El lago de Atitlán es uno de los más bellos del mundo, se localiza en el departamento de Sololá, en el occidente del país, son tierras altas y frías, habitadas por población indígena de habla Cakchiquel.
Alrededor del majestuoso lago que está rodeado de altos volcanes y sierras elevadas, moran en 12 pueblos indígenas una población significativamente alta, dichos doce pueblos reciben los nombres de los doce apóstoles de la religión católica. Todas esas poblaciones, además del sitio turístico denominado Panajachel, que es habitado principalmente por población extranjera, estadunidenses y europeos jóvenes y viejos retirados, arrojan sus desechos al lago, provocando una enorme contaminación de sus aguas.
El lago de Atitlán se muere. La pestilencia de sus aguas es notoria a gran distancia, las enormes manchas amarillentas que han provocado las descargas de aguas residuales cargadas de químicos usados en la agricultura, han dañado seriamente el ecosistema del lago, los peces mueren envenenados y ya no son posibles de ser incluídos en la dieta local.
Lo que abunda es un microorganismo denominado "cienobacteria" que quita el oxígeno del agua y daña la piel de los habitantes de la región. Es urgente intervenir en el salvamente ecológico del lago de Atitlán, ya que constituye la fuente principal que atrae al turismo norteamericano y europeo, que este año han decidio no visitar Panajachel, provocando una crisis económica a sus pobladores de por si ya viviendo en extrema pobreza.
Una observación drámatica es que los habitantes indígenas de la región muestran unos altos grados de desnutrición, expresados en sus bajas estaturas, ninguno sobrepasa en la vida adulta el metro y medio de estatura, los niños son enanitos y su esperanza de vida sana es nula.
Cada generación nueva es más pequeña que la anterior, eso no puede ser posible. Qué futuro le estamos prometiendo a estos compatriotas de los Altos de Guatemala, indios de tierra fría, de montaña. Un futuro sin salida.
En todas las casas y calles de Panajachel hay cartulinas que dicen "Salvemos el lago", pero se requieren acciones de gobierno para evitar que las descargas de las aguas negras vayan a dar al lago, la población no puede hacer nada en forma individual, es necesaria la acción colectiva con el apoyo del gobierno de la república.
Me pasé esta mañana de domingo varias horas extasiado viendo el inmenso lago de Atitlán, con sus aguas azules y su cielo azul, sin nubes, y un sol radiante, pensando en cómo se ha dañado por la acción del hombre su equilibrio ecológico precario. Pude observar como a lo largo de estos últimos veinte años, el nivel de las aguas del lago ha descendido unos 4 metros, que en volumen de agua representa millones de metros cúbicos perdidos, quién sabe dónde.
Tiene tanta atracción el lago de Atitlán para los extranjeros que se calcula que existen unos 15 mil jóvenes auropeos y norteamericanos radicando ilegalmente en Panajachel, donde viven una vida cómoda y libre, como no la pueden tener en sus países de origen.
De hecho en la entrada de los restaurantes del pueblo hay un cartel que reza así: "Se prohibe la entrada a jaladores". Los jaladores son chicos y chicas que se dedican a fumar mariguana e inhalar cocaina al aire libre o en cualquier sitio. Panajachel es el paraiso pero a punto del colapso por el desastre del lago.
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