paisaje inhóspito que aparezca por las ventanas del tren. Esto podría ser un gran éxito en Corea del Norte, y no sólo en los trenes.
O, si usted tiende a olvidar las cosas, Silicon Valley quiere ofrecerle una aplicación para recordarlo todo. Si, ocasionalmente, usted prevarica, al objeto de hacer conciliar sus antagónicas obligaciones como padre, amigo o colega, otra aplicación puede reconocer las contradicciones de su conducta e informar a sus interlocutores de si usted está diciendo la verdad. Si usted experimenta desagrado porque se encuentra con gente y con cosas que no le gustan, otra aplicación o gadget podría ahorrarle ese incordio al hacerlas invisibles.
Gracias a varios programas, los viajes en tren pueden convertirse en un entretenimiento permanente
Soleada, tersa, limpia…con Silicon Valley al timón nuestra vida se convertirá en una larga autopista californiana.
El mes pasado, Randi Zuckerberg, el antiguo director de marketing de Facebook, se entusiasmaba con una aplicación de moda capaz de “colaborar abiertamente con la gente de fuera en absolutamente todas las decisiones de tu vida”. Con el nombre de Seesaw, la aplicación te permite realizar encuestas instantáneas entre tus amigos y pedirles consejo sobre cualquier cosa; qué vestido de boda comprar, qué tipo de café con leche pedir y dentro de poco, tal vez, a qué candidato político apoyar.
Seesaw ofrece un interesante giro en cuanto a lo que pensamos acerca de información y fracaso. Solía suceder que comprábamos cosas para impresionar a nuestros amigos, siendo conscientes de que a ellos pudieran no gustarles nuestras compras. Ahora esa lógica se ha invertido: si algo impresiona a nuestros amigos, lo compramos. Se han minimizado los riesgos de rechazo; sabemos con mucha anticipación cuántos “me gusta” del Facebook habrá acumulado cada una de nuestras decisiones.
Una aplicación permite realizar encuestas instantáneas entre tus amigos y pedirles consejo sobre cualquier cosa
Para Jean-Paul Sartre, el filósofo existencialista que celebraba la zozobra de la decisión como distintiva de la responsabilidad, no hay lugar en Silicon Valley. Cualquiera que sea su contribución a nuestra madurez como seres humanos, las decisiones también implican cierto grado de dolor y, puesto a elegir entre madurez y minimización del sufrimiento, Silicon Valley ha optado por esto último, tal vez como resultado de otra encuesta instantánea más.
La única excepción a la regla de la minimización del sufrimiento es cuando ese sufrimiento —o al menos esa incomodidad— debe servir para asegurar que nos comportamos de una manera honrada y consecuente.
Pongamos por caso Google Glass, las sobrevaloradas “gafas inteligentes” de esa compañía, que pueden tomar fotos de manera automática de todo lo que vemos y almacenarlo para la posteridad. Para algunos, eso puede resolver por fin el problema del olvido, una vieja ambición de muchos maniáticos, que han estado desarrollando cámaras del tamaño de sellos de correos que pueden llevarse en la solapa de la chaqueta y fotografiar, a intervalos fijos de tiempo, las cosas que nos rodean.
Con las “gafas inteligentes”  se puede resolver por fin el problema del olvido, una ambición de muchos maniáticos
Esta idea de anular el olvido fue formulada por Gordon Bell, el visionario científico de Microsoft en su muy provocador libro de 2009, escrito conjuntamente con Jim Gemmell, Total Recall: cómo la revolución de la e-memoria lo cambiará todo.
Bell prometía que las nuevas tecnologías del registro nos proveerían “con un mejorado autoconocimiento, con la capacidad de revivir la propia vida con detalle proustiano y la libertad de memorizar menos y de poder pensar más de un modo creativo.” (Por desgracia, proustiano es un adjetivo inapropiado: en realidad el escritor estaba en contra de lo que él llamaba una “simple visión cinematográfica”, que trataba a la memoria como una mera acumulación de datos, y no como una compleja interacción de experiencias sensoriales y de narrativa).
Para Bell, esos siempre activados instrumentos de registro pueden hacernos más conscientes de nuestros fallos, de nuestras incoherencias, o de las muchas mentiras que nos decimos a nosotros mismos y a los demás.
