sábado, 4 de junio de 2011

La izquierda y los jóvenes.

La izquierda debate aún sin soluciones cómo reconectar con una sociedad cambiante por la crisis
Los jóvenes forman una especie de nuevo proletariado al que la socialdemocracia debe dar respuesta

Reservas comunistas La izquierda se ha quedado sin soluciones de izquierda. La crisis económica, que ha puesto en profunda revisión el modelo social europeo de bienestar, ha dejado a la socialdemocracia sin discurso, sin alma, y en busca de un futuro que no atina de momento a saber dónde está. Las reflexiones de los politólogos, sociólogos y políticos coinciden en este diagnóstico de profunda incertidumbre en el que hay muchas más preguntas que respuestas.

"Hemos perdido el discurso de progreso, el futuro ya no aparece como algo a conquistar sino que se trata de conservar lo conseguido, y la izquierda que sólo trata de conservar tiembla", reflexiona Fernando Vallespín, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y ex director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

La izquierda, en el sentido amplio de lo que significa la socialdemocracia, no ha podido controlar la globalización económica y ha perdido el control de la palanca de mando en los lugares en los que gobierna o gobernaba. Ha quedado así sometida –también por los errores propios cometidos– a la dictadura de los mercados, señala Vallespín. La solución que apunta, a la que se volverá luego, es reconquistar "el palacio de invierno" de Europa.

Los análisis confluyen, aunque con intensidades diferentes, en que tras la crisis nada será igual y saldrá el dibujo de una sociedad diferente, más heterogénea, muy diversa, en la que se generan intereses contrapuestos, individualizados. Joan Subirats, catedrático de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), considera que con el cambio de época la izquierda debe entender que la sociedad ya no responde a una estructura de clase, en la que era posible la movilización colectiva, que tenía lugar en un espacio laboral más estructurado y duradero y con unos valores que se transmitían de padres a hijos.

Este fue, señala, el socialismo del siglo XIX y del XX. Pero la precariedad laboral, la movilidad, la falta así de seguridad sobre el futuro y el cambio también en las estructuras familiares está provocando la aparición de una sociedad con reflexiones mucho más individualizadas.

Y uno de los ejemplos está en el movimiento del 15-M.
Subirats pone sobre la mesa dos fotografías que se sucedieron en apenas 24 horas. El 14 de mayo, recuerda, los sindicatos de clase se manifestaban por las calles de Barcelona, perfectamente organizados, ordenados y con pancartas iguales reclamando al unísono "Prou Retallades!" .

El 15 de mayo, y sin previo aviso, miles de personas tomaban las plazas de algunas ciudadades españoles convocados en las redes sociales. No era el movimiento de ninguna clase social, cada uno iba con su pancarta individual. "Pienso luego estorbo", "Nuestros sueños no caben en vuestras urnas"... Dos mundos que se solapan en el tiempo.

A partir de este diagnóstico de cambio de época o de sociedad en transición se apuntan algunos debates sobre los que podría pivotar la reconstrucción de un discurso de izquierdas que mezcle heterogeneidad e igualdad de oportunidades, un discurso que fluya de abajo arriba y no sea estatalista. "Hay que plantearse también –dice Subirats– el modelo de crecimiento ¿Crecimiento quiere decir bienestar? ¿Qué quiere decir ser más rico? Hay que ver todo lo que implica la explosión de la diversidad, los tipos de familia, el debate de género, el animalismo, los estilos de comer...".

Pero está claro que de momento son temas en una constelación en la que falta –aunque la palabra esté ya muy usada– el relato. Pero un relato que no se evapore. Las ideas, subraya Vallespín, han de ir acompañadas de hechos y lo que realmente importa, lo realmente difícil es la gestión económica justa. Y ahora la socialdemocracia no tiene el instrumento para dar respuestas.

"Hemos dejado que los que han sido en cierta manera responsables de la crisis continúen haciendo como si nada hubiera ocurrido. Esto significa que la socialdemocracia necesita renovarse ideológicamente para buscar alternativas, pero en el presente inmediato nos faltan posibilidades", señalaba la semana pasada el ex presidente portugués Jorge Sampaio, en La Vanguardia digital. Los resultados del 22-M en España hablan por sí solos.

Con contundencia se expresa José Félix Tezanos, catedrático de Sociología de la UNED y director de la Fundación Sistema –socialista de inspiración guerrista–, que analiza desde hace años los movimientos juveniles.

Existe, dice, un proceso de exclusión masivo de la sociedad de los menores de 35 años (un 48% de paro), muchos bien preparados, que está dando lugar a una especie de nuevo proletariado al que la socialdemocracia debe dar respuesta para evitar un conflicto social de graves consecuencias. Y propone la recuperación del keynesianismo, con un papel tutelador del Estado en busca de un crecimiento moderado pero sostenido.

La izquierda, además, se enfrenta al desprestigio de lo político, a una desmovilización progresiva juzgada, según algunos analistas, por un ciudadano cínico que quiere que se le resuelvan sus problemas. Y se apunta así también el debate sobre la necesidad de organizaciones más horizontales y más globales, que superen la base nacional o estatal.

"El palacio de invierno que hay que tomar es Europa". Regresa aquí una de las ideas iniciales al entender que sólo con una fuerza mayoritaria socialdemócrata en la UE se puede hacer algo para regular los mercados financieros, buscar soluciones continentales para conservar una cierta política de bienestar y recuperar el alma de esta izquierda.

Difícil, sin duda en un debate lleno de contradicciones e incertidumbres sobre el futuro de la socialdemocracia. De vez en cuando, algún camino empieza entre interrogantes.


Las frases
Fernando Vallespín. Catedrático y ex director del CIS: "Hemos perdido el discurso de progreso, el futuro ya no aparece como algo a conquistar sino que se trata de conservar lo conseguido, y cuando sólo se trata de conservar, la izquierda tiembla"

Joan Subirats. Catedrático de Ciencia Política (UAB): "La izquierda debe entender que la sociedad ya no responde a una estructura de clase, nacida en un marco laboral estructurado. La precariedad provoca una sociedad más individualizada"

José Félix Tezanos. Catedrático de Sociología de la UNED: "Existe un proceso de exclusión masiva de la sociedad de jóvenes menores de 35 años a los que la socialdemocracia ha de dar respuesta para evitar un conflicto social"

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