Mis hermanos saben de mi interés por reconocer Guatemala, ya que tanto tiempo de haber estado ausente de la patria, provoca que el desconocimiento sea algo natural. Hay que conocer ese rostro nuevo que hay que suplantar por aquel rostro antiguo que me llevé en la memoria.
Toda esta semana me he dedicado a recorrer los pueblos del occidente y del oriente, con un afán de absorber todo lo que mi vista pueda abarcar y mi mente comprender.
Mi hermana Sonia, la menor de los cinco hermanos, me invitó a recorrer una parte de las tierras frías del país. Este periplo incluía una escala en un sitio denominado "La Alameda", donde todavía se ubica la Escuela Normal en donde me formé como maestro en los lejanos años sesentas. La frustración fue mayúscula al visitar ese lugar tan lleno de recuerdos de mi juventud, porque el edificio de la escuela cayó por lo suelos por el impacto de un tremendo terremoto, así que no queda ni rastro de aquella edificación. Una buena parte de las instalaciones y campos fue ocupada indebidamente por el Ejército de Guatemala, conviertiéndo mi escuela en un cuartel militar, asunto que acaba de concluir recientemente.
Mi escuela Normal se encuentra en el Departamento de Chimaltenango, al occidente del país, es una región fuertemente dominada por población indígena de origen maya y de habla Cakchiquel. Desde que salimos de la capital con ese rumbo geográfico, pude observar una serie de pueblos indígenas densamente poblados y con algunos rasgos de modernidad en sus viviendas, por el hecho de ser tierra de migrantes que radican ilegalmente en los Estados Unidos.
la capital departamental que lleva el mismo nombre de Chimaltenango, hoy se ha convertido en un importante centro regional comercial, y con una enorme población convirtiéndose en la cuarta ciudad de Guatemala. Lo triste es dárse cuenta de algunos aspectos desagradables, como fue constatar el aumento exagerado de la prostitución de las indígenas, quienes ya abandonaron sus trajes típicos y sus valores éticos de antaño; siempre hubo meretrices en la región y eran indígenas, pero no tantas. Hoy podemnos considerar a Chimaltenango como "La Amsterdam" chapina, con sus prostitutas en vitrina.
El recorrido lo hicimos en un auto Mercedes Benz último modelo, propiedad del marido de Sonia, lo cual para mi era algo innimaginable, ya que siempre fui un estudiante pobretón. Recorrer esos caminos secundarios entre la cabecera departamental y la Normal, que son escasos 3 kilómetros, a bordo de un auto primoroso me hizo rememorar mis largas caminatas nocturnas en busca de emociones en el pueblo, acompañado por otros estudiantes más pobres que yo, sin un centavo en los bolsillos.
Proseguimos el viaje rumbo a la población indígena de Tecpan, asentamiento de la primera fundación española que al poco tiempo fue abandonado para construir la hoy afamada mundialmente "Antigua Guatemala". Vi su crecimiento urbano y poblacional y sus muestras de modernidad incipiente; nada que ver con esas poblaciones que yo conocí en las décadas de los años cincuentas y sesentas, cuyo atraso cultural era fenomenal.
Comí todo lo que se me antojó de la comida local, y naturalmente me enfermé levemente por indigestión, yo lo hice a sabiendas de ello, no pude resistir la tentación de probar esos exquisitos bocadillos tradicionales.
Finalmente, concluimos la gira por tierras indígenas en la citada Antigua Guatemala, en donde escuchamos la música nostálgica de la marimba con sus sones melancólicos, que me hicieron derramar algunas lágrimas de emoción.
Los transportes de pasajeros que circulan por las carreteras del país, son los mismos de siempre, multicoloridos y atiborrados de pasajeros y de animales domésticos en su interior, con las consabidas emanaciones de gases humanos de sus usuarios que solamente comen frijoles y tortillas, pero es toda una experiencia para el mestizo y el extranjero viajar en esas condiciones, es algo inolvidable. El transporte no cambia, no se moderniza... algún día será.
Desde la ventanilla del Mercedes Benz el paisaje se ve diferente, plácido y muy cómodo.
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