Vengo llegando de un lindo viaje por el occidente del país, donde habita la mayoría indígena de Guatemala; montañas y volcanes, lagos y lagunas, valles y mesetas llenas de vegetación de altura: pinos, ciprés y trigo.
Recorrí más de doscientos kilómetros el día de hoy domingo, pasando por varias poblaciones netamente indígenas, y la gran sorpresa para mi, es corroborar la globalización y cómo Guatemala se inserta en ella.
Cientos de indígenas jóvenes portaban hoy orgullosamente (¡¡) la camiseta del club de futbol Barcelona, con los nombres célebres de los jugadores actuales del barca en la espalda.
Nadie con la playera del Real Madrid, que por cierto fue derrotado uno a cero por el Barcelona, me pregunto ¿cómo fue que los jóvenes guatemaltecos que habitan en remotas aldeas colgadas de las montañas, que se dedican a la agricultura o al comercio, optaron por convertirse en fanaticada del Barcelona?
Al principio mi reacción fue de sorpresa y de mucha risa, al ver a mis paisanos indígenas, diminutos todos ellos, portando la playera del Barcelona, que les quedaba muy holgada, pero eso si con mucho orgullo.
Comentaba un catalán que radica en Guatemala, que en este país hay más fanáticos del Barcelona que en la propia Barcelona.
Quiero desentrañar ese misterio del por qué mis paisanos prefieren a ese club europeo, que a los clubes de futbol nacional.
La globalización tiene estos efectos insólitos. La modernidad observada en este viaje al occidente indígena me tiene conmovido, por un lado los indígenas trean casi todos teléfonos celulares modernos y bajo los trajes típicos tradicionales, hombres y mujeres portan camisetas con leyendas en inglés, cuyo significado ellos ignoran. Además utilizan los servicios de la internet y chatean; pero habitan chozas con techos de paja y suelos de tierra.
Ver para creer.
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