UN DON O SOLO UN DERECHO
Por Mary Bermúdez.
Hace apenas unos días, se llevó a cabo una reunión en la cual nuestro presidente, habló sobre la importancia de la libertad de expresión. Hoy comenzó la actividad en la ciudad de las ideas y debido a esto, me gustaría ahondar un poco más en este tema, enfocándome más que nada en el lenguaje escrito.
Indudablemente, la libertad de expresión, ha sido la bandera de muchos pero, ¿qué tan libre es?, ¿qué tan disponible es para todos?. Supongo que la respuesta a estas preguntas va en relación directa al número de personas que saben leer y escribir, más aún; al número de personas que sabiendo leer, realmente comprenden lo que leen, también para tomar como criterio de medición, podríamos considerar la contraparte, que tanto puede expresar, empezando por algo elemental; El Idioma. Quizás, podrán ustedes decirme: pues que se expresen, que digan o lean o escriban, pero ¡Aah! Soy más compleja; Finalmente no solo se trata de expresar, se trata de ser oído, entendido, gestionar el cambio.
¡Veamos! En nuestro estado, según cifras del año 2005, habíamos aproximadamente de 1,600 mil habitantes, de los cuales 1,070,405 (66%) habla español, poco más del 30% hablan español y maya, del total de la población cerca del 70% sabe leer y escribir, entonces ya de entrada solo ese porcentaje, tendría la posibilidad de tener acceso y hacer uso de esa libertad de expresión, de ser escuchado, es aquí donde surge una nueva ironía, resulta que no todos tienen la facilidad de expresar con claridad y plenitud sus pensamientos, necesidades, ideas o sentimientos.
Creo, que el don de la palabra se ha mitificado, efectivamente no es fácil exponer con claridad las ideas, pero me parece que se trata más de un habito que se logra aprender y pulir que de un don, el don aparece cuando se logra ser escuchado, cuando el mensaje tiene un receptor y esa semilla es fecunda, ese es el regalo real, el eco que ese pensamiento logra encontrar en los demás.
Luego entonces, la libertad de expresión es algo más que un simple derecho y comienza a dársele a una sociedad, en la misma proporción en que se les enseña a leer, analizar, a pensar, a expresarse, a defender sus derechos e ideas.
Por todo lo anterior entonces, habrá que solicitar un plus, a nuestras autoridades educativas, la población no necesita más, sino mejores. ¿Me explico?
Existe en nuestro medio, una amplia gama de prensa escrita, la hay con ligeras tendencias izquierdistas, leales a la derecha, amarillistas, controversiales, absurdos; en fin para todos los gustos y bolsillos.
Ya entrados en estos temas, todo esto me hace pensar también en el derecho a la información, creo que ustedes coincidirán conmigo, ya estamos cansados de leer, ver o escuchar sobre: violencia, accidentes, raptos y otras interesantes ramas del delito, si leemos el diario o vemos la televisión las noticias están saturadas de eso, de políticos locos despotricando en contra de otros, eso no es información, al menos no información de fondo, importante o creativa, si sólo de eso nos alimentan no nos ayudan, por el contrario, vivimos solo en constante pánico, quizás otra cosa sería si nos influenciaran con información más positiva, asertiva o inspiradora, ¿qué hay de los cientos o miles de investigadores, científicos y creadores mexicanos?
Esos que diariamente hacen aportaciones brillantes, ¿Qué de los buenos estudiantes, de impulsos generadores de empleos y avances?, No hablo de esos tan buenos pero segmentados proyectos, como los que hace poco vimos, y no quiero restarles el mérito, pero necesitamos algo más cercano, más creíble y con menos perfil de reality show, algo que tenga la verosimilitud de la mayoría. Volvemos al punto entonces necesitamos calidad también en la información que recibimos, de modo que vuelvan a resaltarse los valores primordiales.
Con todo esto no quiero decir que pretenda que nos hagan vivir un mundo color de rosa, sino solo concienciar que somos el producto de lo que vemos, de la información que diariamente nos llega. Entonces, por que no procurar que está sea constructiva y no lo contrario. No puede existir auténtica vocación humana si no existe una decidida orientación de las actitudes que coloquen al individuo en camino hacia los ideales.
Sembrar actitudes es promover la virtud en los individuos, lo que equivale a educarles social y moralmente. Es definitivo que algo tienen de cierto los viejos refranes y consejas populares; la violencia genera violencia, y aquel lago pensamiento de que los niños son lo que viven. Los sicólogos hablan mucho al respecto de esto, es una cadena o mejor dicho un circulo, si un niño vive en un ambiente violento aprende a ser violento, si vive entre gritos, también aprende a gritar. A decir verdad desde mi punto de vista esto nos afecta a todos, no solo a los niños.
En diversas ocasiones he escuchado en reuniones o incluso en los medios, hablar respecto a la indiferencia de las persona y /o sociedad ante las mas diferentes situaciones, desde una persona que llora en la calle, hasta una mujer o niño golpeado, un herido, etc. Supongo que es muy posible, que el ver y conocer un sin número de abusos y por el mismo temor generado por el inmenso clima de inseguridad, la sociedad a optado por darle la espalda a la compasión, al más puro y humano impulso de ayudar.
No es fácil desarrollar actitudes positivas en una sociedad como la nuestra, en que se exalta de una manera alarmante el vicio y se defiende la corrupción. De acuerdo que esto no es nuevo, a tenor de lo que ya en su tiempo decía Séneca: “Las buenas costumbres se han perdido desde que a los vicios se les ha dado el mismo nombre de virtud”. Pero en nuestra época se hace de una manera tan descarada que alarma, el cinismo con que algunos alardean de su inmoralidad, hasta el punto de que el que aún se comporta virtuosamente lo hace cohibido y pusilánime.
Es como si hoy tuviéramos miedo de ser virtuosos, como si la virtud tuviera que sonrojarse ante el vicio. Cuando hablo de virtudes o inmoralidad, no es con un tono moralista o religioso, es el más puro de los conceptos y en toda la extensión de la palabra. En síntesis, lo que quiero compartirles, no es otra cosa que saber motivar con lo que comunicamos, reforzando, alabando y alentando todo acto positivo con el fin de despertar en las personas el deseo de repetirlo.
Que las acciones deseadas resulten gratificantes y capten la atención de la sociedad, al tiempo que se ignoran las acciones que se desean extinguir. Habría que comenzar lo antes posible. Comunicar es una responsabilidad y como tal hay que tomarla, dando importancia central a lo que se espera a futuro, la información apoya e influye en mucho en la formación, el carácter y las acciones de los individuos.
Mary Bermúdez M.
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