Infancia y Sociedad
Aprender la tolerancia
Andrea Bárcena
Alas actitudes sublimes y a las conductas monstruosas se les suele calificar, por igual, de muy humanas”, para significar que los animales no son capaces de unas ni de otras: ángeles y demonios, a la vez, sólo los humanos podemos ser.
Aprender la condición humana es uno de los Siete Saberes que el científico Edgard Morin destaca como necesarios de incluir en la educación de hoy, para un futuro sostenible. Y, justamente, lo que menos se estudia en la escuela es la naturaleza humana. Deberíamos enseñar a los niños que “el mal” no es algo que se encuentra fuera de nosotros: en los que piensan, actúan y son diferentes, sino que el mal es parte de toda naturaleza humana.
Porque no entenderlo hace imposible la comprensión de los otros y es lo que lleva a juzgar, descalificar y, eventualmente, a aniquilar, en la medida posible, a nuestros opositores en cualquier terreno. Algunos científicos sospechan que en la intolerancia hay algún factor genético identificado ya en algunas aves.
El término mobbing, de mob (turba, en inglés), proviene de la etología, ciencia que estudia el comportamiento de los animales. Se ha estudiado, por ejemplo, la conducta defensiva de un grupo de pequeños pájaros, que consiste en el atosigamiento continuo de un pájaro más grande. Estos comportamientos en la naturaleza terminan frecuentemente en la huida o en la muerte del animal acosado por varios otros.
El científico sueco Heinz Leymann investigó el fenómeno en los años 80, y fue quien utilizó por primera vez el término mobbing para referirse al problema. En el mundo humano esta conducta se ha identificado como acoso laboral o acoso moral en el lugar del trabajo: es tanta la acción de uno o más hostigadores para producir miedo en el trabajador afectado que éste puede enfermar. Lo que se pretende en último término con el hostigamiento, intimidación o perturbación, es el abandono del trabajo por parte de la víctima –o víctimas–, la cual es considerada por sus agresores como una molestia o amenaza para sus intereses personales (ambición de poder, de riquezas, posición social, etcétera).
De ahí la importancia de que la tolerancia se aprenda y se desarrolle tempranamente en la familia y en la escuela. Ésta se enseña no con teoría, sino mediante las propias actitudes y expresiones que delante de los niños pueden tener los padres y los maestros.
El teatro y la literatura también puede ser grandes auxiliares en la enseñanza de la tolerancia y la personalidad inclusiva. ¿Quién no se acuerda de Gulliver en el país de los enanos?
(Suplicamos al Ejército no dejar granadas al alcance de los niños.)
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