Rajoy descubre la sintonía con Hollande decepcionado con Merkel
El dirigente francés brinda a España el apoyo que le escatima Alemania
Miguel González / Claudi Pérez Bruselas / Madrid 24 MAY 2012 - 21:55 CET117
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Lo de Rajoy y Hollande no pudo empezar peor. El nuevo presidente francés dijo en Washington que la banca española necesita una recapitalización y sugirió que se hiciera “a través de los mecanismos de solidaridad europea”. A su llegada a Chicago, para participar en la cumbre de la OTAN, el jefe del Gobierno español le respondió agriamente. “El señor Hollande no sabe cómo están los bancos españoles”. No era para menos. Mientras no cambien las normas, los bancos no pueden pedir dinero al fondo europeo de rescate, sino que deben hacerlo a través de los gobiernos, y eso equivale a una intervención en toda regla.
La victoria del socialista François Hollande fue recibida con disimulada satisfacción en Madrid. No se trata solo de que su apuesta en favor del crecimiento sea lo más beneficioso para una economía en recesión como la española. La desaparición de Sarkozy de la escena política deja un hueco que Rajoy se proponía llenar como socio preferente de Merkel.
Todo eso parece haber cambiado tras el almuerzo que el nuevo inquilino de El Elíseo ofreció el miércoles a Rajoy. El presidente español no disimula su inesperada sintonía con el flamente presidente francés, del que elogia no solo su visión de la política europea sino la forma franca y directa en que aborda los problemas. En su comparecencia conjunta, Hollande dijo lo que Rajoy estaba deseando oir: pidió que el Banco Central Europeo (BCE) “vuelva a intervenir en el mercado y aporte equilibrio y financiación”; especialmente para los países “que están haciendo un esfuerzo importante de consolidación fiscal, como España”.
Es más de lo que ha escuchado de labios de Merkel, quien —pese a la imagen romántica del paseo en barco por Chicago— sigue dando largas a su petición de que abra la mano que mantiene paralizado el BCE. Sobre todo, después de que ha demostrado ser un alumno aventajado en la aplicación de las recetas germanas de austeridad.
Aún es pronto para hablar de un nuevo eje Madrid-París. Y la fascinación personal tiene límites: Los dos mandatarios viajaron en el mismo tren desde París hasta Bruselas, pero en distinto vagón. En todo caso, Hollande ya no es un vecino indeseado, sino un socio a explorar. Sobre todo, teniendo en cuenta que acaba de iniciar un mandato de cinco años, mientras que Merkel encara en 2013 unas elecciones de las que es difícil que salga victoriosa, a juzgar por las encuestas y la sucesión de derrotas en los länder.
Hay un hecho, además, que irrita especialmente a Rajoy: que Alemania obtenga financiación prácticamente gratuita mientras España tiene que pagar tasas de interés estratosférticas. Y que Merkel parezca cómoda con esta situación.
El presidente español llegó el miércoles a Bruselas con el anuncio de que pondría sobre la mesa de los mandatarios europeos la urgente de necesidad de aportar liquidez para estabilizar el euro y hacer sostenible la deuda. Asistentes a la cena sostienen, sin embargo, que a puerta cerrada puso mucho menos énfasis que ante las cámaras. “No habló de la necesidad de poner en marcha medidas inaplazables: entró en la cumbre haciendo unas declaraciones y las repitió después, pero no empleó el mismo tono de urgencia delante de los socios”, explicó una alta fuente comunitaria.
El presidente del BCE, Mario Draghi, aseguró que Rajoy solo hizo “una declaración general sobre la situación”, pero sin ninguna demanda concreta hacia la institución que dirige. Fuentes diplomáticas españolas sostienen que Rajoy leyó en Bruselas el mismo papel manuscrito que había leído en El Elíseo y, aunque no citó expresamente al BCE, ya que podría entenderse como un ataque a su independencia, “allí todo el mundo sabía de quién estaba hablando”.