Para el filósofo polaco Leszek Kolakowski, la coherencia absoluta es idéntica al fanatismo
“Las personas de éxito no evitan ser objeto de un registro sincero”, escribió. “Imagínate enfrentarte a la cantidad de tiempo que realmente dedicas a tu hija, en lugar de a tu propia versión de color de rosa. O abrir los ojos a lo verdaderamente desagradable que eras en una conversación.” ¡El Doctor Freud se encuentra con el i-Freud!
Eso suena bien en teoría, pero en el mundo en el que realmente vivimos, la búsqueda de la coherencia por parte de Bell roza lo tiránico. En su brillante ensayo Elogio de la incoherencia, publicado en 1964, el filósofo polaco Leszek Kolakowski sostenía que, dado que a menudo nos vemos enfrentados a opciones igualmente válidas en las que se impone una dura reflexión ética, ser contradictorio es el único modo de impedir convertirse en un ideólogo doctrinario, en alguien adherido a un algoritmo. Para Kolakowski, la coherencia absoluta es idéntica al fanatismo.
“La estirpe de los indecisos y los débiles… de aquellos…que creen que hay que decir la verdad, pero que en vez de decirle a un pintor de prestigio que sus cuadros son un pintarrajo le elogiarán educadamente”, escribió, “esta estirpe de los contradictorios sigue siendo una de las principales esperanzas para la supervivencia de la raza humana”. Si el objetivo de vernos enfrentados a nuestra propia incoherencia es el de hacernos más coherentes, entonces aquí hay poco que celebrar.
Para el “solucionismo”, los problemas son aquellos que pueden resolverse con una arreglo tecnológico
¡Pero las gafas inteligentes pueden hacer mucho más que eso! ¿Por qué no suprimir las visiones desagradables que nos rondan de camino al trabajo? El año pasado, el futurista Ayesha Khanna describió incluso unas lentes de contacto inteligentes que podrían hacer desaparecer de nuestra vista a las personas sin techo, “realzando nuestro sentido básico” y, sin duda, haciendo mucho más agradables nuestras vidas. En cierto modo, eso soluciona el problema de las personas sin techo, a no ser, por supuesto, que dé la casualidad de que tú seas una persona sin techo. En ese caso, Silicon Valley te proporcionará un carísimo par de gafas que harán que en la calle te sientas como en casa. Por citar un anuncio de televisores de Samsung: “La Realidad. Qué desilusión”.
Todos esos esfuerzos por aliviar las torturas de la existencia podrán sonarle a Silicon Valley como algo paradisíaco. Pero a los demás pueden resultarnos infernales. Están dirigidos por una ideología penetrante y peligrosa, a la que yo llamo “solucionismo”, una patología intelectual que identifica los problemas conforme a un único criterio: el de si esos problemas pueden o no resolverse mediante una buena y limpia solución tecnológica a nuestra disposición. De este modo, el olvido y la falta de coherencia se convierten en “problemas” sencillamente porque tenemos las herramientas para librarnos de ellos, y no porque hayamos sopesado todos sus pros y contras filosóficos.
Los solucionistas no se limitan a solventar los problemas de los individuos; también están dispuestos a hacerlo con los problemas de las instituciones. Nuevos negocios con conciencia cívica, como Ruck.us, que ayuda a la gente a crear, y a incorporarse, a movimientos políticos, eludiendo el sistema convencional de partidos políticos y que permite a los individuos intervenir en política sin mediación alguna de las instituciones, dando por hecho que la única razón por la que en el pasado necesitábamos la democracia representativa era la de que los costes de comunicación eran demasiado altos. Ahora que las tecnologías digitales han abaratado los costes de participación los partidos políticos pueden considerarse en vías de extinción y ser sustituidos al efecto por grupos online de ciudadanos interesados.
Las nuevas tecnologías permiten incorporarse a movimientos políticos eludiendo el sistema de partidos 
Es difícil defender el actual sistema político norteamericano, pero es todavía más difícil estar a favor del proyecto solucionista por una sencilla razón: la “solución” propuesta por Internet no se nos vende basándose en sus inherentes méritos —de los que sabemos muy poco— sino más bien en los deméritos del sistema existente, ya sean estos el partidismo o la corrupción. Sí, el actual sistema abunda en imperfecciones, pero la imperfección es el precio que hay que pagar por una democracia que funciona a medias. Después de todo, hay poco partidismo en Corea del Norte. Aprender a reconocer las muchas imperfecciones de nuestras instituciones y de nosotros mismos, en un tiempo en el que los medios para repararlas son tantos y tan aparatosos, es una de las más arduas tareas a las que nos enfrentamos hoy.
