La Brenda por fin llegó a su casa de Querétaro feliz de la vida, después de una aventura por Europa y Africa. Yo ya esto de vuelta en mi amada Guatemala, gozando del calorcito tropical después de padecer los fríos de Canadá.
La Brenda retomó de inmediato su trabajo de representación de esa afamada marca de cosméticos femeninos, reunió a sus agentes de ventas y les dió nuevas directrices de trabajo. Llegó con mucha energía y ganas de trabajar, volvió a ser la misma de siempre.
Me llamó hoy para contarme que lo primero que hizo a la mañana siguiente de su llegada a Querétaro, fue ir a desayunar a La Mariposa, lugar tradicional familiar y de abolengo, donde come la burguesía local, y pidió lo que tanto le encanta: unas enchiladas queretanas, un jugo de naranja grande , café y pastel de elote; son antojos que en ningún lugar de Europa pudo paladear.
Después hizo una cita en la clínica estética de mi amiga Florinda Rodríguez, que se dedica a la depilación con laser, para ponerse como jovencita púber, ya que en Europa las mujeres todas, sobre todo las francesas, me dice que traen las piernas peludas y las axilas sin rasurar, por lo que ella no se sentía fuera de lugar, pero al arribar a México se sintió como changa peluda.
La Brenda ya está haciendo planes de ir a cenar delicioso al Harri´s y a escuchar jazz en vivo, eso si muy acompañada de sus amigas de viaje, incluyendo a las tres que se habían quedado atrapadas sin salida en Rabat, Marruecos, La Renata, La Claudia y La Susana.
De inmediato se puso al volante de su automóvil para sentir el vértigo de la velocidad, para ello se fue de madrugada a recorrer todo el circuito de Bernardo Quintana, un periférico incompleto. Como queriendo recuperar el tiempo perdido. Su Bora del alma solamente fue encendido su motor unas 10 veces, pero nadie lo sacó a rodar, porque ella es muy delicada en ese aspecto.
La Brenda ya hizo reservación en un elegante SPA que queda en San Miguel de Allende, Guanajuato, para este fin de semana. No hay duda que las ganas de retornar a la normalidad son muchas. Y la figura no se debe perder, afirma La Brenda.
La última noche en Montreal nos quedamos con La Brenda en vela hablando, tal como me lo temía, ella no paraba de hablar y contarme sus aventuras que ahora me entero de muchas cosas que ella no comentó en su momento. Lloramos y reímos, y nos abrazamos amorosamente todo el tiempo, fueron muchos días sin contacto físico entre ella y yo, nos hacía falta sentir las pieles juntas y cálidas, pese a que afuera la temperatura era de 10 grados bajo cero.
Que bueno que no dormimos nada, ya que la opipara cena costó digerirla unas 6 horas, fue demasiada comida y vinos australianos en medio.
¿ Quién puede dormir, después de esa bacanal?
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