Un momento estratégico para Sudamérica
Raúl Zibechi
En medio de la creciente turbulencia global la región sudamericana se convierte en espacio en disputa entre imperios decadentes y potencias emergentes. Las cuantiosas y crecientes reservas hidrocarburíferas y de minerales, el mayor potencial hidroeléctrico del planeta, y las reservas de agua y biodiversidad, están en el centro de esa disputa. Tres hechos recientes lo confirman.
A mediados de julio la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) informó que Venezuela sobrepasó a Arabia Saudí como poseedora de las mayores reservas del planeta. En 2010 alcanzó 296 mil 500 millones de barriles, con un crecimiento de 40 por ciento respecto de 2009, frente a 264 mil 500 millones de barriles de los saudíes, cuyas reservas permanecen estancadas. A bastante distancia les siguen Irán e Irak. Los 12 países de la OPEP detentan 81.3 por ciento de las reservas mundiales. El petróleo sudamericano se torna cada vez más relevante.
El 16 de julio la presidenta Dilma Rousseff inauguró el Programa de Desarrollo de Submarinos (Prosub), afirmando que se trata de “un momento estratégico para Brasil”, porque se incorpora al “pequeño grupo de países que domina la construcción de submarinos, y en especial los de propulsión nuclear”. El acto se realizó con la presencia de miembros del gabinete, comandantes de las fuerzas armadas, el ministro de Defensa de Francia y empresarios de la industria militar de ambos países.
La construcción de cuatro submarinos convencionales y uno nuclear, con tecnología brasileña y francesa, como consecuencia del acuerdo de cooperación militar firmado durante el gobierno de Lula, representa apenas el primer paso en una secuencia que prevé la botadura de seis submarinos nucleares y 19 convencionales hasta 2048. La transferencia de tecnología y la construcción de un astillero y una base naval en la costa de Río de Janeiro le permitirán a Brasil construir dos submarinos de forma simultánea, que se comenzarán a entregar a razón de uno cada año y medio a partir de 2017.
Sólo Estados Unidos, Rusia, Francia, Inglaterra y China son capaces de fabricar submarinos nucleares. Rousseff fue muy clara: “Este país posee un valor muy grande con el descubrimiento de la capa pre-sal (de petróleo) en su plataforma continental”. La Estrategia Nacional de Defensa aprobada en 2008 eligió la defensa submarina. Para 2020 Brasil habrá duplicado su producción actual de petróleo, llegando a 5.7 millones de barriles diarios, y se ubicará como cuarto productor mundial y tercer exportador, por detrás de Arabia Saudí y Rusia.
Brasil ya domina todo el ciclo nuclear y ese es el dato decisivo que modifica la relación de fuerzas en la región. “Podemos estar orgullosos porque en los últimos años Brasil reafirmó su capacidad de volver a producir y dominar tecnologías que durante algunos años dejamos de lado”, dijo Rousseff, en referencia al periodo neoliberal privatizador, cuando se paralizó el programa nuclear.
Un documento oficial reservado, que fue difundido por O Estado de Sao Paulo el 10 de julio, señala que los objetivos son defender el comercio marítimo, las reservas de metales pesados que están siendo mapeadas en la plataforma marítima, de alto valor para las industrias electrónica y aeronáutica, y por supuesto el petróleo en aguas profundas, donde se hacen nuevos descubrimientos todos los años.
El diario informa además que a 600 kilómetros de la base donde se construyen los submarinos, en el Centro Aramar, la marina terminó la construcción de la central de gas de uranio. Con ella Brasil pasa a realizar todo el ciclo del combustible nuclear en su propio territorio, ya que una parte del proceso de enriquecimiento se realizaba en Canadá. En septiembre la central comienza a recibir “elementos sensibles”, como nitrato de uranio y ácido fluorhídrico, y a partir de 2012 la central producirá 40 toneladas anuales de uranio enriquecido al 5 y al 20 por ciento en ultracentrifugadoras diseñadas por técnicos brasileños.
Por ahora Brasil cuenta con la autonomía tecnológica como para fabricar sus propios reactores para instalar en los submarinos nucleares. Cuenta además con la sexta reserva mundial de uranio, cuando aún falta explorar 70 por ciento de su territorio, y ante la certeza de que existen importantes yacimientos en la triple frontera con Venezuela y Colombia. Esa autonomía le puede permitir a Brasil construir armas nucleares. No es que ya las tenga, ni que las esté construyendo, sino que está en condiciones de hacerlo cuando lo considere necesario.
El tercer dato a tener en cuenta es la difusión del informe de UNCTAD sobre las inversiones en el mundo en 2010. Entre los datos de mayor interés surge que América del Sur fue la región del mundo que registró un mayor crecimiento de la inversión extranjera directa (IED), con un aumento de 56 por ciento respecto de 2009. La cifra total es de 86 mil millones de dólares, cerca de los 106 mil millones que ingresaron en China por ese concepto. Una parte importante de esos ingresos (unos 20 mil millones de dólares) fueron realizados por multinacionales asiáticas, sobre todo chinas e indias, que invierten en petróleo y gas.
Brasil captó en 2010 más de la mitad de las inversiones en Sudamérica, colocándose como el quinto destino de la IED en el mundo (antes ocupaba el lugar número 15), con 48 mil 400 millones de dólares. El banco central acaba de informar que en los seis primeros meses de 2011 las inversiones extranjeras directas en Brasil crecieron un estratosférico 170 por ciento (Folha de Sao Paulo, 27 de julio), y se calcula que a fin de año habrán superado los 60 mil millones de dólares.
Las tres situaciones mencionadas resaltan el papel estratégico que está jugando Sudamérica en el mundo, y de modo muy destacado el lugar que comienza a ocupar Brasil. Una vez más, conviene subrayar que son buenas noticias para la construcción de un mundo multipolar aunque la creciente presencia asiática refuerza el modelo vigente. Para los movimientos antisistémicos se abren tiempos turbulentos y plagados de peligros, como suele suceder ante cada recodo de la historia.
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