Los solucionistas se equivocan al suponer, más que investigar, los problemas a los que tienen intención de enfrentarse. Dado que existen los martillos digitales de Silicon Valley, todos los problemas empiezan a parecer clavos, y todas las soluciones empiezan a parecer aplicaciones.
Semejante predisposición hace que sea más difícil darse cuenta de que no todos los problemas lo son, y que los problemas que demuestran ser genuinos pueden requerir de prolongadas respuestas institucionales y no de rápidos arreglos tecnológicos producidos en algún hackathon o videos virales para avergonzar tardíamente a señores de la guerra ugandeses ya sometidos.
Se nos vende el arreglo por los los deméritos del sistema existente, ya sean estos el partidismo o la corrupción
A Silicon Valley, curiosamente, le gusta exhibir su “solucionismo”. Sus compañías de más éxito quieren aparentar ser los equivalentes digitales de Greenpeace y Human Rights Watch, no de Wal-Mart o de Exxon Mobil. “En el futuro”, dice Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, “la gente empleará menos tiempo intentando obtener tecnología para trabajar…Si lo conseguimos, creo que podremos solucionar todos los problemas del mundo”.
Mark Zuckerberg, de Facebook, está de acuerdo: “Hay un montón de cuestiones realmente importantes en el mundo que hay que resolver y, como empresa, lo que intentamos hacer es construir una infraestructura sobre la que solucionar algunos de esos problemas”. Como afirmó en su carta original a potenciales inversores: “Nosotros no nos despertamos cada mañana con el objetivo primordial de hacer dinero".
Tal humanitarismo digital se propone generar la buena voluntad de los de fuera y estimular la moral de los de dentro. Después de todo, salvar al mundo puede ser un precio que merezca la pena pagar a cambio de destruir la privacidad de todos, mientras una misión de proporciones épicas podría convencer a empleados jóvenes e idealistas de que no están desperdiciando sus vidas engañando a crédulos consumidores para que hagan clic en anuncios de productos inútiles. Silicon Valley y Wall Street están compitiendo por la misma bolsa de talento, y al atribuirse la capacidad de solucionar los problemas del mundo las empresas tecnológicas pueden ofrecer lo que Wall Street no puede: un sentido de misión social.
“¿África? Hay un aplicación para eso”, se lee en un titular real de la página web de una prestigiosa revista 
La ideología del solucionismo resulta así esencial para ayudar a Silicon Valley a mantener su imagen. La prensa tecnológica —junto con los meme-hustlers de las conferencias TED— está encantada con realzar cualquier iniciativa solucionista. “¿África? Hay un aplicación para eso”, se lee en un titular real (!) de la página web de la edición británica de Wired. ¿Puede alguien prestarle esa aplicación al Banco Mundial, por favor?
Llamativamente, salvar al mundo implica por lo general utilizar los propios servicios de Silicon Valley. Como dijo Zuckerberg en 2009, “El mundo será mejor si compartes más”. ¿Por qué dudar de su sinceridad esta vez?
Cuando las empresas tecnológicas se quejan de que nuestro averiado mundo necesita ser reparado, nuestro impulso inicial debiera ser preguntar: ¿Cómo saber que nuestro mundo está averiado exactamente del mismo modo en el que Silicon Valley pretende que lo está? ¿Y si los ingenieros están equivocados y la frustración, la contradicción, el olvido, tal vez incluso el partidismo, son los auténticos rasgos que nos permiten transformarnos en los complejos actores sociales que somos?
“Vean, pues, los ingenieros cómo, para ser ingeniero, no basta con ser ingeniero”, escribió José Ortega y Gasset en 1939. Dada la relevancia cultural y política de Silicon Valley —desde la educación a la industria editorial y desde la música a los transportes— ese consejo merece ser objeto de particular atención. Pregúntaselo si no a tus amigos en Seesaw.
Evgeny Morozov es profesor visitante en la Universidad de Stanford y profesor en la New America Foundation.
Traducción de Juan Ramón Azaola.
© 2013 New York Times News Service.