Cristina Fernández se lanza a la reelección aupada por su popularidad
La presidenta supera el 50% de intención de voto a cuatro meses de los comicios
Cristina Fernández de Kirchner anunció en la noche del martes que se presentaba a la reelección, aprovechando el momento extraordinariamente "dulce" que atraviesa su imagen; con sondeos que la colocan a una distancia sideral de sus oponentes, rozando una intención de voto de entre el 50% y el 53%. Faltan todavía cuatro meses (la primera vuelta de los comicios se celebrará el próximo 23 de octubre) y la oposición necesita lanzarse inmediatamente a una dura campaña, si quiere acortar distancias y lograr, al menos, forzar una segunda vuelta.
En cualquier caso, lo que parece avecinarse es uno de los duelos más clásicos de la política argentina: peronistas contra radicales, Cristina Fernández contra Ricardo Alfonsín, el segundo candidato mejor situado, según las encuestas.
El rival con más posibilidades es el candidato radical Ricardo Alfonsín
Si gana, la presidenta habrá garantizado tres mandatos consecutivos del kirchnerismo, una especie de peronismo que se reclama de izquierda, que inauguró su marido el expresidente Néstor Kirchner en 2003 y que se prolongaría hasta 2015. La buena imagen de Cristina Fernández de Kirchner se basa, según los datos de las encuestas, en la percepción positiva de la economía que tiene buena parte de la población (pese a los desafíos que enfrenta) y la idea de que es perfectamente capaz de hacerse cargo de la presidencia durante un nuevo periodo.
Cristina Fernández, de 58 años, madre de dos hijos, encararía este nuevo periodo, sin embargo, en circunstancias muy diferentes a los anteriores, debido al fallecimiento, el pasado mes de octubre, de su marido, víctima de un infarto. Nadie duda de su vocación política (fue senadora durante largos años), pero sí es palpable la inquietud en medios económicos y empresariales por el equipo que se pueda formar en su entorno.
Quizás por eso despierta también un interés inusitado la elección del candidato a vicepresidente, cargo para que el que citan ya diversos nombres, como el actual ministro de Economía, Amado Boudou, de 48 años; el gobernador de la provincia del Chaco, Jorge Capitanich, de 47 años, o el secretario de Comunicación Pública, José Manuel Abal Medina, de 43 años, hijo de un histórico dirigente peronista e inspirador de la polémica Ley de Medios, cuyo objetivo último es el control de la prensa. Los tres tienen experiencia, uno de los requisitos exigidos por la presidenta, pero ninguno es realmente joven, el otro requisito que anunció.
El desarrollo de la campaña nacional se verá en cierta forma interrumpida por la batalla por la capital federal, la ciudad de Buenos Aires, que celebra sus propios comicios el próximo 10 de julio. Las encuestas dan ahí la victoria a un claro opositor, el actual alcalde, Mauricio Macri, pero el porcentaje que alcancen los otros candidatos, incluidos el oficialista Daniel Filmus (al que la presidenta aludió ayer casi con frialdad, con un simple "quiere ser el alcalde de Buenos Aires") y el director Fernando Pino Solanas, representante de un nuevo grupo de izquierda, serán interesantes a la hora de valorar cómo están yendo las cosas para cada cual y las posibilidades a nivel nacional de una alianza de izquierda agrupada en torno al gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, y quizás al propio Solanas.
Elisa Carrió, de Coalición Cívica, siempre muy crítica con los Kirchner, tocó también ayer, con su lenguaje sin medias tintas, otro de los temas de la futura campaña presidencial. Carrió recomendó a la presidenta que se quite el luto y deje su imagen de mujer afligida, un consejo que levantó las iras en el sector oficialista, pero que responde a una realidad.
El fallecimiento de Néstor Kirchner debió ser un gran golpe para Cristina Fernández, que compartió con él casi 40 años de vida y que debe estar acostumbrada, desde su etapa de joven estudiante, a estar a su lado o a sentirle al suyo. Pero los sondeos señalan también que la repentina muerte de Néstor Kirchner supuso una verdadera revolución en el panorama electoral y que en pocos días la popularidad de la presidenta subió nada menos que 20 puntos.
La imagen, siempre vestida de luto y las continuas y emocionadas menciones a "él" en prácticamente todos los discursos, han ayudado a mantener viva esa recuperación electoral, aunque no sea, evidentemente, el único motivo, ni tan siquiera el principal, de su fuerte impacto.
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