Ahora que estoy residiendo en ciudad de Guatemala, rodeado del afecto de mis hermanos y la enorme tribu de familiares de parte de mi padre, encuentro la paz y la tranquilidad en una ciudad de pequeñas dimensiones, pero que me lleva a retroceder al siglo XX, a los años sesentas cuando salí de aquí rumbo a México, punto fundamental de mi destino profesional y afectivo, allá me hice un hombre maduro en lo profesional y allá nacieron mis hijos y mis nietos.
Antes sufría por tener mi corazón dividido por mitad, entre Guatemala y México, hoy he podido integrar ambos afectos sin conflicto.
Estoy viviendo en casa de mis padres, ambos fallecidos hace mucho tiempo, y disfruto a mi hermana mayor y a su hijo menor que moran en esta residencia actualmente.
Marilú, mi hermana querida, tuvo la buena idea de contratar a dos chicas indígenas, provenientes de la región fronteriza entre México y Guatemala, denominada San Marcos, pertenecientes a la étnia maya conocida como MAM.
Las chicas una de 15 años y la otra de 17, responden a los poéticos nombres de MAGNOLIA Y CRISANTA (derivado del nombre de CRISANTEMO), y son de lo más solícitas conmigo, no solamente porque mi hermana las instruyó en esa encomienda, sino que ellas son naturalmente amables y solidarias.
Cuando estoy en casa están atentas a acompañarme al piso superior, me preparan mis alimentos con cariño, se preocupan y velan porque no tenga yo ningún inconveniente en mi movilidad con las muletas.
Lo lindo de esta situación es que ellas dos me tratan con tanta familiaridad que me hablan de VOS, tratamiento que solamente se autoriza cuando existe mucha confianza e intimidad entre las dos personas, como sería el trato entre hermanos y primos, y yo apenas si las conozco y las he tratado un par de semana nada más. Me gusta ese trato de vos que ellas dos me dispensan, me encanta escuchar ese acento tan nuestro y tan cordial de mis compatriotas.
Aquí en Guatermala los amigos se tratan de USTED y es algo cercano, pero llegar a tratarse de VOS requiere tiempo y cariño. Me siento feliz en una cultura añeja y conservadora en el lenguaje.
Ya viajé por el interior del país, me fascinan los paisajes verdosos y húmedos de mi tierra. Voy muy seguido a LA ANTIGUA GUATEMALA, bellísima urbe que destruyó un terremoto hace 300 años, y se conservan las ruinas de esa majestuosa capitanía general del reyno de Guatemala.
Retorné por el tunel del tiempo a mi infancia y adolescencia, es una sensación exztraña pero agradable. Recordar es vivir.
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