Fuentes del BCE descartan una nueva ronda de crédito barato como las de diciembre y enero pasados, por un total de un billón de euros. “Rajoy ha aplicado medidas muy impopulares y no ha logrado rebajar la prima de riesgo; su frustración es comprensible”, explicaron fuentes comunitarias, “pero deberá esperar a que se resuelva la crisis política griega para que la presión en los mercados se relaje”.
Consciente de ello, Rajoy levantó el pie del acelerador a su marcha de Bruselas. “En este momento, la sostenibilidad de la deuda europea está garantizada”, dijo.
La victoria del socialista François Hollande fue recibida con disimulada satisfacción en Madrid. No se trata solo de que su apuesta en favor del crecimiento sea lo más beneficioso para una economía en recesión como la española. La desaparición de Sarkozy de la escena política deja un hueco que Rajoy se proponía llenar como socio preferente de Merkel.
Todo eso parece haber cambiado tras el almuerzo que el nuevo inquilino de El Elíseo ofreció el miércoles a Rajoy. El presidente español no disimula su inesperada sintonía con el flamente presidente francés, del que elogia no solo su visión de la política europea sino la forma franca y directa en que aborda los problemas. En su comparecencia conjunta, Hollande dijo lo que Rajoy estaba deseando oir: pidió que el Banco Central Europeo (BCE) “vuelva a intervenir en el mercado y aporte equilibrio y financiación”; especialmente para los países “que están haciendo un esfuerzo importante de consolidación fiscal, como España”.
Es más de lo que ha escuchado de labios de Merkel, quien —pese a la imagen romántica del paseo en barco por Chicago— sigue dando largas a su petición de que abra la mano que mantiene paralizado el BCE. Sobre todo, después de que ha demostrado ser un alumno aventajado en la aplicación de las recetas germanas de austeridad.
Aún es pronto para hablar de un nuevo eje Madrid-París. Y la fascinación personal tiene límites: Los dos mandatarios viajaron en el mismo tren desde París hasta Bruselas, pero en distinto vagón. En todo caso, Hollande ya no es un vecino indeseado, sino un socio a explorar. Sobre todo, teniendo en cuenta que acaba de iniciar un mandato de cinco años, mientras que Merkel encara en 2013 unas elecciones de las que es difícil que salga victoriosa, a juzgar por las encuestas y la sucesión de derrotas en los länder.
Hay un hecho, además, que irrita especialmente a Rajoy: que Alemania obtenga financiación prácticamente gratuita mientras España tiene que pagar tasas de interés estratosférticas. Y que Merkel parezca cómoda con esta situación.
El presidente español llegó el miércoles a Bruselas con el anuncio de que pondría sobre la mesa de los mandatarios europeos la urgente de necesidad de aportar liquidez para estabilizar el euro y hacer sostenible la deuda. Asistentes a la cena sostienen, sin embargo, que a puerta cerrada puso mucho menos énfasis que ante las cámaras. “No habló de la necesidad de poner en marcha medidas inaplazables: entró en la cumbre haciendo unas declaraciones y las repitió después, pero no empleó el mismo tono de urgencia delante de los socios”, explicó una alta fuente comunitaria.
El presidente del BCE, Mario Draghi, aseguró que Rajoy solo hizo “una declaración general sobre la situación”, pero sin ninguna demanda concreta hacia la institución que dirige. Fuentes diplomáticas españolas sostienen que Rajoy leyó en Bruselas el mismo papel manuscrito que había leído en El Elíseo y, aunque no citó expresamente al BCE, ya que podría entenderse como un ataque a su independencia, “allí todo el mundo sabía de quién estaba hablando”.
Fuentes del BCE descartan una nueva ronda de crédito barato como las de diciembre y enero pasados, por un total de un billón de euros. “Rajoy ha aplicado medidas muy impopulares y no ha logrado rebajar la prima de riesgo; su frustración es comprensible”, explicaron fuentes comunitarias, “pero deberá esperar a que se resuelva la crisis política griega para que la presión en los mercados se relaje”.
Consciente de ello, Rajoy levantó el pie del acelerador a su marcha de Bruselas. “En este momento, la sostenibilidad de la deuda europea está garantizada”, dijo.
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