A 50 años de su muerte, Ernest Hemingway 'sigue vivo' en Cuba
A Hemingway se le recuerda en su Finca Vigía, enclavada en una colina de San Francisco de Paula, a 25 km de La Habana. El sitio alberga sus libros, discos, muebles, ropa, tocadiscos, radio y trofeos de caza.
La Habana. Un daiquiri en El Floridita, un mojito en La Bodeguita del Medio y una tarde en Finca Vigía: ritual obligado de turistas y expertos que por estos días reviven en Cuba al célebre novelista estadunidense Ernest Hemingway, 50 años después de muerto.
Entre el bullicio de La Habana Vieja, emocionados parten en romería del Hotel Ambos Mundos, donde se alojó los primeros meses de los 21 años que vivió en Cuba, de 1939 a 1960, antes de instalarse en su refugio de Finca Vigía, donde el Premio Nobel de Literatura de 1954 escribió El viejo y el mar.
Detenida en 1939, su habitación de hotel exhibe a los visitantes su máquina de escribir con una hoja de papel, sus anteojos y un lápiz en una urna; del armario cuelgan un chaleco de safari y otro de torero, en su cama unos libros y revistas.
"Los estadunidenses lo conocemos en los libros, bibliotecas o museos, pero en Cuba hay una tradición oral sobre su vida. Está vivo en el paisaje cubano. Para comprenderlo hay que venir aquí", afirmó la nieta del editor de Hemingway, Jenny Phillips, quien asistió a un coloquio en el hotel por el 50 aniversario de la muerte del escritor.
Para Phillips, no hay duda de que Hemingway se suicidó el 2 de julio de 1961 de un tiro con escopeta en su casa de Ketchum (Idaho, noroeste de Estados Unidos), y que no fue un disparo accidental. "Siempre pensaba en la muerte, de alguna forma estaba predestinado a suicidarse, estaba enfermo", estimó.
"Soy del pueblo donde nació (Oak Park, Chicago) y es muy emocionante estar donde pasó tantos años importantísimos de su vida", dijo la experta Nancy Sindecar, tras un inevitable mojito en La Bodeguita.
Reinaldo Lima, Rey, los prepara con la destreza que le dan 21 años de sus 56 mezclando el azúcar, el limón, la yerbabuena, el agua con gas y por supuesto el ron: "Son los mejores de toda Cuba", asegura.
"Hemingway siempre pasaba a tomar su mojito. El es símbolo de amistad entre dos pueblos", dice desde la barra frente a un enorme mural del novelista brindando con el poeta cubano Nicolás Guillén, enlazados con las banderas de Cuba y Estados Unidos.
Fundaciones y expertos cooperan para restaurar un legado de miles de documentos y Finca Vigía, museo desde que la viuda Mary Welsh la donó a Cuba hace 50 años.
De exuberante vegetación, enclavada en una colina de San Francisco de Paula, a 25 km de La Habana, Finca Vigía alberga la casa colonial de fines del siglo XIX que guarda sus libros, discos, muebles, ropa, tocadiscos, radio y trofeos de caza. A pocos metros el yate El Pilar, donde salía a pescar.
"Amó a Cuba y era un estadunidense cabal, un hombre universal, un escritor para la presente y futuras generaciones, un mito, una leyenda", declaró la directora del museo, Ada Rosa Alfonso.
Apoyado en la barra, un Hemingway de bronce inmortaliza en El Floridita al asiduo visitante para quien se creó un "daiquiri especial: doble ron, jugo de toronja y sin azúcar porque era diabético", explica Manuel Carbajo, de 41 años de edad, 16 de barman.
"Hemingway tiende un puente entre los dos países, y está en los pueblos cruzarlo", dijo en el bar la antropóloga estadunidense Susana Hurlich, quien vive en Cuba desde hace 14 años.
Al Hemingway pescador se le recuerda en el pueblo costero Cojímar, este de La Habana, de donde se inspiró para su personaje de El viejo y el mar Santiago, el pescador que libró una dramática batalla con los tiburones por un enorme pez.
Al otro extremo, en el oeste, en la Marina Hemingway, el Torneo Internacional de Pesca de la Aguja -que fundó en 1950- conmemoró en estos días su muerte, con 21 barcos de 14 países, cuatro de ellos de Estados Unidos.
Allí, en la entonces llamada Marina Barlovento, Fidel Castro conoció al escritor, tras ganar el gran premio del torneo, el 15 de mayo de 1960.
La mayoría de estudiosos dicen que Hemingway dejó Cuba porque estaba enfermo, algunos que por presión de la embajada estadunidense y otros que por desencanto con la revolución que triunfó en enero de 1959.
Se fue el 25 de julio de 1960 y falleció un año después, precisa Alfonso. Pero aclara: "no murió, vive en Cuba. Hemingway es inmortal".
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